Al prófugo Puigdemont le importa una mierda España, y por su culpa, empiezo a pensar que volver a votar no hay que descartarlo. A él ni tan siquiera le importa Cataluña, solo le interesa salvar su culo y su embarrado prestigio, y es que mientras otros dieron con sus huesos en la cárcel, nos podrá parecer poco o mucho tiempo, pero estuvieron purgando sus chulerías y mentiras en la trena, él y sus babosos compinches se paseaban por Waterloo con su melena al viento, riéndose de sus propios paisanos que cada mañana, a las siete, tenían desayuno en las dependencias carcelarias.
Y alguien debería también recordarle cuál fue el resultado electoral el pasado 23 de julio, donde Junts y ERC sumaron prácticamente la mitad que lo que sumaron PSOE y Sumar (14 frente a 26), y que solo la aritmética le ha otorgado la posibilidad de decidir si eleva el pulgar o apunta hacia abajo.
Un partido, Junts, que obteniendo menos de cuatrocientos mil votos, cien mil menos que Sumar en Cataluña, pero teniendo ambos la misma representación, otra deuda pendiente de la democracia española, va a decidir si más de 37 millones de españoles tenemos que volver a votar. Una vergüenza.
Si de verdad Puigdemont quiere que ‘su’ pueblo hable, debería dejar paso a un gobierno de España mayoritario, y acordar con ERC que los catalanes elijan a sus representantes a principios de 2024, sería el momento de que nadie haga trampas, pero sobre todo, que no nos tomen al resto de españoles de rehenes de sus paranoias y pretensiones cesaristas.
Pero si alguien está echando gasolina en Cataluña y en Bruselas, son sin duda los más interesados en volver a jugar el partido de nuevas elecciones, y no tengo la más mínima duda de que todos los resortes de poder de este país, que son muchos y muy bien financiados, pondrán toda la carne en el asador para que se repitan las elecciones.
Hace años que no comparto nada ni con Felipe González y mucho menos con Alfonso Guerra, los mismos que incluso han salido públicamente a defender al Rey Emérito Juan Carlos I, «Dios los cría y ellos se juntan» dice el dicho popular, pero estaría bien que empezáramos a plantearnos muy seriamente si España puede depender de un personaje que huyó de la justicia, de un político que en cuanto se descubrió que engañó al pueblo catalán, con sus patrañas y mentiras sobre la posibilidad real de crear la República Independiente Catalana, en vez de hacer un Allende, se marcó un Bolsonaro.
Si yo fuera Abascal o Feijóo, estaría poniendo velas a Santiago Apostol, a la Virgen del Pilar y hasta haría peregrinación hasta Lourdes o incluso Fátima, para pedirle al Santo Padre que le diga a Puigdemont: «Apreteu i feu bé d’apretar».