Opinión | Lo veo así

La aventura de la A-7 a su paso por Murcia

La autovía del Mediterráneo se ha convertido en un imposible: todos los días sufre atascos

Imagen de archivo de una retención en el nudo de Espinardo.

Imagen de archivo de una retención en el nudo de Espinardo. / Marcial Guillén / EFE

En los últimos años, las exportaciones de productos de la Comunidad se incrementaron casi un nueve por ciento, y esto, que es una buena noticia, demanda más camiones en la carretera. Camiones que saturan la -ya saturada- A-7, que, a su paso por Murcia, se convierte en una auténtica ratonera que se acentúa antes de llegar al nudo de Espinardo, que se suaviza al pasarlo, pero que no recobra normalidad hasta llegar a la altura de Crevillente -ya en la Comunidad Valenciana-, cuando la A-7 se hace con un tercer carril que permite que los nervios de los conductores que viajan de Murcia hacia Alicante, y más allá, no se disparen. 

Sí, la A-7 a su paso por Murcia se ha convertido en un imposible, porque raro es el día que no se produce un fuerte atasco -que se ha hecho familiar para los usuarios de esta carretera- que pide a gritos el tercer carril hasta Crevillente, que se viene prometiendo hace años, pero, al parecer, solo se contempla desde Alhama de Murcia, cuando, según quienes sufren esa carretera -de manera especial, los conductores de camiones-, debería de proyectarse desde Puerto Lumbreras, porque entre la provincia de Almería y la Región de Murcia se suman más de dieciocho mil camiones frigoríficos. Camiones que han de compartir la autovía A-7, convirtiéndola en toda una odisea para sus conductores, sí, pero también para los conductores de coches, autobuses, furgonetas, porque todos ellos sufren el hecho de que solo se pueda circular por dos carriles

Hace años se anunciaba a bombo y platillo la realización del llamado «Arco Noroeste», que pasando por los términos municipales de Archena, Molina de Segura, Lorquí, Ceutí, Vilanueva del Río Segura, Alguazas, Las Torres de Cotillas, Murcia y Alcantarilla, vendría a proporcionar una gran mejora de accesibilidad a sus poblaciones y a sus núcleos industriales. En definitiva, el Arco Noroeste supondrá un desvío del tráfico de la A-30, procedente del norte hacia Murcia, para dirigirlo directamente al anillo de circunvalación de la ciudad, en el enlace de Alcantarilla, lo que significaría que el tráfico que ahora ocasiona los atascos de la A-7, a su paso por el centro de Región, dejaría de producirse, porque esto se uniría al llamado «Arco Norte», que se configura como un gran baipás de la autovía A-7 -Alicante-Puerto Lumbreras- a su paso por Murcia, que, a su vez, estará conectado al Arco Noroeste por otro baipás que conectará la autovía de Madrid con Alcantarilla.

Y todo esto sonaba, y suena, maravillosamente, pero el tiempo pasa y las cosas parecen ir más despacio de lo que se contaba; hace tiempo nos decían que el Arco Noroeste estaría en funcionamiento el verano pasado. Pero llegó el verano, y después el otoño, y ahora el invierno de nuevo, y caminamos hacia otra primavera en la que continuaremos sin poder disfrutar de esa obra que nos promete más tranquilidad en las carreteras, menos accidentes en las mismas y menos subidas de tensión en los muchos conductores y conductoras que son víctimas de que esas obras prometidas no estén finalizadas. 

Y tanto que no están finalizadas, pues, al parecer, el Arco Norte se encuentra en un estado muy inicial de desarrollo, y el tercer carril en la autovía del Mediterráneo a su paso por la Región no está ni proyectado. Así es que solo podemos pensar que los muchos «cuellos de botella» que se generan en nuestras carreteras continuarán produciéndose y complicando, muy mucho, el trabajo de los conductores, en especial de los camioneros, que tan importantes son en el desarrollo económico de esta tierra -tanto que una sociedad murciana, Primafrio, es la empresa líder dentro del sector del transporte de mercancías por carretera en España-.

Faltan vías a la misma altura.

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