Opinión | Dulce jueves
Los minimoscas
Aquí todo es triste, de una tristeza sin remedio, a veces lúgubre, a menudo tranquilizadora, serena y bella

‘Minimosca’, de Gustavo Faverón Patriau.
El túnel de lluvia parece interminable. Lo atravieso cansado, como si la nube negra detenida sobre la ciudad me robara la energía envolviéndolo todo en su sombra. Y Minimosca no ayuda. Avanzo por sus páginas como por la espesura de estos días oscuros, desorientado, pero también ansioso por llegar al final, para comprobar si saldrá el sol, si se aclarará lo que parece no tener ni pies ni cabeza. Es ese tipo de novelas que nunca elegiría: una editorial pequeña (Candaya), un autor desconocido (Gustavo Faverón Patriau), una solapa con las habituales expresiones fatídicas (una combinación de comedia y espanto). Pero fue un regalo y lo empecé enseguida movido por la curiosidad o quizá para deshacerme cuando antes del hombre mosca que me miraba desde la portada. La primera impresión fue que era una novela bastante loca. «Has pasado mucho tiempo en el olvido, dice la voz. Es hora de volver. Haz en tu mente las maletas de tu mente y vuelve», leí en la página 77, mientras detrás de la ventana el cielo se ponía cada vez más negro, y ya no pude parar.
Su ritmo constante, sin aparente dirección, su inventiva, el sonido de sus palabras, como si se rozaran unas con otras, los ecos que atraviesan las páginas como si cavaran túneles en ellas, me envolvían como la lluvia tras el cristal. Te arrastra en su corriente o te frena de golpe, como cuando dice que no hay nada más triste que un muerto que recuerda. Y aquí todo es triste, de una tristeza sin remedio, a veces lúgubre, a menudo tranquilizadora, serena y bella, como la lluvia cuando ilumina la ciudad desde el asfalto. ¿Es la tristeza tal como la ve un loco?, ¿la locura vista desde el fondo de la tristeza?
No me gustan las historias de locos. Y aquí hay unos cuantos que lo parecen. Arturo Valladares, hijo de asesino, boxeador poeta que derriba a sus oponentes susurrándoles versos de Vallejo. Trágico Gómez, que solo es boxeador en sus memorias. Angus, el anciano que lleva un paracaídas a la espalda para evitar los pozos que imagina, coleccionista de obras de artistas que crean bajo el amparo de la muerte. Raymunda Walsh, que convierte la realidad en narración, simultáneamente. Mónica, la mujer que no tiene a nadie en el mundo y vive encerrada en una biblioteca sin libros. Y otros más porque, según se dice, la locura es un laberinto con muchas puertas de entrada y ninguna de salida. Pues en esta novela se abren todas, y todas llevan a lugares más oscuros, hacia un horror infinito. Y, sin embargo, no hay horror, sino huida del horror (haz en tu mente las maletas de tu mente). Todo sucede como visto desde el otro lado del horror, aunque no haya forma de escapar de él. La locura entonces cambia de sitio y ya no son los locos quienes están locos, sino el mundo. Es como si no fuera a parar de llover nunca, ¿lo imaginan? (Hay lugares donde no para de llover nunca). Todo se volvería lúgubre y desolado, desesperanzador, pero seguro que también nos inspiraría consuelo, comprensión de los eternamente mojados. Y la búsqueda no terminaría: «Siente que ese momento es el inicio de un nuevo mundo sin objetos reales, un mundo hecho de penas y recuerdos y lugares donde antes hubo cosas con sentido pero ahora no queda nada y piensa que ese momento, además, es el inicio de una época aciaga que abarcará todo el resto de su vida y que se irá adhiriendo también a todo lo que le queda de muerte».
Suscríbete para seguir leyendo
- Alerta de la Guardia Civil a toda España por lo que está pasando con las multas de tráfico de la DGT: '1.600 euros
- Horario y recorrido de las procesiones de Jueves Santo en Murcia
- Alarma por un incendio en el bar La Tapa de la Plaza de las Flores de Murcia de madrugada
- Estas son las tiendas y supermercados que abren el Jueves y Viernes Santo en la Región
- Alcaraz, ante un especialista en tierra: dónde ver y a qué hora el partido
- Un millón de euros de la UE perdidos en Cartagena por la negativa de ceder unos terrenos
- Una brutal pelea a puñetazos en una peluquería del centro de Cieza se salda con cuatro heridos
- Longinos cabalga con La Sangre en Murcia