Opinión | La feliz gobernación
Nueva vida para la Cárcel Vieja
¿Qué mejor uso contemporáneo que la expresión de la cultura, el impulso de la educación o el disfrute del simple ocio se puede hacer en lo que fue el campamento castrense de una dictadura caudillista o el epicentro de la represión?

Ilustración en la que aparecen Francisco Franco, España y calaveras en su subsuelo. / Leonard Beard
Al otro lado del río de donde su ubica la Cárcel Vieja de Murcia se levantan imponentes los pabellones del Cuartel de Artillería, hoy un espacio abierto a la ciudadanía, a cuyas amplias plazas se asoman comercios y cafeterías. Los edificios, antaño cuarteles militares, acogen hoy espacios culturales gestionados por el Ayuntamiento, la Comunidad y la Universidad pública. El antiguo acuartelamiento acogió durante la dictadura de Franco al Ejército que lo sustentaba tras el golpe de Estado del 36. Sin el poder represor de ese Ejército no habría podido existir una Cárcel que recluyera a presos políticos y fuera escenario de torturas, fusilamientos, hambruna y desolación, en definitiva.
Puede decirse, pues, con todo rigor, que ambas instalaciones eran complementarias. Sin embargo, nadie puso la más mínima pega para la reconversión del Cuartel, a pesar de que, por lógica, es un espacio que se identifica con lo que entendemos por ‘memoria democrática’. Los pabellones son ahora plantas diáfanas, intervenidas con recursos de arquitectura contemporánea, de las que ha desaparecido cualquier vestigio de su anterior uso militar, salvo por la evidencia que denuncian las ‘cajas’ externas, de una estética inconfundible y de una solidez a prueba de asedios. Ha desaparecido también, por supuesto, el cerco exterior que aislaba a estos recintos de la población civil.
El PSOE en el gobierno municipal aprueba el proyecto de la Cárcel Vieja, y fuera de él lo denuncia; un ministerio lo financia, y otro lo para. ¿Cómo me la maravillaría yo?, que diría Lola Flores
Cuando uno pasea por esas avenidas, camino de una cita cervecera o de un acontecimiento cultural, no puede dejar de meditar sobre lo hermoso que es disfrutar de la libertad democrática en el escenario que antes fue martillo y símbolo de la represión política. ¿Qué mejor uso contemporáneo que la expresión de la cultura, el impulso de la educación o el disfrute del simple ocio se puede hacer en lo que en otro tiempo fue el campamento castrense de una dictadura caudillista que se prolongó a lo largo de cuarenta años?
Un legado en cada esquina
Cuarenta años. Se dice pronto. Es un periodo más que suficiente para que en casi cada esquina de cada ciudad haya quedado un legado de aquel régimen, alguno más siniestro que otro. ¿Qué hacer? ¿Convertirlos en tótems museográficos intocables de una herida histórica o transformarlos para las utilidades presentes fijando, eso sí, el testimonio de su original procedencia?
Hay fiestas en esta Región declaradas de Interés Turístico Internacional que tienen como escenario lugares en que la memoria de los habitantes de la respectiva ciudad tiene presente, ahora ya por testimonios familiares, episodios innombrables de la Guerra Civil y de la inmediata posguerra que, de ser revividos, todavía hoy podrían crear conflictos de convivencia superados por la asunción colectiva de la ‘reconciliación nacional’, concepto impulsado desde 1956 por el Partido Comunista de España en el exilio, es decir, por una de las organizaciones más represaliadas por la dictadura franquista.

El dictador Francisco Franco, aplaudido en una de sus apariciones públicas. / EFE
Algún historiador ha concluido que el pantano del Cenajo fue construido por mano de obra esclava del franquismo e incluso que algunos de los trabajadores pueden yacer en el interior del encofrado. Terrible. Pero en tal caso ¿habría que derribar la presa o dejarla en desuso? Ni siquiera parece pertinente desenclavar la placa en la que reza un fragmento del discurso inaugural de Franco en que habla de las aguas que regarán «estas ubérrimas tierras», pues es un testimonio gráfico para la Historia de la política del dictador.
Las que sí han desaparecido convenientemente de nuestras ciudades son las placas que bautizaban las calles con los nombres de Franco, sus ideólogos, generales y ministros, pues nada que signifique homenaje a un régimen cuyo dictador aún firmaba sentencias de muerte con su anciana mano temblorosa es soportable para una sociedad plural y democrática. Hay algunas excepciones, como San Pedro del Pinatar, donde el nombre de Queipo de Llano y otros siguen figurando en algunas placas, y recordemos que ese municipio ha sido gobernado en alguna ocasión por el PSOE.
Transformar sin olvidar
Si hubiéramos de ‘respetar’ de manera fetichista los espacios más horrendos de la guerra o de la represión que la siguió no habría lugar por el que pudiéramos desplazarnos. Abro un paréntesis para mi propia memoria.
Nací en la diputación de Río, en Lorca, a muy poca distancia de unas minas de azufre abandonadas a uno de cuyos profundos pozos fueron arrojados en la Guerra Civil cinco frailes salesianos y un sacerdote del colegio de San José tras haber sido asesinados en el brocal por un grupo de anarquistas. Durante mi infancia, una caravana de coches se acercaba una vez al año a aquel pozo para ofrendar, ante una cruz instalada ante él, unas coronas de flores, lugar al que después íbamos los niños a curiosear, a espaldas de nuestros padres, de los que nunca obtuvimos información sobre ese acontecimiento, pues había temor, incluso en la intimidad, a hablar de las cosas de la guerra. Hoy, en ese lugar, me dicen (aquí hablo de oídas), se extiende una planta de reciclaje de basuras.
Cartagena ejemplar
Cartagena es ejemplar a este respecto. El todavía llamado Cuartel de Instrucción de Marinería es hoy la sede de la Facultad de Ciencias de la Empresa y de la Escuela Técnica de Arquitectura de la Universidad Politécnica. Es un edificio magnífico, también magníficamente reconvertido, que en sus orígenes, siglo XVIII, fue bautizado con la inequívoca denominación de Cuartel de Presidiarios y Esclavos y que en las primeras décadas del XX albergó a políticos socialistas como Besteiro o Largo Caballero o a responsables de la proclamación del Estado Catalán en el 34.
Sus hermosas aulas y el inmenso patio interior fueron antaño lugares de sufrimiento para miles de personas, de lo que han dejado testimonio los restauradores al no suprimir de la vista cadenas y argollas con las que se sujetaba a las víctimas, como en una evocación medieval. Aquel nido de mazmorras con personas hacinadas es hoy un espacio de luz y formación, y sin que nadie que cruce sus puertas deje de tomar conciencia del terrible origen del edificio, para más crueldad situado frente al mar, desde donde llegarían un sonido y tal vez un aroma de libertad.
La UPCT ha sido una bendición para Cartagena, además de por las razones obvias, porque ha ocupado con sus escuelas, facultades y dependencias instalaciones militares en desuso, convirtiendo las espadas en lápices, lo cual no es poca maravilla, y con mayor mérito porque la ciudad fue durante el franquismo, dada su situación en el mapa, un emporio de la maquinaria marítima de guerra; todavía lo es de manera estratégica, aunque más moderada, de la Marina democrática.
La Cárcel Vieja
Pues bien ¿qué pasa con la Cárcel Vieja de Murcia? Un lugar de represión y crimen, entendido esto desde la legitimidad imbatible de los defensores de la República democrática frente a la dictadura golpista. El proyecto municipal contempla la creación de un centro cultural multidisciplinar a construir en distintas fases, pues el espacio, localizado en una zona céntrica de la capital, es infinito. Pero no elude, en la segunda fase ya puesta en marcha, la reserva de espacios para datar su anterior uso, así como la reutilización de materiales de las zonas que precisen de derribo.
En la primera fase, ya abierta, inaugurada en la breve etapa socialista, se abatieron las murallas con una sentencia favorable de la Audiencia Provincial contra una denuncia por ese hecho. La continuidad de esta actuación en la segunda fase ha provocado la intervención del Mnisterio de Memoria mediante una comunicación urgente que, sin duda, precisará de algún soporte legal consistente.
Porque lo curioso es que el proyecto fue aprobado por el Gobierno PSOE/Cs, apoyado por Podemos, con que se cerró el anterior mandato, y cuenta con una financiación de tres millones de euros de los fondos europeos Nex Generation a través del ministerio de Vivienda y Agenda Urbana. Es decir, el PSOE en el gobierno municipal lo aprueba, y fuera de él lo denuncia; un ministerio lo financia, y otro lo para. ¿Cómo me la maravillaría yo?, que diría Lola Flores.
Tuits de ayer y de hoy
El exalcalde socialista, José Antonio Serrano, asegura ahora que su pretensión era convertir la Cárcel Vieja en un museo de historia del siglo XX, pero ¿dónde está ese proyecto o siquiera su borrador? Esto lo dice en un tuit; sin embargo, en otro del 23 de junio de 2022, cuando como alcalde inauguró la primera fase, con los muros derribados, afirmaba, también en la red de Elon Musk: «Feliz de ver cómo después de cuarenta años la Cárcel Vieja es integrada en nuestra ciudad como un espacio dedicado al arte, a la creación y a la cultura. Un lugar donde juntarnos para disfrutar del presente y el futuro de Murcia sin olvidarnos del pasado para evitar que se repita».
Es decir, lo mismo que ha seguido ejecutando el gobierno del PP que lo sustituyó. Y sin duda, cuando habla de la ‘integración’ de la Cárcel Vieja en la ciudad, se refiere al hecho de que la instalación haya sido abierta, creando un pasillo tras la acera pública, no interrumpido por muralla alguna. Le ocurre a Serrano como a la aspirante al Oscar que olvidó sus viejos tuits.
(Este exalcalde es una joya. Acudía, cuando era candidato, a todas las manifestaciones en favor de la recuperación del Cine Rex hasta que ocupó la alcaldía y se olvidó del asunto. Cualquier día lo veremos reaparecer en los actos de esa plataforma).
Una muralla y un bar
La vicealcaldesa popular, Rebeca Pérez, contra la ocurrencia sobrevenida del museo de historia, dice que están ejecutando al pie de la letra el proyecto que dejó aprobado el PSOE, sin cambiarle una sola coma, entre otras cosas porque el empleo de los fondos europeos exige plazos de realización que ya estaban al límite y sin cuyo cumplimiento deben ser devueltos, riesgo que ahora se incrementa con la paralización de las obras.

Cascotes del muro derribado de la Cárcel Vieja de Murcia, este viernes. / Israel Sánchez
En el PSOE se han puesto algunos en fila, en redes y en los foros internos, para ver quién es más alabancioso del nuevo secretario general, Francisco Lucas, a quien atribuyen una rápida actuación para que el Ministerio de Memoria paralizara las obras, y con la esperanza implícita de que, como presidente de la comisión de Justicia del Congreso tenga acceso directo a la fiscal de Memoria, la nunca suficientemente bien ponderada Dolores Delgado (¿de quién es la Fiscalía?) para que dé carpetazo al proyecto que ellos mismos redactaron. Tal vez Lucas debiera tener cuidado con aquellos que, de no haber fracasado electoralmente, estarían ahora derribando sin trabas la muralla.
Los dos aspectos del escándalo parecen cifrarse en la muralla y en el gastro-bar. Que los patios de prisión pasen a ser plazas abiertas a las calles adyacentes para el tránsito ciudadano entre los distintos espacios de acción cultural y la ciudad, aun datando su origen, les parece inapropiado, y lo del gastro-bar debe ser un equivalente a convertir Gaza en un resort. Como si salir a tomarse una cerveza al bar de enfrente aliviara el dolor que se sufriera en el interior.
Si algo cabría reprochar al Ayuntamiento es que, aun habiendo consultado para la aprobación del proyecto a toda entidad que pudiera tener algo que aportar se olvidara de las asociaciones de memoria histórica, que tal vez habrían aportado ideas razonables y que, ajenas a su participación, se sienten desplaza das de una actuación que afecta a su propia identidad. Le ocurrió lo mismo al PSOE con su Plan de Movilidad: se olvidó de los vecinos afectados y le llovieron las protestas. Pero aquí no se aprende de la experiencia.
Quedémonos con la canción:
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—Una rosa y un clavel...
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El sable del coronel...
—¡Cierra la muralla!
Es hora de derribar todas las murallas.
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