Opinión | Murcia D. F.

'Soterrar Ronda Oeste, ¿una solución?', por Lola García

El Ayuntamiento de Murcia y sus estudios se han quedado en la superficie acerca de los graves problemas de contaminación que sufre el municipio al responsabilizar principalmente al tráfico en la autovía

La autovía A-30 a su paso por Molina.

La autovía A-30 a su paso por Molina. / L.O.

La cantinela de que la Ronda Oeste y su tráfico son los causantes de los niveles de polución de esta ciudad no es nada nuevo. Lleva décadas poniéndose encima de la mesa. Tanto se ha dicho y se ha voceado que hace lustros se ingenió una solución estrambótica que suscitó la sorpresa del personal y que no tuvo prácticamente recorrido.

Ideas para arreglar la Murcia cochista ha habido muchas. Desde el tren aéreo que propuso el que fuera presidente de la Comunidad autónoma Andrés Hernández Ros hasta la construcción de una línea de metro, sacar la estación de tren y de autobuses a la zona norte (posteriormente a la zona sur) hasta el soterramiento de la Ronda Oeste, una vía demonizada, que supone una barrera física para los barrios de esa zona de la ciudad y una fuente constante de contaminación y atascos (aunque no la única).

100.000 coches

Fue el empresario y promotor José López Rejas quien en su día lanzó la idea de meter los coches de la autovía bajo tierra, una propuesta estrambótica donde las haya, sin apenas trascendencia. Vista ahora con la perspectiva del tiempo no suena tan descabellada, aunque lógicamente es de imposible consecución por la titánica obra urbanística que habría que desarrollar y la ingente cantidad de millones que habría que destinar.

Sería bonito hacerla desaparecer y construir encima un bulevar verde que uniera los barrios del oeste y sur con las pedanías de esa zona, creando un cinturón ecológico impensable para un municipio que se alimenta de promesas y de echar balones fuera. Y eso es precisamente lo que ha hecho el Ayuntamiento capitalino con sus recientes estudios presentados, en los que culpabiliza de la polución a los más de 100.000 coches que pasan a diario por la Ronda Oeste.

Cierta visión paupérrima esta, debido a que otras mediciones hablan de colapso y contaminación en zonas de la ciudad que no tienen nada que ver con esa Ronda. Y más pobre aún es la solución aportada: que se acaben los arcos norte y noroeste sin que haya quedado demostrado desde hace mucho tiempo que la construcción de carreteras no ha logrado descongestionar esa autovía. Ahí está el ramal que se hizo en el sur para conectar con la autovía del Noroeste.

La Ronda Oeste en su tramo urbano se utiliza como carretera urbana para conectar localidades y no solo para su tránsito hacia otras autovías. Ya se amplió uno de sus carriles de salida hacia Murcia desde el Malecón en una estrategia de acupuntura que quedó incompleta al no haberse realizado las previsiones del PMUS (año 2013) que hizo el alcalde Cámara y la del Plan Muévete del actual regidor. Ambos proyectos han quedado en papel mojado de momento.

El extrarradio

El de Cámara fue ambicioso en sus planteamientos y en las medidas a aplicar para acabar con la Murcia cochista, teniendo el tranvía como motor vertebrador y coordinado con un sistema de autobuses propios y de la Comunidad autónoma que tampoco ha licitado aún sus concesiones, al igual que el Consistorio, y no ha avanzado sobre el área metropolitana, al estilo de otras grandes ciudades que tienen adosados núcleos de población externos.

Hasta se contemplaban en el PMUS caminos escolares para ilustrar a las nuevas generaciones y crearles hábitos sostenibles de transporte y vías para la circulación de peatones e incluso de animales, todo un lujo asiático. El de Ballesta fue más modesto, aunque el Gobierno local lo definió como revolucionario al establecer líneas BTR y tranvibús. Fue presentado en el 2019 y todavía esperamos esa revolución que no llega ni siquiera aunque se haya decretado por ley el establecimiento de las ZBA, las zonas de bajas emisiones que permitirán a los ciudadanos respirar un aire más limpio.

Dicen los populares que están diseñando un modelo propio, un detalle que suena a excusa, puesto que todas las ciudades tienen sus singularidades. No es lo mismo aplicar medidas en Cartagena que en Murcia, en Madrid o Barcelona, aunque pueda haber puntos en común. Por poner un ejemplo, la capital catalana cuenta con más de treinta núcleos empotrados en el extrarradio, un caso parecido al de Murcia que cuenta con pedanías de los alrededores al casco y que podría extrapolar algunas de las soluciones arbitradas en esa ciudad.

Si se hubiera cumplido la mitad de las previsiones establecidas en los planes de movilidad presentados desde hace lustros no haría falta echarle la culpa a la Ronda Oeste. Este municipio habría avanzado en su sistema de transporte y la Murcia cochista hubiera ido a menos con la consiguiente descongestión en las autovías que circundan que, en algunos casos, han hecho una destrucción brutal del territorio hipotecando el futuro de muchas generaciones.

La solución para ser un buen antepasado no es darle más espacio al coche. Todo lo contrario, hay que restarle metros en un ejercicio de valentía. Y casi de épica. Por nadie pase.

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