Me equivoqué

Nunca pensé que el Partido Popular vendería su alma y principios a la extrema derecha de manera tan fácil y vergonzosa. Seguir la senda marcada por el «cadáver político de Mazón» solo llevará a la sociedad a sufrir un retroceso en derechos y libertades.

Cuando Vox rompió unilateralmente los acuerdos en diferentes autonomías, dije que las elecciones anticipadas en Murcia eran cuestión de semanas, pues el escenario que se le presentaba era único, con todo el viento a favor: la irresponsabilidad de Vox rompiendo un gobierno estable, un Partido Socialista en medio de su travesía particular por el desierto y unas encuestas que empujaban a López Miras a los altares regionales.

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Creía que el Gobierno no podía permitirse el lujo de aparecer como rehén de la extrema derecha, ya que, desde fuera del Ejecutivo, era evidente que el partido de Abascal tendría mucha más fuerza que formando parte de gobierno, pero ni en mis peores pesadillas políticas imaginé a mi presidente aceptar día sí y día también pulpo como animal de compañía.

Ahora, la aprobación de los presupuestos regionales es cuestión de días, tras hacer todos los deberes que Antelo les ha puesto sin pestañear a los populares.

Las imposiciones de Vox al PP son, como se está viendo con los partidos políticos que forman los Patriots, fruto del autoritarismo, y es que si algo caracteriza a los Trump, Bolsonaro, Le Pen, Milei, e incluso a los Ayuso o Abascal, en nuestra querida España, es que la libertad de verdad, esa que no se mide en cañas y gritos fascistas, vuelve a estar en peligro.

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Me equivoqué, y mucho, pero es que sigo sin creerme que mi tierra se rinda así ante quienes denigran al colectivo LGTBIQ+ y hablan de la inmigración como si fueran mercancía, y no seres humanos que solo buscan un futuro digno, y que, encima, son quienes están llenando nuestros campos de mano de obra, los únicos que están dispuestos a trabajar los fines de semana en bares y restaurantes y los que cuidan de nuestros mayores ante nuestra decisión de abandonarlos en nombre de la inhumanidad y el egoísmo.

Lo peor que le puede pasar a una persona o a una institución es ser dependientes. La vida está llena de ejemplos de que cuando uno no es independiente llega la extorsión, la humillación e imposición de las reglas de convivencia, y con esta decisión, la de poner precio a tu dignidad y tus principios, te convierte en un simple pelele. Si a ello le sumas que el partido representa con orgullo a la extrema derecha -véase el patético ejemplo del Ayuntamiento de Lorca, con una concejala riéndose en la cara de la memoria de este país y un alcalde haciendo a la perfección el papel de ‘bufón’ y viniéndose arriba al ver como su ‘hermanastro político’ se arrodilla- el resultado puede ser catastrófico para los de siempre, e increíblemente bueno para los que siempre ganan.

De momento, el miedo, el maldito miedo que nos atenaza, nos inmoviliza y nos atonta, ya lo tiene metido en el cuerpo el principal partido con representación parlamentaria, y cuando esto ocurre, el siguiente paso es el ridículo, y de ahí a la insignificancia ya solo queda un pequeño salto.

Dejar al presidente para irse de conciertos o conducir cuadrigas y que los temas importantes los dirija el representante de Trump en España es la peor manera de llegar al ecuador de la legislatura.

Nota: ¿cómo puede ser que el 80% (Cemop) de los murcianos aseguren que Trump es perjudicial para la Región y digan que su preferencia electoral sea Vox?

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