Opinión | La balanza inmóvil

Magistrado

Montesquieu y la inteligencia artificial

Debo admitir que la puesta en práctica de la inteligencia artificial en aquellas sentencias sencillas y repetitivas mejorará el gran mal de nuestra Justicia: su lentitud

Los catalanes serán los primeros en implantar la inteligencia artificial para dictar sentencias.

Los catalanes serán los primeros en implantar la inteligencia artificial para dictar sentencias. / Pixabay

Por mucho que me duela, porque es muy difícil querer cuando no te quieren, los catalanes nos dan sopas con honda al resto de los españoles en muchas materias, pero sobre todo en derecho. Fueron los primeros en regular normativamente las parejas de hecho, convirtiéndolas en un cuasi contrato, e igualándolas prácticamente en sus efectos con el matrimonio. También lo fueron cuando establecieron el acoso inmobiliario, al crear una oficina municipal para evitar que, a los inquilinos de renta antigua, los propietarios les hicieran la vida imposible, cortándoles la luz, el agua, o metiéndoles cucarachas en sus edificios. Y ahora están siendo, una vez más, los primeros en implantar la inteligencia artificial para dictar sentencias.

Ya lo dijo Montesquieu: el juez debe ser la ‘bouche de la loi’. La finalidad era que el Poder Judicial fuera nulo, limitándose a ser «la boca de la ley». El juez solo tendría una tarea burocrática y sencilla: realizar una simple operación lógica de subsunción de los hechos (premisa menor) en la ley (premisa mayor) para llegar así a una decisión. Su misión era aplicar mecánicamente la norma. Lo que no sabía, o no quería saber, el jurista francés, era que el derecho es una ciencia tan inexacta que una máquina nunca puede sustituir la sensibilidad, la equidad y la ética de un juez a la hora de subsumir la norma genérica al caso concreto, donde el móvil, los motivos y las circunstancias concurrentes agravantes y atenuantes, cuando no eximentes, hacen variar la pena a imponer en cada caso. Así que, ya ven, no hay nada nuevo bajo el sol con eso de la IA, pues ya el barón dicho lo inventó, predijo o pretendió hace tres siglos.

No obstante, debo admitir que su puesta en práctica en aquellas sentencias sencillas y repetitivas mejorará el gran mal de nuestra Justicia: su lentitud. Y en este sentido parece que va dirigida la idea de la Generalitat de Cataluña. Dicen que se ahorrará el tiempo en una hora y media por resolución, lo que equivaldría a medio millón de euros al año por cada 20 jueces. Permítanme que, sin dudar del todo, sea un poco escéptico en materia de estadística (probablemente por culpa de Tezanos), pues son imperfectas por su descontrol. ¿Es justo una hora y media la que se ahorra? Dependerá de cada caso, digo yo. ¿Supondría medio millón de euros al año por cada 20 jueces? Dependerá de lo que gane cada juez, imagino. El estudio se ha realizado en la Audiencia Provincial de Barcelona, con cuatro magistrados que afirman que en las sentencias simples se han ahorrado 12.000 horas de trabajo al año y 552.000 millones de euros al sistema. Finalmente, el tiempo que el juez emplea en estas sentencias se reducirá de dos horas a 20 minutos. A mí se me ocurre otra solución para ahorrar tiempo, trabajo y dinero, y es que se impusiera como obligatorio el pago de las costas, e incluso una sanción por temeridad y mala fe, cuando se presentan demandas o una oposición a las mismas -con fin exclusivo de demora- en aquellos casos que ya se sabe lo que va a resolver el juzgado por existir una jurisprudencia consolidada al respecto.

Este plan catalán, llamado «AI4Justice», consiste en desplegar la IA en procedimientos sencillos en los que es viable aplicar un automatismo. Como, por ejemplo, cuando se reclama a una compañía aérea, o a un banco por las cláusulas suelo, o en las condenas por alcoholemia, o las reclamaciones de deudas. En estos supuestos, no solo me parece bien, sino que lo quiero también para mi Región, a ver si con ello y los nuevos tribunales de instancia, que empezaran pronto a funcionar, se mejora en algo la lentitud que padecemos. Pero como no inviertan dinero, su fracaso está asegurado.

Y si a esa IA se le adiciona algo que también está a punto de llegar a España desde Australia como es el «sexoma», a lo mejor hasta va a funcionar bien la Justicia en un futuro. Esta nueva herramienta científica tiene como finalidad luchar contra los delitos sexuales. Ya no va a ser necesario que en el lugar de los hechos existan fluidos para condenar a una persona, pues con esta nueva tecnología basada en una información microbiológica que deposita un agresor en el cuerpo de su víctima, o en el lugar del delito, sin necesidad de que se produzcan intercambios de fluidos, va a poder ser identificado. La existencia de bacterias exclusivas va a ser bastante para averiguar la verdad en cualquier violación.

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