Opinión | El prisma

¿Es Murcia una región fallida? | Conclusión ineludible

Contando los millones de euros perdidos en tejemanejes, se podría pensar que ese pastizal habría venido muy bien para equilibrar el déficit creciente y permanente de la hacienda murciana, tan perjudicada, repiten cansinamente, por la injusta financiación autonómica

Un avión de Volotea en la pista del aeropuerto de Corvera.

Un avión de Volotea en la pista del aeropuerto de Corvera. / Iván J. Urquízar

El anuncio de que en un año la CARM terminará de pagar la deuda de 137 millones de euros que contrajo cuando se tuvo que hacer cargo del aeropuerto de Corvera incita a echar las campanas al vuelo. Aunque sería mejor hacer una retrospectiva de cuánto y cómo ha costado cada infraestructura de ese mundo feliz que viene prometiendo el PP desde que empezó a gobernar con Ramón Luis Valcárcel a la cabeza.

No parece mal lo del aeropuerto. Pero la púa contraída por la CARM era bastante más alta según las cuentas oficiales, pues a los 137 hay que añadir un préstamo de 40,6 millones ya pagado, y otros 22,2 de intereses.Total, casi 200, según el cómputo oficial. Sin embargo, el PSOE mantiene que es de 300 millones la deuda total que pagada por los murcianos por un aeropuerto que sigue siendo deficitario, que estuvo cuatro años cerrado y que, ahora está más claro que nunca, solo respondía a las ínfulas de grandeza de unos gobernantes encabezados por el ínclito Valcárcel, a la eterna espera de juicio.

Si fuera aplicable lo de cualquier escribano echa un borrón, los habitantes de la RM se darían con un canto en los dientes, por seguir con dichos tradicionales. Pero no es el caso. Un somero repaso a las «realizaciones» de los gobiernos del PP en los últimos 30 años lleva directamente al diván del psicoanalista, o del psiquiatra si nos lo tomamos muy a pecho, con síntomas claros de depresión... financiera.

Las trafulcas empezaron bien pronto, tras la gran victoria electoral de 1995, un año antes de las generales que trajeron el aznarato. A meses de ser inaugurada en diciembre de 1997, se supo que la llamada autovía del Mar Menor costaría 600 millones de pesetas más de lo previsto. Menos mal que no eran euros. Era obvio, además, que de «autovía» tenía solo el nombre que los prebostes se empeñaron en darle: fue el desdoblamiento de la carretera autonómica RM-19, antes, como X, C-3319.

Después, en 2001, en pleno aznarato, se inauguró la Autovía del Noroeste-Río Mula. No se sabe cuánto costó ni costará, porque se hizo con el ensalzado «peaje en sombra» por el cual la Comunidad paga a la empresa constructora según el número de vehículos que la usen durante 27 años. Pero los cucos de la CA hacen pagar el costo a los municipios por los que pasa (Mula, Cehegín Bullas y Caravaca), puesto que cargan a esos pueblos como inversiones anuales lo que cobra la concesionaria: unos 2,6 millones de euros por localidad y año.

Se podría incluir aquí otro fiasco ruinoso del aznarato similar a las famosas Radiales de Madrid: la Autovía Cartagena-Vera, inaugurada en marzo de 2007, tres meses antes de que Zapatero asumiera (o sea, que la culpa no fue suya). Pero ese dispendio sin utilidad no es atribuible directamente a mano murciana, aunque bien que empujaron desde San Esteban y la plaza de Santoña: se suponía que sería el ‘factótum’ potenciador del turismo en la parte sur de la costa regional, lo que aún está por ver.

La verdadera jugada maestra fue la desaladora de Escombreras, por la que la CARM pagó unos 600 millones, cinco veces más de lo que costó, a un entramado de empresas ‘ad hoc’ en torno a la gran ACS de Florentino Pérez. Este tramposo encaje de bolillos con gran perjuicio al erario es el que sentará algún día, en el banquillo, si antes no llega el fin del mundo, a Valcárcel y a su consejero predilecto, Cerdá.

Eso es lo de menos. Lo de más: contando los millones de euros perdidos en aquellos tejemanejes, se podría pensar que ese pastizal habría venido muy bien para equilibrar algo el déficit creciente y permanente de la hacienda murciana, tan perjudicada, repiten cansinamente, por la injusta financiación autonómica. A no ser que ese desahogo financiero también se perdiera por la pésima gestión que provocó los casos relatados y el igualmente atroz manejo de la Hacienda murciana que coloca a Murcia en la cola de todos los indicadores socioeconómicos estatales. Así, es difícil resistirse a concluir ineludiblemente que sí, que Murcia es una región fallida.

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