Opinión | Nos queda

El matón

Aun ciegos, como millones de personas que lo alzaron en el poder, habrá que intentar poner algún tipo de límite ante tamaño personaje

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. / EFE/CRISTOBAL HERRERA

Ya lo demostró con su propio país, supuesta cuna de la democracia americana. No ganó y dio un golpe de Estado.

Hoy, refrendado a pesar de estar condenado por más de 30 delitos y de, como diría él, su senectud y otras cualidades psicológicas que están a la vista, es el único mandatario mundial capaz de amenazar abiertamente a sus vecinos y a sus supuestos aliados. Ni los terribles Vladímir Putin o Xi Jinping osan hablar directamente de anexionarse los Estados con los que conforman frontera, tal y como lo hace el desafiante Trump con Canadá, México o su cercano Panamá.

Si, ciertamente, Europa debe a Estados Unidos la resolución de las denominadas guerras mundiales, con el nuevo presidente es posible que también le debamos el inicio de otra a tenor de la amenaza de invasión de Groenlandia (Dinamarca), los intentos de desestabilización de Gran Bretaña o las alianzas claras de su lugarteniente Musk con los fascistas italianos y los nazis de Alemania. Todo ello, sin contar con un primer ataque económico a través de aranceles que, entre otros daños colaterales, supondrá un golpe a la producción hortofrutícola de regiones como la murciana.

Y aún no ha tomado posesión. Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, como tituló Rafael Sánchez Ferlosio una de sus obras. Este pistolero promete superarse, incluso, día a día, aunque él mismo ya prometió una inauguración por todo lo alto, una jornada sin ley, a la que, no obstante, tiene domeñada.

Ante esta pieza y este tablero, está por pensar la respuesta si aún es posible. Aun ciegos, como millones de personas que lo alzaron en el poder, habrá que intentar poner algún tipo de límite ante tamaño personaje. De momento, su Gobierno de negacionistas, poderosos y ricos tienen garantizada vía libre, sin límites, para hacer negocio y eliminar a los que no piensen como ellos. Es el enemigo público número uno. De miedo. 

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