Opinión | La Feliz Gobernación
'Aquí manda Vox', por Ángel Montiel
El PP anda en dificultades con los Presupuestos y el PSOE está en reconstrucción. Este entreacto facilita a Vox una amplitud de campo que aprovecha para reforzar las fuentes de su electorado con la seguridad de que el PP ha de hacerle seguimiento

Luis Gestoso, Santiago Abascal y José Ángel Antelo. / Juan Carlos Caval
¿Cuántos tiradores de pichón hay en la Región de Murcia? Mejor no saberlo para evitarnos un domingo depresivo, pero debe ser un colectivo importante a juzgar por el interés de Vox, partido poco empático con las minorías, en devolverles la legalidad de su jueguecito. En realidad, es la potente Federación de Caza la que ha actuado como lobby para que los abascales lleven a la Asamblea la iniciativa que ha permitido recuperar esa actividad con el apoyo del PP y la sorprendente abstención del PSOE.
Al parecer, la Región de Murcia es la única de España en que el tiro de pichón estaba prohibido, y esto ha sido argumentado como una excepcionalidad incomprensible cuando en realidad, visto de otro modo, podría ser un timbre de honor y un ejemplo a imitar. «Murcia, la única Comunidad donde no se practica el tiro de pichón» habría sido un excelente lema para promover nuestra buena imagen.
El tiro de pichón está considerado una modalidad deportiva, y en esto parece basarse la legitimidad para restituir su práctica, pero basta ver la sección de Deportes de los telediarios de Antena 3 para constatar que hoy cualquier cosa que conlleve competitividad física, riesgo individual u ocurrencia temeraria merece ser encuadrado en esa categoría.
La caza al revés
Que los cazadores apoyen el tiro de pichón es paradójico, pues se trata de la caza al revés. Un cazador como mandan los cánones sale al campo cuando se abre la veda de unas u otras especies y, atendiendo a determinadas normas, rastrea, acecha y abate, pero todavía permite una vía de escape para la pieza. Sin embargo, el tirador de pichón dispone de antemano de la futura víctima, la coloca en un lanzador, lo activa, y el ave, atontada y mientras intenta recomponer su capacidad de vuelo es interceptada por una bala mortal. Para ejercer esta actividad no es preciso organizar una excursión, salir al monte, oler la naturaleza ni cualesquiera otros ejercicios en los que se justifican los cazadores convencionales. Si se trata de practicar la puntería sobre objetos en vuelo, bien podrían sustituir los animales vivos por pelotas de goma o pájaros de plástico.
Tal vez me equivoque, pero no concibo que, por ejemplo, un cazador de perdices se complazca en disparar a pichones cautivos recién liberados mediante un impacto que los lanza sin orientación para el vuelo y puestos a tiro de escopeta sin libertad para escapar a su destino.
Lanzamiento de enanos
Cada cual es libre de elegir sus aficiones, como al que le da por chupar candados, pero hay algunas cuya exhibición pública parece prescindible, existiendo como existe el tiro al plato para matar el gusanillo (matar el gusanillo, una expresión metafórica que no implica ni siquiera matar a un gusanillo).
Hay que tener mucha paciencia para, mediado ya febrero, dar el espectáculo en la Asamblea de debatir sobre supuestos deportes cuando lo que verdaderamente urge es aprobar las cuentas
Hace unos años trascendió que ciertos ejecutivos norteamericanos celebraban sus éxitos financieros con un deporte no federado, pero que de haberse naturalizado tal vez hoy estaría a la cola de los que aspiran a categoría olímpica. Me refiero al lanzamiento de enanos, similar al de pichones, salvo que los jugadores se privan de disparar al bulto. Lo ilustraba muy bien la película El lobo de Wall Street, de Scorsese, basada, por increíble que parezca, en hechos reales. No se me ocurre comparar a un señor bajito con un pichón de paloma; lo parangonable es la tendencia a naturalizar actividades inadecuadas, feas, irritantes, antipedagógicas.
Tiro al fachón
El diputado de Podemos Víctor Egio respondió a la iniciativa de Vox proponiendo el ‘tiro al fachón’ como mejor alternativa, un juego de palabras desafortunado sin los matices posteriores: en este caso, deberían utilizarse balas de pintura, añadió después. Su intervención ha provocado un cierto escandalillo en el contexto de la actual polarización, y el corte de vídeo ha sido replicado en medios nacionales en los que aparece el trazo grueso sin que se perciba como ironía y, lo que es peor, tapando el trasfondo del debate. Quienes promueven reponer la legalidad del tiro de pichón debieran entender que su actividad les encanta tanto como a otros les repugna, y de esa impugnación no se pueden librar. Que en el ámbito parlamentario se produzcan reacciones radicales a ese propósito parece algo natural aunque la expresión gráfica de lo que se pretendía como una evidente ironía no estuviera suficientemente alicatada. Tampoco se molestan mucho en Vox en aportar matices cuando califican de foco de delincuencia a los centros de los que llaman ‘menas’ o al colectivo de inmigrantes en general. El matiz no es un concepto de uso corriente en este momento político.
Solo una decisión ‘valiente’ del PSOE en apoyo de los Presupuestos podría desatar el nudo gordiano, pero aceptar esto exigiría todavía de mayor ‘valentía’ a López Miras: aprobaría las cuentas, pero ni una cosa más
A tiro de encuestas
Cuestiones como la del tiro de pichón ponen en evidencia que, aunque estemos aparentemente lejos de cualquier convocatoria electoral, las encuestas gravitan en la actividad política tanto como si estuvieran a la vuelta de la esquina, que quién sabe. El PP se suma con toda docilidad a estos ‘caprichos’ de Vox porque le urge aprobar los Presupuestos, y aunque la montaña de condicionantes que van arrimando los abascales parece inaccesible, cuentan con la esperanza de un giro si cambian las estrategias nacionales ante la posibilidad de que el arte malabar de Pedro Sánchez sufra algún accidente irreversible, que todo pudiera ser a la vista de que no se le da lugar para un respiro en su funambulismo sobre el alambre de los pactos y de la corrupción. En ese trayecto, los populares envían señales a Vox de que todavía pueden ser amigos. Hay que tener mucha paciencia para, mediado ya febrero, dar el espectáculo en la Asamblea de debatir sobre supuestos deportes cuando lo que verdaderamente urge es aprobar las cuentas.
Capote de valentía
Por su parte, el PSOE permanece aún entre paréntesis a la espera de que el congreso regional de los primeros días de marzo establezca una nueva estrategia de la mano del flamante secretario general, Francisco Lucas, con la renovación, que se supone profunda, de la dirección del partido y del Grupo Parlamentario, ya sin Pepe Vélez. Mientras tanto, ha preferido significarse con una abstención ante la iniciativa de Vox en el caso del tiro de pichón, por muy simbólico que este asunto sea contra sus políticas de pantalla, ante el temor de sumar en su contra al lobby de la caza que, por otra parte, no parece demasiado afín, aunque muchos socialistas sean practicantes.
Que el PSOE, aunque aún no se note, va a reestructurar su política de oposición viene anunciado en el lema que ha elegido para su congreso: «Valentía para la Región de Murcia». ¿Valientes ante quién? Puede que tengan que serlo necesariamente, en primer lugar, frente al Gobierno central para emitir alguna señal de que anteponen la Región a políticas nacionales que parecen desviarse en favor de los partidos autonómicos que sostienen a Sánchez. El perfil de Lucas, instalado en la dirección nacional, no parece el propio de un rebelde, pero hay ciertas cosas que se pueden pactar para transmitir una sensación de autonomía, sin reproducir el papel de García Page.
De entrada, Lucas ha crecido incluso ante Madrid. Ha ganado en Murcia unas primarias complicadas sin necesidad de que desde Ferraz hayan tenido que emplearse en un arbitraje a lo Negreira. A diferencia de otras Comunidades, en que el sanchismo ha debido empotrar a ministros, Lucas ha salido a flote por sí solo, si acaso con la implícita sensación de que era el candidato oficial, pero sin forzar el subrayado. Para consolidar una sensación de nuevo impulso, el flamante líder necesita que se le proporcione oxígeno. La valentía se demuestra incordiando. Ya veremos.
Tanto PP como PSOE tienen problemas con las fuerzas a sus extremos. En el caso del primero, porque Vox se dispara; en el del segundo, porque Sumar/Podemos se achican y no complementan
Vox campea en la Asamblea
Vox se enseñorea en los entreactos, y es el partido que mejor está instrumentando la política parlamentaria. El PP anda en dificultades con los Presupuestos y el PSOE está en reconstrucción. Esto facilita a los abascales una amplitud de campo que aprovechan para reforzar las fuentes de su electorado con la seguridad de que el PP ha de seguirles. Por dos razones: una, porque en esas fuentes también abreva el partido del Gobierno; y dos, porque no les parece prudente discrepar de Vox en el momento crítico en que lo necesitan para sacar adelante los dichosos Presupuestos.
Pero Vox no atranca. A la eliminación de políticas de acogida para inmigrantes y a la ruptura del pacto con los socialistas en Europa (algo que supera la capacidad de acción de López Miras), suma ahora la erradicación de subvenciones a patronal y sindicatos, lo que se registra en partidas presupuestarias que no están dispuestos a aprobar. Y cada día que transcurre añaden alguna condición más (vuelven a insinuar cambios estructurales en la Ley del Mar Menor), provocando la sensación de que la incompatibilidad con ‘la derechita’ es irreversible. El PP traga y espera y, en iniciativas parciales como la del tiro de pichón, secunda, pero el impasse parece no tener fin. Solo una decisión ‘valiente’ del PSOE en apoyo de los Presupuestos podría desatar el nudo gordiano, pero aceptar esto exigiría todavía de mayor ‘valentía’ a López Miras, que quedaría condenado para siempre por Vox: aprobaría los Presupuestos, pero ni una cosa más.
La gravitación de las encuestas es la clave. Vox crece, y parece que su electorado aprueba el castigo al PP. Y este, aunque avanza notablemente en sus perspectivas, está en una encrucijada: sube con préstamos del electorado socialista (sin duda, por el descrédito sanchista), pero si Lucas reactivara al PSOE tal vez la meta de la mayoría absoluta se haría tortuosa.
Tanto PP como PSOE tienen problemas con las fuerzas a sus extremos, pero por diferente motivo. En el caso del primero, porque Vox se dispara; en el del segundo, porque Sumar/Podemos se achican y no complementan. En la Región, Podemos reproduce el tradicional papel testimonial de IU, pero Vox se hace cada vez más imprescindible para conformar una mayoría de derechas en caso de que los socialistas espabilen y resten préstamos al PP. La mala noticia para el PSOE es que, para gobernar algún día, tendrán que alzarse con la mayoría absoluta, pues a su izquierda le faltan cómplices. Al PP, sin embargo, le sobran. Aunque haya que apoyarlos en algunas cosas tan toscas como el tiro de pichón.
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