Opinión | Observatorio
Carme Poveda
Más desigualdad: ¿mito o realidad?
La desigualdad salarial se ha reducido pero la población con menores ingresos tiene que hacer frente a un alto coste del alquiler, lo que limita su capacidad de ahorro

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Para medir la desigualdad de renta disponemos del índice de Gini, que toma un valor entre 0 -si todos los ciudadanos tienen la misma renta- y 100 -si una sola persona concentra toda la renta de la economía. En España este índice registró un valor de 31,5 en 2023, el menor nivel desde 2004.
¿Qué explica esta reducción de la desigualdad? En primer lugar, el crecimiento económico de los últimos años, que ha permitido crear una gran cantidad de puestos de trabajo. En segundo lugar, el aumento del salario mínimo y, en tercer lugar, la ampliación de las políticas redistributivas durante las últimas tres crisis (financiera, covid y energética). Algunas de estas medidas son el Ingreso Mínimo Vital, los ertes, las ayudas para combatir la inflación o los impuestos cada vez más progresivos.
La evolución de los salarios que publica la EPA (INE) nos muestra cómo ha cambiado la distribución de los ingresos laborales en los últimos años. Sin descontar la inflación, el salario bruto medio de las personas asalariadas en España creció un 16,9% entre 2018 y 2023, situándose en 2.273 euros al mes en 2023. Pero no todos los colectivos han registrado el mismo incremento. Los salarios han crecido más en los grupos de menor ingreso: mujeres (20,8%), jóvenes hasta 24 años (27,1%), inmigrantes (29%), empleados a tiempo parcial (22,7%) y trabajadores con estudios primarios (29,2%). Todos estos colectivos se han beneficiado del aumento del salario mínimo, que recordemos se ha incrementado un 54% entre 2018 y 2023.
Sin duda, el salario mínimo ha contribuido a reducir la desigualdad salarial, como demuestra que la relación entre el salario medio del decil 1 (el 10% de las personas asalariadas que menos cobran) y el decil 10 (el 10% que más cobra) se haya reducido de 10 a 8,4.
¿Por qué, si la desigualdad se reduce y la economía sigue creciendo, la percepción de la ciudadanía es tan negativa? Por un lado, está el aumento de la inflación y el efecto que ha tenido sobre la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Este fenómeno ha afectado a todos los grupos de renta y, por tanto, no queda reflejado en el índice Gini de desigualdad. Entre 2018 y 2023 la inflación ha subido un 16,1% y el salario medio un 16,9%, por lo que el salario real (descontada la inflación) prácticamente está igual que cinco años atrás. Por otro lado, el fuerte incremento del alquiler ha afectado a la capacidad de consumo y ahorro, especialmente de los nuevos hogares. En el quinquenio 2018-2023, el alquiler medio en España ha aumentado un 21%, y si sumamos 2024, el incremento alcanza el 35%, muy por encima del incremento del salario real. Los jóvenes son el colectivo más afectado (también los inmigrantes), ya que cada vez viven más de alquiler porque no pueden acceder a la compra. La proporción de jóvenes que son propietarios de vivienda se ha reducido a la mitad en 10 años: del 69% en 2011 al 32% en 2022.
En definitiva, la desigualdad de renta se ha reducido, pero es solo parte del problema. Para garantizar el progreso económico de una sociedad y el de las futuras generaciones también hay que tener en cuenta la distribución de la riqueza acumulada (inmobiliaria y financiera). A priori existe una relación positiva entre la desigualdad de renta y la desigualdad de riqueza, porque las personas con mejores rentas pueden adquirir más patrimonio, lo que les ayuda a obtener más rentas, ampliando así la diferencia respecto a los que no tienen capacidad de ahorro para invertir. Sin embargo, parece que esta relación positiva entre las dos desigualdades se ha debilitado los últimos años, porque la reducción de la desigualdad de renta no ha ido acompañada de una reducción de la desigualdad de riqueza. El principal motivo es que la población con menores ingresos tiene que hacer frente a un alto coste del alquiler, lo que limita su capacidad de ahorro y de formar un patrimonio, mientras que quien ya tiene el patrimonio incrementa cada vez más sus rentas (de alquiler y financieras) y la acumulación de riqueza.
Por eso es importante atacar, a la vez, la desigualdad de ingresos para dar oportunidades a toda la población según sus capacidades y formación, y al mismo tiempo, realizar una política de vivienda que permita a la clase trabajadora ahorrar y aumentar su riqueza patrimonial, lo que garantizará no solo su progreso económico sino también el de las siguientes generaciones. Así ha sucedido en el pasado y así debería seguir siendo en el futuro.
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