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Las vírgenes juradas: una tradición que refleja la lucha por los derechos de las mujeres
La tradición, aún existente en algunas zonas del norte de Albania, es un ejemplo de cómo las mujeres son obligadas a adaptarse a sistemas que les niegan derechos fundamentales

Serie Sworn Virgins of Albania (‘Vírgenes juradas de Albania’) de la fotógrafa estadounidense Jill Peters. / Jill Peters
Las vírgenes juradas, una práctica histórica aún vigente en algunas zonas rurales de los Balcanes, son un ejemplo fascinante de cómo las normas patriarcales limitan los derechos de las mujeres a lo largo del tiempo. En esta tradición, las mujeres renuncian al matrimonio, la maternidad y las relaciones sexuales para asumir una identidad masculina. Antes de adoptar este rol, deben jurar castidad ante los ancianos del pueblo, siendo tratadas desde ese momento como hombres por la sociedad. Con este cambio, estas mujeres acceden a ciertos privilegios, como portar armas, heredar bienes y liderar a sus familias, aunque sin tener voz en los consejos comunales ni disfrutar de derechos políticos plenos.
El rol de las vírgenes juradas está vinculado al Kanun, un código consuetudinario aplicado en el norte de Albania desde el siglo XV que define de manera estricta los roles de género. Según este conjunto de leyes, las mujeres son consideradas propiedad de los hombres y se les prohíbe votar, conducir, ganar dinero o usar pantalones. El sacrificio de las vírgenes juradas, ante estas restricciones, no suele ser una elección totalmente libre. A menudo es una estrategia forzada para evitar un matrimonio impuesto o para proteger a una familia desprovista de un jefe masculino. En algunas comunidades, esto permitía a las familias mantener su posición social y asegurar su supervivencia en sistemas donde la ausencia de hombres podía representar vulnerabilidad y deshonra.
Aunque esta práctica confiere cierto grado de autoridad dentro de la familia, su libertad sigue estando condicionada por las estructuras patriarcales. Estas mujeres deben adoptar nombres masculinos, cambiar su vestimenta y renunciar a su identidad femenina para ser aceptadas como hombres en la comunidad. Este sacrificio, que incluye la renuncia a la maternidad y las relaciones afectivas, refleja cómo las mujeres han tenido que adaptarse a sistemas que les niegan una autonomía plena.
Aunque el Kanun surgió como un sistema arcaico que reflejaba las normas patriarcales de su tiempo, su influencia todavía se percibe en ciertas comunidades tradicionales del norte de Albania. A pesar de los cambios sociales y legales que han tenido lugar en las últimas décadas, este código consuetudinario continúa moldeando las dinámicas de género en algunas regiones rurales donde las costumbres tienen más peso que las leyes estatales modernas. La visión del Kanun sobre las mujeres como propiedad de los hombres sigue afectando la percepción de su rol en la sociedad, dificultando el avance hacia la igualdad de género.
Sin embargo, es importante destacar que las nuevas generaciones están cuestionando estas normas y promoviendo una transformación cultural. Movimientos feministas, junto con esfuerzos educativos y legislativos, están trabajando para desmantelar las restricciones impuestas por el Kanun y construir una sociedad más inclusiva. Este proceso subraya la lucha entre el peso de las tradiciones y el avance hacia un futuro donde las mujeres puedan ejercer sus derechos plenamente sin estar condicionadas por reglas patriarcales del pasado.
El caso de las vírgenes juradas no es único en el contexto global. De manera similar, en diversas culturas del mundo, las mujeres han soportado restricciones impuestas por sistemas patriarcales. Desde la falta de acceso a la educación y la propiedad hasta leyes que regulan estrictamente su vestimenta y comportamiento, las normas patriarcales han limitado las posibilidades de las mujeres en diferentes partes del mundo. Estas tradiciones, aunque diversas en su expresión, ilustran una constante: la lucha por encontrar espacios de libertad y autonomía en sociedades que marginan a las mujeres.
Estas restricciones no solo tienen un impacto directo en las mujeres, sino también en las sociedades en su conjunto. Cuando las mujeres son excluidas de la educación, la política y la economía, se pierde una fuente crucial de creatividad y progreso.
El avance de las ideas de extrema derecha en diversos países plantea un desafío significativo para el progreso de los derechos de las mujeres. Muchos movimientos de esta índole promueven políticas regresivas que refuerzan los roles tradicionales de género y cuestionan logros históricos como el acceso al aborto, la igualdad laboral y la protección contra la violencia de género. Estas narrativas podrían facilitar un retorno a prácticas y restricciones que, como las tradiciones de las vírgenes juradas, obligan a las mujeres a renunciar a aspectos esenciales de su identidad para adaptarse a un sistema patriarcal. En este sentido, la amenaza no solo radica en la pérdida de derechos ya conquistados, sino también en la posible normalización de estructuras sociales que limiten nuevamente la autonomía femenina bajo el pretexto de conservar valores tradicionales o religiosos.
Esta amenaza nos recuerda la importancia de seguir defendiendo los derechos de las mujeres como pilares fundamentales de una democracia inclusiva y moderna. Diversos estudios han demostrado que las sociedades que promueven la igualdad de género tienden a ser más prósperas y estables, lo que subraya la importancia de superar las barreras culturales y legales que restringen los derechos de las mujeres.
La tradición de las vírgenes juradas es un ejemplo potente de cómo las mujeres han sido obligadas a adaptarse a sistemas que les niegan derechos fundamentales. Mientras algunas culturas han avanzado hacia una mayor igualdad, el legado de estas prácticas nos recuerda que aún queda mucho trabajo por hacer. Promover el respeto y la autonomía para las mujeres en todas las culturas no solo es una cuestión de justicia social, sino también una necesidad para el desarrollo global. Es imperativo que continúe la lucha por un mundo donde las mujeres no tengan que sacrificar su identidad para obtener los derechos que les corresponden por naturaleza.
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