Opinión | Las trébedes
Como posos del café
La política, entendida como la gestión de lo público, de lo común, es inevitable y debería preocuparnos que los partidos políticos estén empezando a ser considerados prescindibles

El vicepresidente segundo y conseller para la Recuperación Económica y Social de Valencia, Francisco José Gan Pampols. / Eduardo Manzana/Europa Press
Las noticias en la radio o la tele son como las partículas del café, que revolotean en el líquido hasta que dejamos de remover y entonces van posándose en el fondo. Algunas noticias se quedan flotando durante días o semanas. Por ejemplo, las primeras declaraciones del teniente general Gan Pampols cuando fue designado vicepresidente del Gobierno valenciano para coordinar las labores de reconstrucción tras la tremenda dana del pasado octubre.
Gan Pampols declaró entonces, luego se ve que ha preferido la discreción del silencio al brillo de los telediarios, que como militar su deseo y su disposición eran a servir, pero en seguida pidió un salario que provocó cierto escándalo. También dijo que solo había puesto una condición y era que le dejasen trabajar «sin directrices políticas». Esto último es lo que se ha quedado flotando en el cerebro. Hay que suponer que quiso referirse a la lucha partidaria, a las disputas tan lamentables entre nuestros partidos políticos, de las que estamos tan hartos por su debilidad retórica, lógica y hasta prosódica. Cuán lamentable es que hayamos llegado al punto de que los partidos políticos, cuya función esencial en el funcionamiento de la democracia es canalizar el pluralismo político de la sociedad, se perciban como un problema de tal calibre que se quiera mantenerlos alejados de las cosas importantes. Es decir, que la gente de a pie, entre la que se cuenta esa mayoría de los que han sufrido terribles consecuencias de la tragedia, afirme que no quiere saber nada de «política», cuando en realidad de lo que no quieren ni oír hablar es de los partidos y sus representantes. Seguramente el militar deseaba recibir el apoyo unánime de la gente cuando dijo eso, pensaría estar expresando el sentir general. Al tendero, al electricista, a cualquier trabajador no se le puede pedir el nivel de rigor semántico que sí habría que pedirle a alguien encargado de dirigir la descomunal tarea de la reconstrucción. Porque cómo llamamos a las cosas en parte revela cómo pensamos y en parte configura nuestro pensamiento. La política, entendida como la gestión de lo público, de lo común, es inevitable (siempre habrá alguien que se encargue, sea para el bien común o para interés propio) y debería preocuparnos que los partidos políticos (que son condición ‘sine qua non’ de la democracia) estén empezando a ser considerados prescindibles. Tenemos la preocupación, pero no sabemos qué hacer con ella.
Otro poso flotante se refiere a las declaraciones de un tal ‘Luis Cryptospain’ (Álvaro Romillo). En una entrevista concedida a Ana Pastor que fue emitida en La Sexta, se ponían de manifiesto sus esquemas mentales, llamémosles así a sus ideas sobre cómo funcionan los negocios. Consideraba «normal» prestarse importantes cantidades de dinero (a escala de asalariado) sin más trámite que de mi bolsillo al tuyo; le llamaba «invertir» a pagar a políticos para obtener ventajas… Vamos, que Hacienda y ellos, agua y aceite. Daba la impresión de que se sentía perteneciente a una casta superior, a la estirpe de los triunfadores frente a la cual nos situaríamos todos los que no podemos pagar según qué restaurantes o güisquis o aguas minerales, da igual. Es decir, desde su perspectiva, para los «hombres de negocios» regirían normas diferentes y, sobre todo, las leyes no van con ellos, al revés; están hechas para los muertos de hambre a los que ellos, los «empresarios» y «hombres de negocios», pagan las nóminas, siempre lo menos posible, claro está, porque cualquier gasto reduce la ganancia y ellos no pueden permitirse el lujo de dejar de ser ricos, qué sería de la sociedad. Se desprendía todo esto de sus explicaciones, que daba con naturalidad, soltura y una actitud condescendiente como quien se arma de paciencia para explicar a alguien torpe cosas elementales que parece no entender. Algo parecido vemos a menudo en los discursos de Trump & Cía.
Quizá todo es tan antiguo como los posos del café y resulte cándida esta atónita perplejidad.
Suscríbete para seguir leyendo
- Más de cien personas, en lista de espera en Murcia para 'abandonar' a su perro
- Dos perros de gran tamaño invaden la carretera y provocan un accidente en Cartagena: los confundieron con jabalíes
- Abascal, en Murcia: 'Me siento muy orgulloso de que no formemos parte del Gobierno de la Región
- Detienen 'Reacción en cadena' tras la llamada en directo a uno de los concursantes de Murcia: 'Está viendo el programa
- Un accidente múltiple obliga a cortar el tranvía de Murcia al quedar un coche inmovilizado sobre las vías
- En directo: Marbella-Real Murcia
- Un estudiante de Medicina de la UCAM, en el top cien de España del MIR
- Herido un ciclista tras caer desde un desnivel de 2 metros en la pedanía murciana de San José de la Vega