Opinión | Pulso político

O Sánchez o la dignidad

Poco a poco se han ido desvelando los términos del vergonzoso pacto encapuchado de Pedro Sánchez con Bildu

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el desfile del Día de la Fiesta Nacional por el Paseo del Prado de Madrid.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el desfile del Día de la Fiesta Nacional por el Paseo del Prado de Madrid. / Chema Moya

Se llevó con absoluto oscurantismo, pero poco a poco se han ido desvelando los términos del vergonzoso pacto encapuchado de Pedro Sánchez con Bildu para asegurarse el respaldo de los herederos de ETA a su investidura. Unas cesiones por las que podemos explicarnos la total fidelidad de la banda de Otegi a todas las pretensiones y objetivos marcados desde la Moncloa, incluido el anuncio del apoyo a unos Presupuestos que Sánchez todavía no se ha atrevido ni a presentar.

Todo empezó a partir de los increíbles acuerdos del PSOE con Bildu sobre la llamada ‘Ley de Memoria Democrática’. Desde entonces, las claudicaciones han sido constantes: entrega de Pamplona, progresiva puesta en libertad anticipada de etarras, desaparición de la mención de ETA en la última estrategia nacional contra el terrorismo de 2023, y la guinda: concederle al partido proetarra el diseño y la reforma de la seguridad ciudadana, lo que significa someter a la Policía Nacional y la Guardia Civil al dictado de Otegi.

Pero la ignominia ha ido incluso más allá con la treta parlamentaria que ha utilizado el Gobierno de Sánchez para beneficiar a terroristas de la banda ETA y ahorrarles el cumplimiento íntegro de las penas. Para este Gobierno sin escrúpulos vale absolutamente todo, hasta utilizar una transposición de una directiva de la Unión Europea para incluir por la puerta de atrás una disposición adicional que va a propiciar la suelta de etarras con múltiples delitos de sangre. Una trampa, un engaño de una enorme bajeza moral.

Desde el Partido Popular reconocemos el error de no haber advertido en la tramitación de esta directiva la enmienda que va a permitir la rebaja de las penas a terroristas. Pedimos sinceras disculpas por ello, en especial a las víctimas del terrorismo, a las que debemos la defensa de su memoria y dignidad. Si bien cabe señalar que, aunque el PP hubiese votado en contra, la aprobación de esta rebaja de penas no habría cambiado porque en este caso el Gobierno sí cuenta con apoyos suficientes para sacarla adelante.

Sea como fuere, hay un abismo moral entre un error en una tramitación parlamentaria y la voluntad deliberada de sacar de la cárcel a presos condenados de ETA para mantener a Sánchez en la Moncloa. El Gobierno socialista no tiene ni defensa, ni coartada, ni perdón, porque esta reforma supone una auténtica infamia para nuestra democracia.

Pero todavía están a tiempo de rectificar y evitar tener que agachar la cabeza para no mirar a los ojos de las familias de las víctimas de ETA. El PSOE tiene hasta hoy mismo para retirar el texto de la ignominia. Si no lo hace, Pedro Sánchez, su grupo parlamentario y sus socios serán los únicos responsables de este atropello indigno a la memoria de las víctimas del terrorismo.

Apelamos a la conciencia de los socialistas. Que se pregunten si realmente creen que compensa sacar a la calle a los asesinos de Miguel Ángel Blanco, Luis Portero, Fernando Buesa, Martín Carpena o Muñoz Cariñanos, que no han expresado arrepentimiento alguno por sus crímenes. Que se planteen si merece la pena sacrificar la memoria de las víctimas de ETA, incluida la de los 12 militantes del PSOE asesinados por la banda terrorista, a cambio de obtener los seis votos de Bildu a los Presupuestos.

Desde el PP les hemos facilitado tiempo para que reflexionen sobre la afrenta que están a punto de cometer. Está en su mano retirar esa ley y registrar la transposición de la directiva sin enmiendas tramposas. Es muy simple: tienen que elegir entre estar con las víctimas o con los asesinos, entre estar con la dignidad o con la ignominia.

Por desgracia, no cabe esperar rectificación alguna de un PSOE subyugado a Sánchez, ni tampoco de un Gobierno como el del propio Sánchez, que se encuentra sometido a las directrices de los independentistas, y que elige como socio preferente al brazo político de una banda terrorista. Y que por todo ello muy posiblemente esté ya escribiendo su epitafio político.

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