Opinión | Aniversario

Ernest Folch

Sánchez vuelve a la cocina de fusión

Poner otra vez a Vox, el PP y el rey delante del franquismo le permite a Sánchez recuperar el control de la agenda

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el rey Felipe VI.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el rey Felipe VI. / C. Ortiz / Europa Press

Si Pedro Sánchez fuera un restaurante, tendría dos platos marcados con una estrellita como «especialidades de la casa». El primer plato típico de este mesón sería «Reivindicación de la memoria histórica» y el segundo, «Confrontación con la extrema derecha». En este inicio de año, Sánchez ha decidido perfeccionar la receta y unirlos en un solo plato imbatible: se ha sacado de la manga la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Franco como excusa para celebrar la llegada de la democracia, y efectivamente ha logrado su objetivo. No solamente ha agitado a Vox y a sus simpatizantes, sino que ha conseguido otro efecto colateral, como es el de incomodar al PP, siempre molesto cuando tiene que enfrentarse a un franquismo al que solo ha condenado burocráticamente y con la boca pequeña. Los populares, presionados por Vox y Ayuso por la derecha y por el resto del arco parlamentario por la izquierda, se encuentran con la dictadura de Franco en medio de un sándwich fenomenal del que no saben cómo salirse desde hace décadas.

El propio Feijóo, preguntado por el aniversario peliagudo, despachó el asunto con un patético «¡Qué pereza dan!», y confirmó que efectivamente no irá al acto inaugural porque no sabe qué hacer con este asunto. Quien tampoco acudirá es el rey Felipe, con la manida excusa de «problemas de agenda», aunque desde la Zarzuela, para salvar la cara, aseguran la presencia del monarca en otras citas menores de las celebraciones. 

No hace falta ninguna lectura profunda entre líneas para vislumbrar la molestia que ha causado en la Casa Real la invitación a este acto, y quizás el rey y los que le aconsejan han empezado a entender que sus periódicos guiños a la ultraderecha, que practican desde hace tiempo, no son una buena idea cuando el Gobierno elegido democráticamente resulta ser una coalición de izquierdas. Ni fue lo más protocolario el descarado lenguaje no verbal de rechazo del monarca el día del juramento de Pedro Sánchez ni pareció muy normal seguir con la visita en Paiporta tras la agresión al presidente. ¿Poner a Felipe delante de Franco es la sutil venganza de Sánchez, después de los desaires reales? No lo descarten. En un momento delicado, en el que intuye que tendrá serias dificultades para aprobar los presupuestos, y se encuentra cada vez más presionado por el flanco de Junts y Esquerra, Sánchez ha sacado de su cocina la fusión de sus dos grandes platos, y de momento los resultados no son nada desdeñables. De una tacada ha logrado irritar a Vox, al PP y al rey, y de paso subrayar la cercanía ideológica entre los tres. 

Detrás de ellos, como siempre, la horda de hienas mediáticas ha terminado de pintar el lienzo ultra que soñaba el presidente. Para perfeccionar su obra, ya solo faltaría que apareciera el juez Peinado declarando inconstitucionales los actos a favor de la democracia. Sánchez terminó el año agobiado y con problemas para imponer su agenda. Con el comodín del 50 aniversario de Franco, puede que acudan a su rescate todos los que en realidad le odian. Una estrategia tan previsible como infalible.

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