Opinión | Cartagena D.F.
Tentegorra: Competencias e incompetencias
La visita de un alto cargo en plan mesías para rescatar del ostracismo este espacio es una contradicción en sí misma, porque presenta a la institución y a su departamento como el salvador de unas instalaciones que ellos mismos han dejado moribundas

Laberinto del parque de Tentegorra, en Cartagena. / Mancomunidad de los Canales del Taibilla
«Algo muy grande está por llegar». Ya no importa la verdad, solo el relato, un buen titular, una historia bien construida y adornada de grandes dosis de verosimilitud, aunque esté alejada de ser veraz. Ya no importa lo que creamos ni lo que pensemos, sino lo que nos hagan pensar, lo que nos hagan creer. Da igual lo que nos digan un día, porque al siguiente nos cuentan lo contrario, nos convencen de una cosa y la opuesta sin que nos planteemos que no pueden ser ambas a la vez, como si fuéramos incapaces de discernir, de analizar y separar la paja del trigo. De constatar que los mismos que nos anuncian que «algo muy grande está por llegar» en la web del parque de la Mancomunidad de los Canales del Taibillas, son aquellos que han dejado que se deteriore ese algo tan grande, del que, además, se quieren deshacer. Porque ya no importa llevar la razón, sino que te la den.
Lo primero para imponer tu relato es un escenario idóneo, y el parque de Los Canales, sin duda y a pesar de los pesares, lo es. Lo segundo es un portavoz autorizado, con un cargo más o menos rimbombante, cuyo traje y corbata hagan un elegante contraste con el verde de los pinos. Y, por último, dotar al mensaje de la suficiente carga para que resulte convincente, apoyado en documentos firmados por instituciones del Estado. La cuestión es cuáles son más válidos o fiables, ¿los de ahora o los de antes?
La visita de un alto cargo en plan mesías para rescatar del ostracismo este espacio es una contradicción en sí misma, porque presenta a la institución y a su departamento como el salvador de unas instalaciones que ellos mismos han dejado moribundas. Además, anuncia que hasta tres informes recientes imposibilitan que Taibilla se pueda hacer cargo de la gestión del complejo, alegando que excede a las competencias del organismo. Ahora bien, sí que pueden sacar músculo monetario para anunciar una inversión de casi dos millones de euros para mejorar un parque que ellos solitos han empeorado.
El mensaje de que la única opción de salvar el complejo tal y como lo conocemos pasa porque lo gestione el Ayuntamiento -eso sí, mediante una amable y cacareada cesión gratuita- se podría interpretar como una cortesía, pero también como una amenaza o un regalo envenenado, porque no es lo mismo que los dineros para su conservación y mantenimiento salgan de las arcas municipales que de los presupuestos estatales, porque el presente de los dos millones puede ser generoso, pero también pan para hoy y hambre para mañana.
Lo chocante es que se vea como un impedimento legal lo que hace poco más de una década se valoraba como una oportunidad. Y esto no forma parte de ningún relato, sino de un documento tan oficial, o más, que esos recurrentes y oportunos informes que lo único que avalan es el desprecio actual de la Mancomunidad hacia este paraíso natural. Una iniciativa debatida en el Congreso de los Diputados en 2010 dio como resultado la aprobación de una enmienda a los presupuestos de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, que establecía una inversión de 50.000 euros para modificar el reglamento del parque: «La Mancomunidad de Canales del Taibilla dotó a la ciudad de Cartagena de un parque de ocio, singular y único, coincidiendo con la llegada del agua del Río Taibilla para su suministro a la ciudad. Ese parque de ocio «Rafael de la Cerda» es un complejo ambientalmente sobresaliente, donde se puede realizar la práctica del deporte y el ocio. Sin embargo, pese a su carácter público, presenta unas condiciones de uso de otra etapa. Su reglamento de funcionamiento se asemeja a la etapa franquista. Acceso restringido a unas pocas miles de familias, que ni guardan relación directa de consanguinidad con los empleados de la Mancomunidad ni obedecen a criterio objetivo alguno. Se trataría de revisar ese reglamento, transformando su acceso en libre, previo pago de un precio público, sin discriminación de raza o parentesco y tan solo limitado a su capacidad», recoge el texto aprobado en el BOE de hace 15 años.
Los dirigentes del organismo entonces así lo hicieron, y el parque resucitó del olvido, con nuevos atractivos y miles de visitantes los fines de semana. Hasta que, no se sabe muy bien por qué, de repente, las leyes que antes permitían, o al menos no se oponían, a la gestión del complejo por parte de la Mancomunidad, ahora dicen que nones. Vamos, que en el país de las amnistías a medida, de los decretos ómnibus y adalid de la lucha contra el cambio climático es harto imposible modificar un reglamento e incluir un punto para cuidar y preservar el mayor pulmón verde de una ciudad de más de doscientos mil habitantes.
Puede que las cosas no sean blancas o negras, que se llegue a la verdad por varios caminos y que todo dependa, en gran medida, del color del cristal con que se mira. Será que ya no hay realidades incontestables o tal vez que la sinrazón gana peso en los relatos y se impone cada vez más en nuestros mundos. Seguimos atrapados en sus laberintos.
- Investigan la sustracción parental de un niño de 4 años en Molina de Segura
- La tormenta descarga una potente granizada en la Región y causa problemas en las carreteras
- Sepultados en aceite usado de coches, cal viva y sosa cáustica en la nave de Librilla
- La UCAM se suma a #UnMatchxUnaVida para la donación de médula
- Herido de gravedad un joven motorista tras chocar con un coche en Torre Pacheco
- La Comunidad solicita al ministerio de Agricultura ayudas para los cultivos afectados por el granizo
- La Aemet activa la alerta amarilla por lluvias para este martes en la Región
- El granizo daña la madera y hace peligrar las cosechas de los próximos años