Opinión | Las fuerzas del mal

Epifanía

Todavía nos queda mucho para conseguir, aunque Cayetana Álvarez de Toledo no nos lo perdone jamás, que la única epifanía que interese sea la famosa princesa, Epifanía de Mónaco

Un mensaje en clave de humor en balcones de un barrio de Barcelona.

Un mensaje en clave de humor en balcones de un barrio de Barcelona. / X

Fernando Blasco, profesor de Matemáticas de la Universidad Politécnica de Madrid, nos llama la atención sobre la naturaleza del número 2025: es un número cuadrado del 45, que es la suma de los nueve primeros números, y 2025 es la suma de los cuadrados de los nueve primeros números. Dada esa cabalística tan numérica, el augurio especial de la rima rijosa, para todos los números terminados en 5, salvo el quince, tiene muy mala pinta para este año, sobre todo considerando que el último año cuadrado, el 44 x 44, fue 1936. Parece que nos la van a hincar, pero bien, y ojalá me equivoque.

Es lo que tienen las epifanías, que aunque parezcan certeras, siempre te dejan con la duda. Antes de Navidades, estaba hablando con una testigo de Jehová que me señalaba la ambigua naturaleza de la estrella de Belén. Todos hemos dado por hecho que era una señal divina, pero ¿era de verdad necesario que hiciera pasar a los magos por Jerusalén para preguntar a Herodes el Grande por dónde había nacido el rey de los judíos? Era una pregunta peliaguda para ir a plantearla allí precisamente, como echar herida en la sal o ir a meter el dedo en el ojo, dado que el propio Herodes era rey, por obra del Senado Romano, de esos mismos judíos, que mucha gracia no le iba a hacer y, de hecho, se lo tomó de la peor manera. Quizás fue una prueba de Dios para el propio Herodes, porque los caminos del Señor son, ya saben, inescrutables. Por eso conviene poner las luces largas, no vaya a ser que nos topemos con algo.

La que parece que ha topado ha sido La Vaquilla del Sagrado Corazón con la sensibilidad a flor de piel de los Abogados Cristianos y de toda la machocristofera que se ha llevado la mano al collar de perlas porque ese mensaje ha sido lanzado desde la televisión pública, pagada con el mismo dinero público que paga 11.000 millones de euros a la Iglesia Católica. Lo curioso es que los que se escandalizan de esa estampa adoran el icono de Ayuso imitando a la Dolorosa, o algunos idolatran a Messi. Otros no lo idolatran, lo que hace cierto el dicho: quien no conoce a D10S, a cualquier santo le reza. Y si ven a la madrileña inmaculada, ignoran convenientemente la resurrección de tintes cristológicos del Perro Sanxe. Vamos a ver, ¿se pueden o no se pueden hacer bromas? Un poco de coherencia, caballeros.

Es que no nos atrevemos con Mahoma. Tiempo al tiempo, que nos ha costado moderar la presencia del cristianismo en la vida pública y política toda una edad moderna y gran parte de la contemporánea y, aun así, no las tenemos todas con nosotros. Todavía estamos con la laicidad, o aconfesionalidad, del Estado. Ayudaría un montón, eso sí, que en las escuelas no se diera ningún tipo de religión, pero todavía nos queda mucho para conseguir, aunque Cayetana Álvarez de Toledo no nos lo perdone jamás, que la única epifanía que interese sea la famosa princesa, Epifanía de Mónaco.

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