Opinión | La Feliz Gobernación

Abascal contra el imperio carolingio

Abascal, en su visita dominical a Murcia, venía de la reunión de los Patriots, y todo su discurso se tiznó de tono europeo, o mejor, antieuropeo

Visita de Santiago Abascal en Murcia este domingo

Visita de Santiago Abascal en Murcia este domingo / Juan Carlos Caval

Cuando Aznar se entrevistó con Bush Junior en Texas salió hablando en mejicano, pues todo se pega menos la hermosura. Abascal, en su visita dominical a Murcia trajo consigo el mismo síndrome: venía de la reunión de los Patriots, y todo su discurso se tiznó de tono europeo, o mejor, antieuropeo, que es de lo que respiran los Patriots.

Dijo que su Antelo y López Miras podrían entenderse muy bien, pero luego llega Von der Leyen y da una orden a Feijóo, que éste a su vez transmite al presidente murciano, y así no hay manera. Esto lo dice el líder del partido que metió y sacó del Gobierno regional a Antelo a capricho de su estrategia nacional y que impone disciplina a los dirigentes de Vox en las autonomías mediante una ley de hierro cuyo único artículo es «aquí mando yo».

Añadió que se siente muy orgulloso de no gobernar en Murcia con el PP, pero se le olvidó recordar que lo hace en casi una decena de municipios de la Región, entre ellos algunos de los más importantes. Y puso nuevas condiciones para su apoyo a la aprobación de los Presupuestos autonómicos, ahora relacionados con la ‘política verde’ europea (ya digo que venía en modo internacional): no se puede colaborar, por lo visto y oído, con un partido que gobierna en Europa en coalición con el PSOE.

Debe ser que es mejor abrazar a Orban a falta de la presencialidad de Putin o calarse la gorra de Trump para meterle aranceles a los productos del campo murciano. Le faltó deplorar que el Gobierno europeo haya tenido en cuenta a Meloni, esa señora de la extrema derecha, qué escándalo.

Abascal sufre ostensiblemente de sobredosis demoscópica agudizada por la resaca triunfalista de los Patriots, y le ha dado un repente de europeísmo inverso con rebote en el libro de cuentas de López Miras. Decidido a tumbar el imperio carolingio, llena con sus huestes los merenderos de la huerta murciana, convertida en una Trump Tower. Solo le falta hablar en mejicano, güey.

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