Opinión | La Feliz Gobernación

Casado y Lobato, vidas paralelas

El popular y el socialista han caído en desgracia por incordiar a Díaz Ayuso y a Pedro Sánchez, respectivamente

Pablo Casado y Juan Lobato.

Pablo Casado y Juan Lobato. / L.O.

Con los políticos del PSOE y del PP se podría escribir una serie literaria como las Vidas paralelas de Plutarco. Uno de los capítulos, el más reciente, reuniría a Pablo Casado y a Juan Lobato, caídos en desgracia por incordiar a Díaz Ayuso y a Pedro Sánchez, respectivamente.

Los socialistas no pierden ocasión (Sánchez ante Feijóo en el Congreso con gran frecuencia) de poner en duda el compromiso de los populares contra la corrupción, ya que se cargaron al anterior presidente del partido, Pablo Casado, tras que éste denunciara a la presidenta madrileña por haber favorecido supuestamente unas contratas de su hermano.

Pero ahora, en el mismo escenario, la Comunidad madrileña, se disponen a fulminar al secretario general del PSOE, Juan Lobato, por haber tenido éste la precaución de poner bajo notario los mensajes recibidos desde Moncloa para que utilizara en sede parlamentaria un documento contra el novio de Ayuso que, por su naturaleza (relaciones con Hacienda) no puede ser revelado desde ninguna instancia del Estado. 

Al margen de leves diferencias, el paralelismo es notorio: la denuncia explícita o implícita de prácticas corruptas, incluso la protección ante ellas, en el interior de los partidos está vetada a los miembros de los mismos, que son relegados al ostracismo, pues su función no consiste en rechazar actitudes presuntamente mafiosas, sino en aceptarlas en el interno y desmentirlas para el exterior. Quien se sale de ese carril será liquidado.

Otros tomos de esta colección podrían titularse Bárcenas/Koldo, Rodrigo Rato/José Luis Ábalos, Francisco Correa/Víctor Aldama, Dolores Cospedal/Santos Cerdán, Fernández Díaz/Grande Marlaska, e incluso Carlos Mazón/Óscar Puente en cuanto a eficacia en la gestión, aunque es cierto que hay algunas individualidades difíciles de emparejar, como Begoña Gómez o el Fiscal General del Estado, García Ortiz, prueba fehaciente de que no todo está escrito de antemano y de que el lado oscuro de la política siempre es capaz de aportar novedades individuales. Se precisa un Plutarco de nuestro tiempo.

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