Opinión | Allegro Agitato

Violinista y catedrático de música de cámara

Días de ira

La misa de difuntos por antonomasia es la misa de réquiem y hoy me voy a centrar en una de sus partes más importantes, el ‘Dies Irae’, una secuencia cantada de origen medieval que toma la forma de himno litúrgico

Pantocrátor, Maestro de Tahull (ca. 1122). Museo de Arte de Cataluña.

Pantocrátor, Maestro de Tahull (ca. 1122). Museo de Arte de Cataluña. / Didier Descouens

En España tenemos la hermosa tradición de condenar a las personas al infierno en vida para encontrar sus muchas virtudes y beatificarlas con el cuerpo aún caliente en el lecho de muerte. Y eso, morir y llegar al paraíso, unos antes y otros después, es lo que recordamos durante los dos primeros días del mes de noviembre. Siguiendo con tradiciones, aunque la de Halloween ha colonizado como especie invasora nuestras tierras (sin duda, el mayor logro del bilingüismo en nuestro país), todavía en nuestros días es mayor la costumbre de visitar las tumbas de nuestros difuntos el 1 de noviembre. Este es el Día de Todos los Santos, el de aquellos que, sin ser oficialmente santos, gozan de la vida eterna en presencia de Dios. Por contra, el 2 es el de los Fieles Difuntos, en el que se reza por quienes han acabado su vida terrenal y se encuentran aún purificando sus pecados en el purgatorio. La Iglesia pone a nuestra disposición algunos recursos para que podamos ayudar a las almas a acelerar su paso por el purgatorio: nuestras oraciones y las misas. La misa de difuntos por antonomasia es la misa de réquiem y hoy me voy a centrar en una de sus partes más importantes, el 'Dies Irae', una secuencia cantada de origen medieval que toma la forma de himno litúrgico.

Durante mucho tiempo se había atribuido su autoría a Tomás de Celano, monje franciscano, amigo y biógrafo de San Francisco de Asís que vivió en Italia en el siglo XIII, aunque parece que este solo transmitió una versión ligeramente reelaborada y completa de otro poema más breve y antiguo de finales del siglo XII, descubierto cerca de Nápoles. Fue en esta época cuando se integró en el ‘corpus’ gregoriano. Sus versos son posiblemente los más conocidos de la literatura en latín medieval. El texto habla de la ira de Dios en el día del Juicio Final, cuando se producirá el regreso de Cristo que juzgará los actos de todos los hombres y los condenados serán arrojados a las llamas eternas. La temática forma parte de una corriente medieval de predicar a través del miedo. Este canto llano o gregoriano en modo dórico comenzó a incluirse en la misa de réquiem en Italia a partir del siglo XIV. El motivo musical del himno es muy característico y permite su elaboración y armonización dentro de la música tonal. Los préstamos usan, por lo general, solo las siete primeras notas e incluso las cuatro primeras, que son suficientemente distintivas. El 'Dies Irae' forma parte de la mayor de las misas de réquiem escritas con posterioridad y esta melodía se ha insertado en muchos de ellas. Precisamente, por este motivo voy a dedicar un pequeño apartado no a estas, sino a otras obras musicales cuyo contenido no es estrictamente religioso y que tienen relación con la noche de difuntos o con el tema de la muerte.

Pantocrátor, Maestro de Tahull (ca. 1122). Museo de Arte de Cataluña.

Pantocrátor, Maestro de Tahull (ca. 1122). Museo de Arte de Cataluña. / Didier Descouens

Una de las citas más conocidas es la de Hector Berlioz en su Sinfonía fantástica de 1830, en el movimiento titulado El sueño de una noche de Sabbat, donde el 'Dies Irae' irrumpe en medio de un baile de brujas. Franz Liszt asistió al estreno de la sinfonía y quedó fuertemente impresionado, tanto que en 1849 compuso Totentanz (Danza de la muerte), un conjunto de variaciones para piano y orquesta sobre este motivo. Al igual que Berlioz, Liszt utiliza el efecto ‘col legno’ (golpear las cuerdas con la vara del arco) para imitar el ruido de los huesos entrechocando. Camille Saint-Saëns utilizó este tema en varias de sus obras, como en su Danza macabra de 1874. Para este poema sinfónico se inspiró en una leyenda según la cual la muerte aparece a medianoche del Día de Difuntos y convoca a los muertos para que salgan de sus tumbas y bailen para ella mientras toca el violín. Sin duda, el compositor que más usó el 'Dies Irae' fue Serguei Rachmaninoff. Como ejemplos, es el tema principal del primer movimiento de su Primera sinfonía (1895), lo emplea en el poema sinfónico La isla de los muertos (1909) y en la Rapsodia sobre un tema de Paganini (1934), en este último caso porque se decía que el violinista genovés había vendido su alma al diablo.

El 'Dies Irae' nació en un contexto en el que se buscaba la conversión a la fe cristiana por el miedo a la condenación tras la muerte. Sin embargo, con el paso de los siglos la visión de la Iglesia fue cambiando hasta que en 1969, tras el Concilio Vaticano II, la secuencia desapareció de las misas de difuntos, por lo menos de la liturgia habitual. Se remplazaron estos textos por otros que infundieran esperanza y fe en la Resurrección. Quizás por eso no deba sorprendernos que esta melodía, utilizada en el cine en películas trascendentes como 'Dies Irae' (1943) de Carl Theodor Dreyer, El séptimo sello de Ingmar Bergman (1956) o Fascinación de Brian De Palma, en los últimos tiempos haya aparecido incluso en películas Disney como El jorobado de Notre Dame, El rey león o alguna de la saga Piratas del Caribe. Al igual que Halloween ha edulcorado la festividad de difuntos, posiblemente el infierno ya no sea tan terrible como pensaron nuestros antepasados. 

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