Vete de Ítaca

A los lestrigones y a los cíclopes o al colérico Poseidón no temas. Konstantino Kavafis, Viaje a Ítaca

Cuando emprendas tu escapada de Murcia / procura que tu ausencia dure toda la semana. /Te refugiarás en una casa rural en Bullas / o harás un crucero por Mallorca; / será un viaje sin aventuras, vacío de experiencias / pero sin temor a los huertanos ni a los sardineros / ni al peligroso Botellón. / Seres tales jamás hallarás en tu camino / si tu actitud es la huida, si consolador / es el alivio que toca tu espíritu y tu cuerpo. / Ni los huertanos ni los sardineros / ni el salvaje Botellón encontrarás / si tu alma es capaz de olvidar / los pasotes de tu juventud, / si aquellos polvos y resacas no los yergue tu alma ante ti.

Pide que la semana se te haga corta. /Que sean siete mañanas de primavera / en que llegues —¡con qué indiferencia y desgana!— / a lugares absurdos, pero en los que no se escuche / el chipirrín-chipirrín ni ardan las sardinas. / O detente en el mercadillo El Zacatín de Bullas / y hazte con hermosas mercancías, jabón artesanal / plantas aromáticas, y toda suerte de caldos sensuales, / cuantos más abundantes vinos sensuales puedas. / Ve a otras ciudades del Noroeste, o de las Baleares, / donde quiera que estés lejos, / a evadirte del colocón colectivo, / a aprender a renunciar al ruido / como los sabios que en el mundo han sido.

Saca a Murcia de tu mente. / Tu destino es volver a ella, / mas jamás mientras duren las fiestas. / Mejor que acaben pronto / y regresar, recompuesto de nuevo, a la ciudad, / empobrecido por cuanto tuviste que gastar en el viaje, / pero sin haber tenido que aguantar el Bando ni el Entierro.

Murcia te obligó a hacer un lastimoso viaje. / Sin las fiestas no habrías emprendido el camino. / Pero ahora es cuando tiene todo que darte.

Aunque la halles sosa, Murcia es ya habitable. / Así, sabio como te volviste al escaparte durante las fiestas, / entenderás qué significa vivir en paz.

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