Opinión | La Feliz Gobernación
'Es el sanchismo, queridos', por Ángel Montiel
Uno predica el relevo generacional y el otro la reactivación de la militancia, pero la clave de la parálisis del PSOE murciano reside en su seguidismo acrítico del sanchismo, que evita la reivindicación autónoma de una agenda regional

Pedro Sánchez. / José Luis Roca
Cito a Aristóteles: «Los jóvenes, a diferencia de los viejos, piensan que ya lo saben todo». Es una reflexión muy oportuna en relación a las primarias socialistas que hoy se celebran, pues uno de los mantras del candidato Franciso Lucas durante la campaña ha sido la apelación al ‘relevo generacional’. El PSOE murciano necesita sangre fresca para escapar del muermo, viene a decir. Puede que él represente ese relevo en cuanto a la edad, pero no tanto por su trayectoria. De hecho, el arranque de su carrera política más allá de su pedanía, El Raal, vino de la mano del sector más veterano del PSOE, los posjumistas. Éstos, para prolongarse, eligieron a Lucas también entonces como estandarte del cambio generacional, pero con ellos detrás. De hecho, sus primeros impulsores eran mucho más veteranos (la mayoría están ya jubilados) que su rival actual, Diego Conesa, de quien nadie diría que se trata de un viejuno porque sea mayor que Lucas.
La reivindicación de la juventud es siempre necesaria, pero por sí misma y como estandarte principal puede sonar a prepotente en una organización que hace tiempo que dejó de seducir a los jóvenes y cuya gran parte de la militancia y suelo electoral no representa precisamente a los sectores más refrescados de la sociedad. Fue el olvidable Albert Rivera quien estableció un listón de edad para el ejercicio de la política, y miren en qué quedó el experimento.
Lo que ha ido pasando
Otra cita, esta más cercana, de María González Veracruz en un acto de apoyo a Lucas: «Yo creo que tenemos que hacer un análisis de lo que ha ido pasando [en el PSOE]». Pues bien, un capítulo de ese análisis nos llevaría a constatar que Lucas ha representado ya en varias ocasiones el papel de relevista, a veces en competencia con otros miembros de su generación que han quedado por el camino, pues en su día no chutaron tanto como sus promotores esperaban. Produce ternura examinar la foto, divulgada en redes, en que el candidato aparece junto a Roberto Gómez y Joaquín López, dos prematuras reliquias que en su día compitieron por representar lo que Lucas quiere hoy. Gómez fue la primera apuesta de los ya mencionados posjumistas, pero como no despuntaba, acudieron al oráculo de Delfos, donde la pita oculta, el gurú Paquito Herrero, les señaló a Lucas: «Probad con este muchacho». No les sirvió (primarias de 2017), ya lo sospechaban, para tomar el poder, pero sí para impedir que lo tomara González Veracruz y sus tovaristas, pues instituido como ‘tercera vía’ volcó sus votos, ya entonces obediente a Ferraz, en la cesta de Diego Conesa.
Panal de rica miel (entonces Conesa era el ‘hombre de Sánchez’ en Murcia) al que se había apuntado también López, a quien los posjumistas no apoyaban porque éste tenía aspiraciones de impulsarse en solitario hasta que hizo las cuentas y constató que las agrupaciones que dominaba no alcanzaban a las que sumaba el entonces eficaz fontanero de Conesa, Pepe Vélez, así que prefirió ser cabeza de ratón. No le fue mal, pues después se le emplazó en un chiringuito muy bien remunerado, hasta que debió ceder la plaza a Javier Mármol, con más respaldo orgánico y, por tanto, más valioso para la irresistible ascensión de Lucas, iniciada no hace mucho con su promoción a la secretaría local de Murcia.
Vélez sin Vélez
‘Ese muchacho’ al que recomendó la pita de El Raal ha hecho carrera como mano derecha de Pepe Vélez, de modo que toda crítica sobre la estrategia del partido (que, según González Veracruz, es muy deficiente en cuanto a la ‘venta’ en la Región de la exitosa política económica y social de Sánchez) lo incluye necesariamente a él. «Me da rabia cuando vengo los fines de semana a Murcia y no se oye [lo que está haciendo el Gobierno de España]», asegura la secretaria de Estado Veracruz. Lo que no se ha oído jamás es una mínima crítica al modo de ejercer la oposición de Vélez, que ahora, sin señalarlo expresamente con el dedo, les parece tan mejorable a todos, incluso a Lucas, que ha sido portavoz parlamentario regional y, por tanto, puntal de las políticas de la ejecutiva del partido. Tampoco Veracruz ha abierto la boca hasta ahora, tal vez por tener claro que la permanencia de Vélez en la dirección del partido era también ‘política de Sánchez’, y ésta es irreplicable.
Sánchez, por cierto, está este finde de ruta por las Comunidades que son ‘territorio comanche’ respecto a su siembra de ministros como líderes territoriales, y no pasará por Murcia, de lo que se deduce que goza de la tranquilidad de que aquí, como decía el conmemorado flebítico, está todo atado y bien atado para el candidato oficialista.
Y es que de Lucas lo que se puede esperar es la política de Vélez sin Vélez, la misma que ha ejercido hasta ahora con Vélez. Porque de todo su discurso, más allá de apelaciones a la unidad orgánica y al relevo generacional, no se desprende una sola línea de actuación diferenciadora.
La juventud es un valor, sin duda, como también lo es la veteranía si se diera el caso, pues los argumentos para primar lo uno o lo otro son intercambiables. Pero respecto a la juventud hay que precisar que la novedad que puede significar reside en la heterodoxia. Si los jóvenes esgrimen la ortodoxia, para qué los jóvenes. En el ‘debate fake’ de esta campaña de primarias, Lucas corrigió en varias ocasiones a Conesa en cuestiones referidas a los estatutos del partido o al itinerario formal que requieren determinadas decisiones, como la de postularse para la presidencia de la Comunidad, así como al recurso demagógico de que es mejor cobrar un sueldo institucional (pagado por todos los españoles) para hacer un trabajo particular (la dirección del partido) en vez de que esta función la financien las cuotas de los militantes. Todo esto está muy lejos del aggiornamento que representaría una aptitud para el cambio, y expresa la rigidez de un espíritu reglado, sin vuelo, es decir, lo contrario de lo que cabe esperar de la insolente juventud.
La prueba más visible reside en las Juventudes Socialistas, una organización supuestamente autónoma que sin embargo vota en las primarias, pero que carece de presencia política salvo para respaldar en todo momento las políticas del partido, y hasta alguno de cuyos dirigentes hace de chófer para Lucas. Puede sospecharse que los votos de esta sección constituyen una reserva para acolchonar los resultados del candidato oficialista en caso de que su oponente espume más de lo calculado por el aparato.
Pero, ¿hay partido?
Tengo la impresión de que fuera del PSOE Conesa obtiene mayores simpatías que Lucas, y debe ser precisamente porque presenta una imagen más madura, y porque habla de «seducir a la izquierda... y más allá». Ese ‘más allá’ es clave, pues sin él los socialistas nunca conseguirán dar la vuelta al calcetín de la Región. Pero también se equivoca Conesa. Es quien más alude a la necesidad de revitalizar la actividad política en las agrupaciones, en dotarlas de contenido, en mantener con ellas desde la dirección una relación continuada. Y es que Conesa no se debe haber enterado de que el partido no existe. No es un motor, sino un soporte. El partido viene asistiendo desde hace mucho tiempo a los cambios de orientación de la dirección federal y del Gobierno sin ser considerado ni consultado, arrastrado por la aquiescencia al hiperliderazgo de manera resignada, tan solo estimulado por la zanahoria del poder, aun siendo éste infructuoso para una gestión compacta, y por el somnífero de la retórica trillada y los eslóganes. Ni siquiera participó en la elección de delegados al congreso de Sevilla, donde Sánchez se coronó con los atributos del Sacro Imperio. La imposición desde Ferraz de los nuevos líderes territoriales abundará todavía más en la desarticulación de cualquier masa crítica, si la hubiera. Menos mal que el mecanismo de las primarias (voto individual y secreto) todavía permite a la militancia acudir a un recurso democrático con tan amplio margen de libertad que, con cierta frecuencia, provoca sorpresas, como en el propio caso de Sánchez en su día.
De Lucas lo que se puede esperar es la política de Vélez sin Vélez. Porque de todo su discurso no se desprende una sola línea de actuación diferenciadora
A toda presión
Pero esto, el dirigismo centralizado, solo acaba de empezar. Lara Hernández, secretaria general de Alcantarilla, ha recibido un mensaje del hoy todavía jefe de Princesa, Pepe Vélez, para que comparezca ante el comité de ética tras haber escrito en eldiario.es un artículo de apoyo a Conesa, sugerencia que no ha recibido, sin duda, Begoña García Retegui, excandidata a la presidencia de la Comunidad, por hacer lo mismo con más desenvolvimiento respecto a Lucas en dicho digital, como tampoco quienes han utilizado la tribuna de La Opinión en este mismo sentido. Debería Hernández justificar las presiones a que alude en ese artículo («Lara, me parece una vergüenza y una falta de respeto al Partido (sic) totalmente intolerable», la amonesta el calasparreño), que por si no fueran pocas, las presiones, digo, han ido seguidas de estas otras, más directas. No es un caso único.
Llama, si cabe, todavía más la atención el comentario en la red interna del portavoz municipal de Murcia, Ginés Ruiz Maciá, en reacción a que la firma de Joaquín Contreras, presidente de la Plataforma Prosoterramiento, aparezca en el manifiesto de más de un centenar de simpatizantes del partido en apoyo a Conesa hecho público el pasado jueves. Dice Ruiz Maciá: «La plataforma ha dilapidado su independencia en un mes. No ya por apostar por uno de los candidatos, sino por involucrarse así en las primarias del PSOE. A ver con qué cara le dicen ahora al PP que es un movimiento transversal cuando les acusen de ser muleta del PSOE . Creo que es un error por su parte». Es un comentario preñado de sectarismo, que quiere expulsar a los observadores progresistas no militantes de los debates internos del PSOE y censurarles su libertad de criterio. ¿También debe parecerle mal que el secretario general de la UGT se haya pronunciado en favor de Lucas, involucrando a una organización a la que, sin duda, no ha consultado al respecto?
Contreras es un héroe popular que en su día recibió satisfacción a su histórica lucha gracias a la decisión de un Gobierno socialista en que confluían Pedro Saura en la secretaría de Estado de Fomento y Diego Conesa en el liderazgo regional del PSOE. Nunca ha ocultado que es progresista, y tiene tanto derecho como cualquiera a opinar sobre lo que ocurra en el espectro de los partidos de la izquierda, como también de la derecha. Lo que pueda decir sobre él el PP es seguro que a estas alturas ya lo tiene amortizado.
Dicen ambos candidatos que hay que ‘vender’ mejor las inversiones del Gobierno central, pero a su vez debieran mostrarse críticos respecto a las ‘desinversiones’
La clave eludida
Lo grave del PSOE murciano es el enfoque de ambos contendientes: que si juventud renovadora, que si cariño a la militancia. Esto importa a nadie fuera del nicho. La clave está en la autonomía de la organización regional para reivindicar políticas que entonen con la demanda ciudadana real. No cabe pedir al PSRM que se catalanice, pero sí que al menos mantenga una cierta autonomía en salvaguarda de los intereses regionales tal como los perciban, sin que éstos bailen al pairo de las prioridades del Gobierno central, y que exprese su desacuerdo cuando resulte inevitable. Dicen ambos candidatos que hay que ‘vender’ mejor las inversiones del Gobierno central, pero por la misma regla de tres debieran mostrarse críticos respecto a las ‘desinversiones’, como las que ahora se manifiestan.
No debieran engañarse. Conesa ganó en su día al PP porque entonces Sánchez representaba una épica de victoria frente a un aparato caduco y transmitía ilusión, de ahí que el PSOE triunfara no solo en las autonómicas, sino también en las generales, europeas y locales. Pero ese Sánchez no es el que ahora se percibe desde la Región de Murcia, lo quieran ver o no. Basar toda su oposición al PP en la defensa de Sánchez les dará a unos o a otros buenos réditos personales, pero a la vez potenciará al PP (véanse las encuestas), con independencia de sus resultados de gestión. Es lo que hay, y lo saben.
El debate de las primarias es fake porque ambos candidatos son sanchistas. Y parafraseando amablemente a Clinton, toca decir: es el sanchismo, queridos.
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