Opinión | Mamá está que se sale

Abogada

La tradición interrumpida de la Romería

Cómo nuestra patrona fue escondida durante un tiempo

La Virgen de la Fuensanta, en uno de los balcones del Palacio Almodóvar, por aquel tiempo, la sede del Gobierno Civil.

La Virgen de la Fuensanta, en uno de los balcones del Palacio Almodóvar, por aquel tiempo, la sede del Gobierno Civil. / X/murciaacolor_

Siempre que puedo hago la Romería de septiembre. Llegado el día, la Romería me llama. No creas que la tradición es nueva, que viene del S. XVII, y solo se ha interrumpido durante la guerra.

Cuando estalló, el miedo se apoderó de las calles. Se quemaron iglesias y se atacaron imágenes. Los templos cercanos a la Fuensanta ardieron, y ante el temor de que la Fuensanta fuese profanada, intentaron varias formas de esconderla, en la casa del Cabildo, o incluso excavando un hueco en la montaña, pero no era tan fácil.

En esa tesitura, Fernando Monerri y su hermano Joaquín se ofrecieron a buscarle un lugar seguro en Murcia, aunque había que encontrar el momento. El labrador de la Fuensanta, Antonio Almansa, mientras tanto, arrancó de noche un limonero y la enterró allí, envuelta en telas, cubriéndolo todo con ramas. Ahora parece surrealista, pero entonces era peligroso esconder una imagen religiosa. Murcia había caído del lado republicano y la gente enfervorecida, de uno u otro bando, era capaz de todo.

El 2 de agosto del 36, a mediodía, para encontrar menos gente, los Monerri subieron a por la Virgen. La liaron en un colchón y trataron de echarla en el coche, con la fatalidad de que no cabía de ninguna manera. Algo había que hacer. Llamaron entonces al alcalde, y cuñado de Fernando Monerri, Fernando Piñuela, y le pidieron prestado el coche. Con una excusa, mientras distraían al chófer con unas pastas y no sé qué manjares, echaron en el coche del alcalde el colchón enrollado con la Virgen dentro, y salieron cortando. El otro salió preguntando quiénes eran esos hombres, y qué trajinaban, pero allí estaban todos confabulados, y nadie había visto nada.

Una vez en Murcia, y tras continuos sobresaltos, separaron a la Fuensanta del Niño, por si alguno se salvaba. A la Virgen la escondieron en una casa en la plaza Fontes, dentro de un armario. El Niño, mientras tanto, estuvo entre los juguetes de una niña, en otra casa en la Calle Trapería. Allí pasaron toda la guerra.

Cuando la guerra acabó, llegó el momento de sacar a la Fuensanta. Los Monerri fueron al gobernador civil a decirle que la habían tenido guardada, que qué hacían con ella. Acordaron entonces que fuese expuesta en la Gobernación, para todos los murcianos. La noticia de que la Virgen se había salvado fue una explosión de alegría popular de tal calibre que, antes de que la llevaran al Palacio Almodóvar, en la Plaza Santo Domingo, donde estaba la Gobernación, toda Murcia estaba allí esperando para ver a la Virgen.

Hay una foto muy curiosa de ese edificio, con los balcones abarrotados, y la imagen de la Virgen en uno de ellos, llevada en brazos entre varios, rodeada de gente. No quedó nadie sin abrazar a la Fuensanta. Aquel año, recuperados la Fuensanta y el Niño, y terminada la guerra, se recuperó la Romería, y ya nunca se ha dejado de hacer.

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