Opinión | La Feliz Gobernación

El puñetazo de Vargas Llosa

El ‘secreto’ mejor guardado de Vargas Llosa: la razón del puñetazo con que ‘saludó’ en 1976 a su hasta entonces íntimo García Márquez

Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez

Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez

La Biblioteca Regional invitó la semana pasada a Juan Cruz a un ciclo en el que periodistas de postín, como es el caso, hablan de su personal canon literario. Cruz eligió La ciudad y los perros, de Vargas Llosa, como era previsible, pues pasa por ser de entre los de su oficio el más cercano al escritor. Estuvo pegado a pespunte a él y a su familia cuando le concedieron el Nobel, y más recientemente fue quien ‘descubrió’ que en un relato publicado por la revista Letras Libres se podían desencriptar alusiones a la cancelación de su noviazgo con Isabel Preysler.

Por su parte, Vargas Llosa lo cita en sus memorias políticas, El pez en el agua, como el periodista con el que se encuentra en todos sitios. En el último libro de Cruz, Secreto y pasión de la literatura (Tusquets), dedicado a semblanzas de escritores con quienes ha mantenido relación, el capítulo dedicado al peruano es el más extenso, precisamente por lo copioso del anecdotario común.

Aproveché la ocasión de su conferencia en Murcia para preguntar a Cruz precisamente sobre el ‘secreto’ mejor guardado de Vargas Llosa: la razón del puñetazo con que ‘saludó’ en 1976 a su hasta entonces íntimo García Márquez (hasta le dedicó un libro, La orgía perpetua) a las puertas de una sala de cine en México.

Pues bien, ni siquiera Cruz puede dar respuesta a esta incógnita, eludida en su libro. Asegura que le interrogó sobre el asunto a lo largo de una entrevista, una vez que le había dado confianza con preguntas previas de calentamiento sobre otras cuestiones, pero la respuesta fue «sin comentarios». Sorprende que en una relación tan prolongada e intensa como la que mantuvieron el escritor y el periodista no se deslizara nunca una alusión al descuido que pudiera dar pistas sobre los motivos de aquel arrebato.

Pero más me sorprendió que Juan Cruz confesara no haber leído el libro Los genios, de Jaime Bayly (Galaxia), donde se da una versión novelada, pero muy verosímil, sobre las circunstancias que podrían haber originado aquel suceso, de hecho la explicación más coherente. «Tengo ese libro en mi estantería, pero no lo he leído», dijo Juan Cruz.

Da la impresión de que nadie quiere saber lo que siempre hemos sabido.

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