La Opinión de Murcia

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Miguel Hernandez Valverde

El blog del funcionario

Miguel H. Valverde

Catástrofe en Atalayas: la importancia de los servicios públicos

Es en las catástrofes que viven las sociedades cuando se demuestra que solo la respuesta pública es capaz de afrontar momentos de tensión como los vividos en la mañana del domingo

Bomberos trabajan en una de las zonas afectadas por el incendio. Juan Carlos Caval

Desde el domingo por la mañana temprano, cientos de servidores públicos (policía, bomberos, médicos, personal de hemodonación, enfermería, celadores, auxiliares, técnicos) se pusieron en marcha para afrontar la catástrofe que se estaba viviendo en nuestra ciudad.

Desde el alcalde Ballesta -por cierto, su actuación hasta ahora sobresaliente-, hasta el último empleado público, todos se remangaron para dar una respuesta desde los servicios públicos acorde a la situación que se estaba viviendo, por eso es más necesario que nunca, al margen de solidarizarnos con los familiares y amigos de las múltiples víctimas, poner en valor la importancia de contar con estructuras públicas con músculo y no con grasa.

Una vez más, y, lamentablemente, es en las catástrofes que viven las sociedades cuando se demuestra que solo la respuesta pública es capaz de afrontar momentos de tensión como los vividos en la mañana del domingo.

Los murcianos y murcianas podemos sentirnos orgullosos de disponer, a pesar de las privatizaciones que siguen alargando su poder en la gestión pública, esa capacidad de respuesta, y estoy convencido de que si los servicios sanitarios hubieran necesitado donar sangre, las colas se hubieran dado en los hospitales de referencia.

Hemos vuelto a abrir páginas y telediarios en los medios nacionales e internacionales, esta vez por una desgracia, pero son pocos los medios que han puesto en valor el trabajo de los profesionales del sector público.

Del covid creímos que íbamos a aprender muchas cosas, pero la realidad es bien distinta, la sociedad ha corrido un tupido velo y hemos vuelto a las andadas, incluso nos hemos olvidado de la importancia de invertir millones de euros en investigación. Apenas hay políticas públicas para retornar a nuestros científicos e investigadores, y, en vez de presentar proyectos a Europa que nos aporten un valor añadido en I+D+i, volvemos a apostar por hacer aceras inteligentes o pasos de cebra de colores.

Ojalá que esta tragedia que nos ha tocado vivir en nuestra ciudad nos sirva para darnos cuenta de la necesidad de seguir apostando por la calidad en los servicios públicos, y que la tendencia privatizadora comience por lo menos a desacelerar.

En los próximos días nadie duda de que comenzarán a salir informes sobre deficiencias y falta de documentación, y volverá, muy probablemente, a poner en el centro del escenario algunas preguntas difíciles de contestar. De hecho, ya hemos conocido que carecían de licencia de apertura en vigor, e incluso la gran pregunta salpicará a los servicios públicos: ¿cómo es posible que si se sabía que no tenían licencia y todos conocían que abrían cada noche del fin de semana, que el Ayuntamiento no tuviera capacidad de no permitir su apertura? Pero eso, cuando el fuego y el humo de la desgracia nos deje ver la realidad, sería bueno que aprendiéramos de nuestros errores, pero también de nuestros aciertos.

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