Opinión | Mamá está que se sale
Macondo
Déjame devorar el libro, aunque sea a través de la serie
No me quites también tú la ilusión de descubrir el realismo mágico de García Márquez, aunque sea a través de una serie de Netflix. Sé que parece un sacrilegio creer que se puede representar en la tele un universo literario que mereció un premio Nobel. Pero, si te sirve de consuelo, esa serie me ha hecho mucha compañía mientras estaba con gripe. Y sí, es verdad que es imposible, o al menos muy difícil, plasmar en un escenario, con actores y figurantes, lo que alguien con sus palabras ha conseguido que se representara en tu mente. Es como si quisiéramos representar el sabor de la tierra que le da por comerse a Rebeca, o el olor de la ciénaga sobre la que se construyó Macondo, ese asentamiento milagroso en mitad de la selva, increíblemente dispuesto por José Arcadio Buendía, en el que todas las casas estaban bien orientadas para tener luz y todas las calles estaban bien planteadas. El lugar al que llegaron Melquiades y los gitanos, atraídos por el cantar de los pájaros que le dio por coleccionar a José Arcadio. Seguramente la serie no le llega al libro ni a la suela del zapato, pero a mí me ha servido para acercarme a una historia de la que no sabía nada de nada.
No sé por qué, la novela no ha llegado nunca a mis manos, a pesar de que sí recuerdo habérmela cruzado en el camino. Pero el encuentro definitivo nunca se ha dado. Soy muy de pálpitos a la hora de elegir libro, así que unas veces leí, al final, otro libro, o bien cuando lo pude leer no me llamó con la suficiente fuerza. Y no será porque no me gustaba Gabriel García Márquez. De pequeña, vino a mí Relato de un náufrago. El título lo dice todo, pensarás. Pero no. Pocas historias de aventuras te tienen tan en vilo como esa. Desde que se cae del barco, hasta que se atreve a alcanzar a nado la orilla, le pasa de todo. Y una vez rescatado y vitoreado como un héroe, entonces se convierte en un auténtico náufrago, aunque estuviera en tierra firme, abandonado por todos y sin tener ni donde caerse muerto. Así que entiendo perfectamente lo difícil que sería plasmar eso en una peli y seguir siendo fiel a la historia.
El caso es que, siendo una novela tan, tan conocida, y yo tan aficionada a la lectura, me parece muy curioso no saber ni siquiera de qué iba la historia. Así que me da igual la ortodoxia. He cogido la serie con el ansia de descubrir cada página del libro. Los que se rasgan las vestiduras por semejante herejía no se dan cuenta de que estoy sufriendo con Arcadio, que no sabe quién es, cuando en realidad es nieto de sus padres. Que me encanta Aureliano, me parece el ser más bueno de la Tierra. Que quiero saber en qué queda la historia de Pietro con Rebeca y Amaranta, ambas enamoradas de él. O que sigo «trastorná» desde que vi a Rebeca llegar, abrazada a un saco que llevaba los huesos temblorosos de sus padres.
Así que, por favor, silencio. Déjame llegar al final y descubrir (manías que tiene una) por qué a esta historia Gabriel García Márquez le llamó Cien años de soledad.
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