Opinión | Cartagena D.F.
Mirar por los ojos de Isaac Peral
Juan Ignacio Chacón presentó en la pasada Feria Internacional de Turismo una minuciosa maqueta del submarino Peral, rescatando la nave del olvido y el ostracismo

Noelia Arroyo junto a especialistas en Isaac Peral, entre ellos Juan Ignacio Chacón (tercero empezando por la derecha) junto a la maqueta del sumergible, en Fitur. / AYTO CARTAGENA
Viajar en el tiempo es una quimera, pero nos dicen una y otra vez que la historia es cíclica y ciertos acontecimientos se repiten. Más allá de los tópicos, en ocasiones, se generan circunstancias que nos hacen revivir épocas pasadas, que nos trasladan a las vivencias de personajes de leyenda, como nuestro ahora querido, pero tantas veces denostado, olvidado y hasta despreciado paisano, Isaac Peral. «Hasta hace no muchos años, el primer submarino eléctrico de la historia ha estado catalogado como adorno de fuente y los encargados de su mantenimiento eran los operarios de la empresa concesionaria del agua, que poseían las llaves que abrían sus escotillas para poder acceder a su interior», nos cuenta con esa incredulidad que jamás se esfuma Juan Ignacio Chacón. Ahora, quien es uno de los mayores expertos sobre el sumergible, se congratula de que la nave del ilustre cartagenero se resarciera y se luzca como Bien de Interés Cultural en un espacio propio del Museo Naval de Cartagena.
Las heridas que el olvido y el desinterés ocasionaron al submarino Peral, una auténtica joya de la ingeniería naval de la época, le ocasionaron daños muy profundos, tanto a la memoria de su creador como al prototipo que, pese a su enorme capacidad y valía, jamás llegó a enfilar las listas de buques oficiales de la Marina española. Castigamos y condenamos a la desidia a Peral y a su máquina, pero, afortunadamente, parece que, por fin, nos hemos percatado, casi siglo y medio después, de que hemos de restituir su figura y su proyecto, para que pueda darnos las alegrías que no le permitimos en las postrimerías del siglo XIX. Más vale tarde que nunca.
Podríamos decir que, a veces, se juntan los astros, pero la mayoría de las ocasiones es la pasión de las personas las que acuden al rescate de lo que nunca debió caer en el ostracismo. Uno de esos apasionados rescatadores de nuestra historia es Juan Ignacio Chacón. Si bien otros muchos se han centrado en la vida del inventor cartagenero, él ha volcado todo su entusiasmo en la nave, que ha reconstruido de arriba abajo, por dentro y por fuera, en una maqueta que ha montado con asombrosa minuciosidad y ha hecho de buque insignia en la proyección de Cartagena como ciudad de submarinos en la pasada Feria Internacional de Turismo (Fitur) en Madrid. La singladura hasta aquí ha sido tan compleja como la del propio inventor cartagenero para convencer de las bondades de su prototipo, aunque, tras muchos años de navegación entre planos, dibujos y documentos empolvados y desperdigados por decenas de archivos y bibliotecas de todo el territorio nacional, por fin, puede contar que ha llegado a buen puerto.
Localizó los planos originales del submarino, «encallados» en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. «Cuando supe dónde estaban, los solicité para consultarlos, pero fue complicado. Finalmente, no tuve más remedio que viajar a la capital, y cuando llegué, descubrí que eran 400 planos con dibujos y apuntes por detrás. Lo peor es que, en ese momento, solo me dejaron consultar cuatro, que me daban al azar. No pude verlos todos hasta más de un año después, cuando se digitalizaron», relata Chacón. Las trabas no hicieron más que incrementar su atracción por la máquina y plasmarla en el libro Submarino Peral. Día a día de su construcción, funcionamiento y pruebas, lo que le hizo merecedor, en 2012, del Premio Internacional García-Diego, que otorga la fundación Juanelo Turriano.
La exhibición de la magnífica y detallada maqueta que ha construido en la futura casa-museo de Peral como uno más de sus tesoros es otra de las recompensas a un par de décadas de desvelos submarinos. Aunque, alguien con la energía, el entusiasmo y la pasión de Juan Ignacio jamás dará su misión por terminada. A lo largo de su travesía, se ha topado con otros «astros» cartageneros, como el profesor jubilado del Instituto Politécnico, Juan Abellán. Unieron sus esfuerzos, sus talentos y, sobre todo, su ilusión y pasión por el submarino y se embarcaron en proyectos conjuntos, sin más afán que compartirlos y transmitirlos a otros entusiastas y a todos sus paisanos.

Juan Ignacio Chacón, Maria Jesús Pérez Buendía (directora del centro educativo San Juan Bosco Cartagena) y Juan Abellán. / A. T.
Su última aventura consiste en permitirnos mirar a través de los ojos de Peral, sí, asomarnos por la réplica exacta del periscopio del submarino que ha reconstruido Chacón y ver la realidad tal y como la veía el marino. Tampoco ha sido sencillo reconstruir esta torre óptica como el sistema de observación ideado por Peral para su prototipo. «Dispone de un prisma como el que vimos en los planos del inventor que solo hemos podido encontrar en China y encargarlo allí, pero hemos conseguido que refleje la imagen exterior sobre una mesa a modo de pantalla tal y como la vería Peral. Los submarinistas de ahora me dicen que, si bien la tecnología ha mejorado muchísimo, el sistema de observación es el mismo hoy en día», explica Chacón.
Alumnos del propio Instituto Politécnico y de Salesianos ya han probado esta réplica y se han quedado impresionados. La experiencia va a poder sentirla todo el que quiera gracias a que el Politécnico, de la mano de profesores como Joaquín Sánchez Onteniente, va a instalar una carpa con esta torre óptica del submarino en Itinere 2025, una feria anual organizada por el Ayuntamiento de Cartagena para despertar vocaciones profesionales, que se desarrolla en el auditorio El Batel la próxima semana, el martes 11 y el miércoles 12 de febrero. Estoy convencido de que la iniciativa ya es un éxito y conquistará a los que acudan a disfrutarla. Solo me surgen dos dudas. La primera, ¿qué despertará más vocaciones, la capacidad y genialidad del invento del marino cartagenero del siglo XIX o el entusiasmo y pasión de maestros como Juan Ignacio, Juan y Joaquín? Y la segunda, ¿qué estamos esperando para habilitar en Cartagena un nuevo espacio turístico en condiciones donde instalar esta especialísima y única torre óptica que nos invita a mirar por los ojos de Peral? Quizá sea nuestra única oportunidad de viajar, mejor dicho, navegar por el tiempo.
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