Del creador de El club de los poetas muertos llega... El club de los lectores criminales. Sí y no. Solo tienen en común que sus miembros leen, unos se decantan por los clásicos y otros por lo más tétrico. Y todos son alumnos de un centro educativo. Partiendo de esa base, algún guiño hay.

Sin embargo, en la película de Netflix basada en el libro homónimo de su guionista, Carlos García Miranda (El Internado), no hay frases bonitas y, para colmo, posiblemente este sea el único trabajo audiovisual en el que Daniel Grao se puede ganar el odio del espectador. Es la primera vez que el actor golpea el corazón para mal.

Si Robin Williams era un profesor de literatura que tenía a todos sus alumnos en el bolsillo -"¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!"-, este también es un docente, aunque con menos encanto. "En el género del terror falla algo, es artificioso, le falta verdad", dice el personaje en medio de un aula hasta los topes. ¡Más artificioso es el porno! Ojalá no escuchen esto ni Stephen King ni Mariana Enríquez. Suerte que, en el fondo, Miranda rinde homenaje al terror. Lo hace de una manera peculiar, con una personalidad increíble. Básicamente, así es él.

Tiene tantísima personalidad que con El club de los lectores criminales... el olor a sangre humana no se me quita de los ojos, como dijo Francis Bacon en el libro de conversaciones con Franck Maubert. Estos poetas tienen menos sensibilidad que los amigos de aquel joven Ethan Hawke, y pasan de ser unos literatos a unos verdugos. Traducción: ey, no todos los escritores (o todos los que aspiran a serlo) son unos intensos. Adiós cliché y gracias, Carlos.

Lo mejor de la película: la poca vergüenza

Y hablando de clichés, eso es lo mejor de esta película. Es fascinante que alguien tenga la falta de complejos suficiente y la poca vergüenza -y esto es un elogio- de hacer un largometraje de terror que incorpora todos los tópicos del género slasher, hasta el punto de que el fan de este tipo de producciones sabe desde un principio quién se esconde tras la máscara. Aunque, claro, como frikis de este cine, siempre gusta pensar que llegará el factor sorpresa, y se disfruta igual. Algo de sorpresa sí que hay al final.

No sabemos si, como se dice en la cinta, Miranda es "un escritor brújula, que se deja llevar, o un escritor mapa, que tiene todo pensado". Lo que sí sabemos es que ha hecho una genialidad descarada. Claro que no es una película de culto, pero quizás quienes hayan criticado que la historia se va diluyendo a medida que avanza el metraje no se han dado cuenta de que se advierte intencionalidad. Es decir: ni es una película de culto ni pretende serlo.

No se está engañando a nadie queriendo vender una película con la que llegar a los Oscar o desbancar al mejor título de terror de la historia. Está claro, más que claro, que al guionista de El Internado o de Física o Química: El reencuentro le mola el entretenimiento, y ahí es a donde quiere llevar a todo el mundo, sin nada sesudo, simplemente arrastrados por la corriente. ¡Si él mismo aparece en una de las escenas, con cara de circunstancia en la feria del libro!

Parte del elenco de 'El club de los lectores criminales'. Netflix

Es tan franco, que esos clichés (que te sacan una sonrisa porque te hacen recordar otras películas con cierta nostalgia) colman la historia, aunque no están forzados, pero sí llenos de intención. Son obvios hasta para quien solo ve películas 'de misterio' los fines de semana en Antena 3. Hay historias muy del estilo creepypasta -las recogidas en hilos en redes-, hay coulrofobia, una apuñalada por aquí, un hachazo por allá, una motosierra por acá...

¿Qué fan de Viernes 13 o de La matanza de Texas (las versiones buenas y malas) no disfrutan con que le salpiquen unas buenas vísceras? Esos tiempos en los que al cine de terror le dio por experimentar con cosas como San Valentín Sangriento en 3D era un verdadero baño (de masas).

Quizás, el problema con el que se ha encontrado El club de los lectores criminales ante la crítica es que no se ha proyectado en salas. De haber sido así, la persona que se suele sentar en la butaca a mi lado se habría taponado, como siempre, los oídos para evitar el sobresalto con los golpes de sonido, y algún grupo de adolescentes que no ha llegado a conocer la figura del acomodador -muy a pesar- estaría dando grititos y comentando mientras el resto intenta escuchar. Y ESTA experiencia es una película de terror. Para ser más exactos, ESTA experiencia es un slasher.

Este público es fiel. Le encanta un tipo enmascarado que va cargándose a los amiguitos guays del instituto o de la universidad (lo que sea, mientras tengan pinta de adolescentes). Les encanta que, cuando ese personaje es descubierto, explique en voz alta las razones por lo que lo ha hecho todo, como en esos guiones detestables en los que el actor coge una taza y aclara que está sujetando una taza.

La escena más representativa de 'El club de los lectores criminales'. Netflix

El club de los lectores criminales bebe, de hecho, de Sé lo que hicistéis el último verano, con esos jovenzuelos estudiantes unidos por un secreto que desencadena que un tal Míster X salga a la caza (y ellos son la presa). Incluso hay una escena con una puerta de cristal de por medio que se parece bastante a otra protagonizada por Sarah Michelle Gellar. Ups.

Que no, que al terror no le falta guion. Pero lo que gusta a sus fieles, gusta siempre. Ahora se dirá todo lo contrario, pero todo dios criticaba de la peor forma Scream en su época... Y las últimas soporíferas entregas de Halloween han llenado salas con espectadores que compran la entrada sabiendo que no van a ver un peliculón (¡¿qué demonios hace Jamie Lee Curtis levantándose de la cama del hospital, donde le acaban de coser un vientre rajado a cuchillazos, para salvar el mundo?!).

En fin, que El club de los lectores criminales solo quiere decir: me gusta el género slasher, lo disfruto con todos sus tópicos, me encanta un asesino con máscara en pantalla, no por eso soy menos culto que los que ven solo a François Truffaut y, encima... he colado mi película en lo más visto en Netflix España y Francia. Chapó. Genio y figura hasta la sepultura. Muy apropiado, ¿no?

Tráiler 'El club de los lectores criminales'