La Opinión de Murcia

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Mucho más que fútbol

El comportamiento de las jugadoras de la selección nacional ha transcendido las barreras de lo deportivo para convertirse en una defensa colectiva de los derechos de las mujeres. Por eso su victoria va mucho más allá del fútbol

Selección femenina de fútbol de España celebrando su triunfo en el Mundial. DEAN LEWINS

Las imágenes de un grupo de niñas que vestidas con la equipación de la selección femenina de futbol intercambian cromos con las fotografías de las campeonas del mundo, nos demuestran hasta qué punto los acontecimientos de las últimas semanas, tras la victoria del futbol femenino español, han llegado a todos los rincones de la vida cotidiana. Ya sabemos que las niñas, al igual que los niños, siempre han coleccionado cromos, pero, durante generaciones, ellas no tenían ídolos deportivos femeninos. Sus abuelas hacían álbumes de Sisi, sus madres de princesas y heroínas de Disney. Pero como dice la canción de Sabina: «las niñas ya no quieren ser princesas». Ahora prefieren las imágenes de mujeres deportistas, más cerca de su mundo real, heroínas de un deporte al que durante años se ha negado el acceso a las mujeres.

El miedo a que la victoria en el mundial de la selección femenina de futbol quedara eclipsada por el escándalo protagonizado por el presidente de la RFEF, al darle un beso no consentido a Jennifer Hermoso, se va diluyendo poco a poco ante la respuesta de las instituciones nacionales e internacionales y de gran parte de la sociedad española a la agresión sufrida por la jugadora. De esta forma, su victoria ha atravesado la vida de varias generaciones de mujeres españolas. Porque ha sido la influencia del trabajo, el esfuerzo y la lucha de estas jugadoras y de todas sus compañeras, que se han mantenido firmes en sus reivindicaciones, lo que ha abierto unas compuertas que están resultando difíciles de cerrar. En sus reivindicaciones no se limitan a la defensa de sus intereses por dignificar su lugar dentro de la RFEF, también piden reformas profundas en beneficio del fútbol femenino que impidan el trato denigrante del que han sido víctimas. Y ante la agresión sufrida por su compañera, exigen tolerancia cero por ella, por todas las jugadoras y por todas las mujeres. El desprecio a su trabajo se ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones, solo hay que recordar que en la final de la Supercopa femenina celebrada en Mérida fueron las propias jugadoras las que se pusieron las medallas colocadas sobre unas mesas. Nadie de la federación bajó al césped para felicitarlas.

En esa falta de respeto que han sufrido las jugadoras en el mundo del fútbol, generaciones de mujeres españolas se han visto reflejadas, porque trasciende el ámbito deportivo. Porque la falta de medios, de equipos de apoyo y las diferencias salariales, entre otras cosas que sufren las futbolistas, lo han sufrido y sufren miles de mujeres en su trabajo, en su día a día. La falta de representación en los órganos directivos de la RFEF sigue existiendo en la mayoría de empresas y numerosas organizaciones sociales. Porque las imágenes del comportamiento machista, soez y agresivo del que ha hecho gala Luis Rubiales, jaleado por los aplausos de una gran parte de los presentes en la asamblea extraordinaria de la RFEF, lo han soportado y soportan muchas mujeres en sus lugares de trabajo y estudio. Recordemos los mensajes de los estudiantes de primero y segundo de magisterio de la universidad de La Rioja dirigido a sus compañeras: «hay que partirles las bragas», por destacar alguno. Da escalofríos pensar que esos individuos van a ser los responsables de la educación de niños y niñas a los que deberían educar en el respeto a los demás y a sí mismas.

El comportamiento del seleccionador nacional del futbol masculino tratando de desdecirse y justificar sus aplausos de apoyo al presidente de la RFEF cuando vio peligrar su puesto y el elocuente silencio del futbol masculino, salvo honrosas excepciones, ante la agresión sexual a Jennifer Hermoso han puesto de manifiesto la indignidad de muchos personajes que aparecen ante la sociedad como triunfadores y que por su presencia mediática son tomados como modelos por muchos niños.

Estos acontecimientos han dejado al descubierto comportamientos que sustentan la violencia contra las mujeres en nuestra sociedad. Una sociedad que sigue tolerando los asesinatos machistas en nuestro país y que este año ha producido ya 47 víctimas. ¿Qué espera la sociedad española para alzar su voz de manera contundente? Es un peligro para las mujeres españolas que Vox, un partido que niega la violencia de género, forme parte de gobiernos autonómicos y municipales en los que cambian el nombre de violencia de género por violencia intrafamiliar o lo engloban en otras violencias. 

Todos estos retrocesos los hacen posibles los pactos con el Partido Popular, que por una puerta denuncian la violencia de género y por la otra firman acuerdos negándola.

De ahí la importancia del comportamiento de las jugadoras de la selección nacional, que ha transcendido las barreras de lo deportivo para convertirse en una defensa colectiva de los derechos de las mujeres. Por eso su victoria va mucho más allá del futbol.

Nuestro agradecimiento a todas ellas que han transformado su victoria en una defensa de la dignidad de las mujeres de este país.

Nunca con la victoria de un mundial habíamos ganado tanto.

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