La Opinión de Murcia

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Error del sistema

Romper la apatía

Podemos ha encarnado en España a esa nueva izquierda joven, formada y desacomplejada, incluso altiva, especialmente combativa en temas culturales y sociales, que coloca las identidades (raza, género, clase…) en el centro del debate político y que ve a la sociedad atenazada por una red de estructuras de poder. No creció en la lucha antifranquista, sino en el combate de unas desigualdades enquistadas, y cristalizó con un grito de indignación y esperanza frente a la estafa de la Gran Recesión. No es un fenómeno exclusivamente nacional. Tampoco lo son las reacciones que despierta en su contra. Por supuesto de la derecha, pero también de la izquierda más tradicional.

Sin el empuje de UP en el Gobierno, las medidas sociales aprobadas no hubieran tenido la misma ambición. Pero ese mismo impulso fue alejando a Podemos del suelo que pisaba. Las campañas de acoso y derribo a las que fueron sometidos sus líderes contribuyeron a la bunkerización. Su discurso fue ensimismándose, ya no hablaba a la mayoría. O esta no le entendía. Para ofrecerse como solución, primero hay que asegurarse el consenso y el entendimiento sobre el diagnóstico del problema. Su negativa a aceptar los efectos indeseados de la ley del sí es sí devino el símbolo de su atrincheramiento. Un caramelo para los adalides de la reacción. Vox hizo de ariete, el PP recogió los frutos de sus invectivas y el Gobierno sufrió una notoria pérdida de apoyo público.

Solo el sectarismo político puede explicar que Feijóo haya insinuado que, si gobierna, acabará con el Ministerio de Igualdad. Repulsiva y peligrosa frivolidad electoral en un país que este año ya suma 21 mujeres asesinadas y donde las agresiones sexuales están a la orden del día, también las cometidas por menores. ¿De veras no necesitamos un ministerio que hable de prácticas sexuales como ha afirmado el portavoz del PP?

El parto de Sumar ha dejado exhausta a la criatura y perplejos a sus electores. El pasado huele a ilusiones truncadas, y el presente a incertidumbre. Y, por eso, a oportunidad. La nueva izquierda tiene la posibilidad de alcanzar la madurez. Más pedagógica, más empática. De la reivindicación de los logros conseguidos -que son muchos y sólidos- y de una propuesta atractiva de futuro depende la pervivencia de un gobierno progresista. Para romper la apatía se necesita transmitir ilusión y ambición por encima de resentimiento. Será difícil. Porque ahondar en el sectarismo es algo más que una tentación, es un negocio... 

Y suscripciones a un canal de televisión. 

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