Opinión | Lapsus Calami
Un día para celebrar la felicidad
Un día como hoy del año 43 a. C. veía la luz en la ciudad de Sulmona el poeta latino Ovidio, uno de los autores de la Antigüedad con mayor proyección internacional en las artes a lo largo de los siglos que, por razones no del todo claras, parece que cayó en desgracia y fue exiliado por el emperador Augusto hasta el final de sus días a orillas del Mar Negro, en la actual Rumanía.
En 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció que el 20 de marzo se celebrara anualmente el Día Internacional de la Felicidad. Se inspiró para ello en la filosofía del país asiático de Bután, situado en la cordillera del Himalaya, que desde hace más de cincuenta años viene priorizando la Felicidad Nacional Bruta (FNB) sobre el Producto Interno Bruto (PIB) con el objetivo de reconocer la búsqueda de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales en la vida de los seres humanos y enfatizar la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno, lo que conlleva un enfoque inclusivo, equitativo y equilibrado del crecimiento económico que promueva el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza.
Como herramienta para medir el índice de felicidad se utiliza el Informe Mundial de la Felicidad, que clasifica a los países según sus niveles de felicidad. Habitualmente el primer lugar lo ocupa Finlandia, a la que siguen Dinamarca, Suiza, Islandia y los Países Bajos.
El gurú indio Meher Baba (1894-1969) acuñó la célebre frase «Don’t worry, be happy», que el compositor de jazz Bobby McFerrin utilizó como título de una célebre canción humorística, la primera canción a capella en llegar al número uno en la lista de los Billboard Hot 100 en los Estados Unidos.
En el 58 d. C. el hispano Séneca el Joven escribió un tratado en forma de diálogo con el título De vita beata (Sobre la felicidad), que dedicó a su hermano mayor, destinatario también de su primer diálogo, De ira (Acerca de la ira). De acuerdo con la doctrina estoica, Séneca sostiene que los humanos debemos hacer uso de la razón para vivir en concordia con la naturaleza y alcanzar la felicidad, despreciando los placeres y ejercitando virtudes como la paciencia, la fortaleza, la perseverancia, la liberalidad, la templanza y la mansedumbre. La obra fue escrita en respuesta a la acusación de hipocresía por la falta de coherencia entre sus actos y su filosofía con el fin de lavar su imagen frente a la opinión pública.
La aspiración a la felicidad, tan subjetiva y personal, debería guiarnos en la vida, para tratar de hacerla lo más agradable posible para nosotros mismos y para aquellos con quienes nos encontremos en el camino.
Feliz Día de la Felicidad. Valga la redundancia.
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