Opinión | Noticias del Antropoceno

'El tabú del Breturn', por Dionisio Escarabajal

"Los estudios más prudentes cifran un 4% de merma del PIB del Reino Unido el efecto del Brexit"

La ministra de Finanzas británica, Rachel Reeves, durante su intervención en la conferencia anual del Partido Laborista, este lunes en Liverpool.

La ministra de Finanzas británica, Rachel Reeves, durante su intervención en la conferencia anual del Partido Laborista, este lunes en Liverpool. / ADAM VAUGHAN / EFE

Si se convocara ahora un referéndum sobre el retorno del Reino Unido a la Unión Europea, una amplía mayoría lo respaldaría. La población lo tiene claro, los políticos lo saben y los medios de comunicación se hacen eco de ello todos los días. La gran pregunta entonces es: ¿Por qué no se plantea? La respuesta es que el Breturn (como ya empieza a conocerse la reversión del Brexit) se ha convertido en el gran tabú de la política británica, aquello que ningún político quiere mencionar en sus programas y en sus discursos. Lo que pone en evidencia el eterno punto débil de los moderados, sean de izquierdas o de derechas. Mientras que los radicales no tienen freno a la hora de proponer estupideces sin cuento e insultar al contrario, los moderados afrontan la política de forma tímida e incluso pacata.

Los laboristas que gobiernan ahora el Reino Unido tras la estrepitosa derrota del Partido Conservador, que ha pagado muy caro en las urnas su pase al lado oscuro abrazando el Brexit, son unos socialdemócratas de libro, moderados y educados. Y no son débiles. Lo demostraron librándose de un plumazo del ala izquierda y de su anterior líder, Jeremy Corbin, una especie de Pablo Iglesias viejuno. Pero definitivamente, no están dispuestos a plantear un nuevo referéndum, por mucho que parte de su electorado y medios tan influyentes como The Guardian se lo reclamen día sí y otro también.

Tiene sentido no abrir heridas que apenas se han cerrado. Pero los actuales dirigentes británicos deberían ser más consecuentes. Los estudios más prudentes cifran un 4% de merma del PIB del Reino Unido el efecto del Brexit. Los efectos positivos (en forma de acuerdo privilegiado con Estados Unidos) nunca llegaron. La Administración demócrata de Joe Biden cercenó cualquier esperanza que tuvieran los británicos (engañados por las falsas promesas de Boris Jhonson y su cuadrilla de demagogos) en ese sentido. Y, desde luego, cualquier acuerdo con la América de Trump (que estos días ha elogiado sorprendentemente al primer ministro británico) sería una imposición en términos humillantes que ningún Gobierno británico en su sano juicio aceptaría.

El Gobierno laborista, con su canciller Rachel Reeves al frente, ha optado por un claro pero aún tibio acercamiento a la Unión Europea. Y ésta, como es lógico, les espera prudentemente en la otra orilla. Son tiempos en los que la moderación no lleva a ninguna parte.

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