El misterio de la UCO

La UCO (Unidad Central Operativa), el órgano de la Guardia Civil que hace las funciones de Policía Judicial, está en todas las salsas de los casos de presunta corrupción que afectan al Gobierno de Pedro Sánchez. Sus investigaciones son la base de las instrucciones judiciales de los casos Ábalos, Begoña, Fiscal General y todo un florido desfleque de ramificaciones que, prosperen o no, presentan un dossier nada edificante.

Pero la UCO depende del ministerio del Interior, es decir, de Grande Marlaska, uno de los ministros que aunque llegó con corola de independiente se ha revelado como destacado protector del ‘puto amo’ en dura competencia con media docena de otros ministros. Y sabemos cómo Sánchez intenta sortear las evidencias sobre corrupción: descalificación de los jueces y leyes contra la prensa, encomendado a la obediencia del Tribunal Constitucional y mediando en empresas participadas para asaltar el accionariado de medios cuya línea editorial, con serle favorable, todavía considera insuficientemente ortodoxa. 

Entonces, la pregunta es: ¿cómo puede la UCO mantener su independencia hasta el punto de haberse constituido en casi la única pupa que sufre este Gobierno? Sinceramente, conociendo los métodos, que por otra parte se exhiben sin pudor, es inexplicable. El despliegue de las investigaciones, complejas dada la naturaleza de los entramados, exige de la Guardia Civil desplazamientos a países hispanoamericanos y desentrañar sutiles conexiones entre mascarillas, hidrocarburos, másteres, filtraciones prohibidas y la oscura fontanería monclovita. Pues bien, todo va saliendo a la luz sin que parece que Marlaska pueda contenerlo. ¿Dónde está el misterio?

Tal vez sea la compensación por no explorar en alguna frontera inexpugnable o resulte, ya sin prejuicios, que aún queda algún aliento para la democracia.

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