Opinión | Café con moka

Presente

No me convence aquello de «poco tiempo pero de calidad». Sin duda, cada uno tiene sus propias circunstancias, y siempre será eso mejor que un progenitor ausente, indolente y/o apático

No me tomo ni un café al día en calma. A veces ansío y anhelo esos diez minutos de degustación y silencio durante toda la jornada, pero raramente encuentro el momento. Son la excepción en mi rutina. Desde que amanece, trato de madrugar mucho en la mañana para tomarlo mientras en casa aún duermen, pero siempre hay algún pequeño que entre mi ducha y la posterior bebida aromática me solicita y requiere. En las siestas confío en que podré adelantar mi lectura entre sorbo y sorbo, mas son tantas las labores y quehaceres y tan poco el tiempo… Y cuando cae la noche, cada vez me puede más temprano el sueño.

Sé que esta es la historia de vida de muchas madres y padres que intentamos trabajar, vivir, progresar y, a la vez, criar de forma consciente y presente. Y, claro, seguro que se puede hacer de muchas otras maneras y formas, pero hemos elegido hacerlo priorizando aquello que aunque ahora mismo no parezca lo más importante, necesario y urgente, sabemos que, sin duda, llegará el día en que tenga un sentido especialmente trascendente.

Hablo de poder recogerlos cada día en el colegio. De estar en casa cuando despierten. De acurrucarlos en la cama y leerles un cuento. De disfrutar las comidas y sobremesas, aunque en ocasiones sea entre reniegos y protestas. Y reconozco que mentiría si no dijese que esto, muchas veces, me provoca estrés e irritación, además de frustración por lo no logrado, lo postergado y las renuncias.

No me convence aquello de «poco tiempo pero de calidad». Sin duda, cada uno tiene sus propias circunstancias, y siempre será eso mejor que un progenitor ausente, indolente y/o apático. No se trata de juzgar otras prácticas. Pero lo que a mí me vale es no perderme una actuación del colegio; acompañarles en cada, recurrente, pero dramática, vacuna; acudir a las tutorías escolares para seguir, celebrar y compartir sus logros; sostener sus febriles frentes en cada proceso viral; festejar y darle valor a cada «primera vez», desde el primer paso o palabra hasta la caída de un diente.

No solo se trata de posibilidades, sino de una elección. Decisión que implica reorganizarse, reestructurarse y postergarse, porque he aplazado y declinado oportunidades laborales y proyectos. He resuelto centrarme en su infancia creyendo, o confiando, que para lo demás ya habrá momento.

Y es que lo que para mí importa es poder estar, ahora que me necesitan, sabiendo que llegará el día en el que ya no podré estar presente. n

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents