Opinión | La Feliz Gobernación

Vivir y beber

Murcianos celebrando el Bando de la Huerta el pasado año.

Murcianos celebrando el Bando de la Huerta el pasado año. / Juan Carlos Caval

Relájate y goza. No seas cenizo. Está todo el mundo de fiesta, y tú poniendo pegas al motivo de la celebración. Qué bonito que en algún tramo de nuestra historia la gente viviera en barracas, tan típicas hoy en su idealización retrospectiva, tan insalubres cuando eran la solución habitacional de la mayoría social. Si te pones en modo marxista de salón verás una contradicción en la exaltación de la pobreza. Sobre todo si adviertes que no quedan huertanos, por fortuna huertanos como los evocados, y que quienes los representan en la fiesta son aquellos que jamás retrocederían en la vida real a sobrevivir con sus trabajos. 

¿Se celebra la nostalgia de un tiempo felizmente ido o se reivindica un estatus actualizado del mismo sistema de dominación? Es una paradoja que lo que debiera ser una apelación a la rebelión, vista la escenografía que se nos presenta, concluya en el mitin popular de la conformidad. La tradición es la trampa en la que se absorbe la Historia. La Historia son los hechos, pero los hechos se disuelven en la leyenda de la tradición. Celebramos la tradición como una construcción acrítica, en la que es posible exaltar aquello que se debiera haber superado. Venimos del zaragüel, y está bien recordarlo, si no fuera porque lo hacen quienes nunca se lo habrían calzado para los menesteres precisamente tradicionales. 

Nadie, salvo los eruditos, se pregunta por el origen de las fiestas, pues en tal caso no habría mucho que celebrar. Que se lo pregunten a los catalanes, que con la Diada conmemoran una derrota. La fiesta es. Y punto. Y todas son, al cabo, como la de Blas, de la que todo el mundo salía con unas cuantas copas de más.

El Bando de la Huerta de hoy es una tractorada institucional en la que agricultores de pega aparecen como personajes de las églogas de Virgilio que recitan bucólicos cantos en panocho para mayor complacencia de doña Ursula von der Leyen, que así quisiera que fueran todas las manifestaciones rurales.

Pero no seas cenizo. Vive y bebe. No hay mucho más.

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