Opinión | La Feliz Gobernación

Debate del PSOE 'fake'

El PSOE ha preferido escenificar una apariencia de debate con dos preguntas genéricas cuyo desarrollo apenas requería moderación antes que aceptar la invitación de los dos medios de prensa impresa en la Región

Lucas y Conesa, en el debate de las primarias

Lucas y Conesa, en el debate de las primarias / Israel Sánchez

El debate celebrado ayer entre los dos candidatos a la secretaría general del PSOE murciano es probable que interesara mucho, poco o nada a los militantes del partido (a la escasa minoría más o menos activa de la totalidad de los que constan, por lo demás exigua), pero es improbable que mereciera alguna atención fuera de esa burbuja partidista. Se dirá que es lo que corresponde, pues el cuerpo electoral en este caso es el censo militante, pero esto incide en el enroque estructural de los socialistas, cuya actual dirección residual no está dispuesta a aprovechar la ocasión de las primarias para afrontar la realidad regional al margen de sus propias cuitas internas.

El PSOE, es decir, el aparato actualmente existente, ha preferido escenificar una apariencia de debate con dos preguntas genéricas cuyo desarrollo apenas requería moderación antes que aceptar la invitación de los dos medios de prensa impresa en la Región, en espacio exterior a la sede regional, con público participativo en que los aspirantes a la secretaría general se habrían debido someter a preguntas abiertas, repreguntas y definiciones de posición más allá de la retórica políticamente correcta en que la única chispa surge de alusiones crípticas y sobreentendidos para quienes están al alcance de la pequeña política de partido.

Como principio de cambio, reactivación y transparencia, el debate de ayer fue algo así como la casa de la señorita Pepis, un juego de muñecas dirigido a una militancia concebida como guardería infantil.

Todo lo que es importante en relación a la subsidiaridad del PSOE en el marco de la política murciana fue eludido en un debate autista y autocomplaciente en que se soslayó la verdadera razón de su marginalidad: el seguimiento marcial a una estrategia discriminatoria de los ciudadanos del país porque no se considera a éstos, sino a los territorios, y entre ellos a los que aportan apoyo a la estabilidad del Gobierno socialista, y donde, claro, Murcia es cero y aparte.

Por tanto, las apelaciones a la militancia, tan residual que en parte es inevitablemente cautiva; a la unidad (menos mal que solo son 5.200) o al relevo generacional (el tipíco rollo del empoderado treintañero que concede piedad al consejo de veteranos, vulgos ancianos) son señuelos tan clásicos como impostados. Si el PSOE se quiere engañar a sí mismo con un falso debate en que esquivan sus verdaderos problemas, allá el PSOE.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents