El asedio

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Aquellos que eran vistos bailando, eran considerados locos por quienes no podían escuchar la música... Como uno no tiene bastante con gestionar su propia vida, aún hay a quien le sobra tiempo para hacer lo propio con la de los demás. Debería ser tachado de tóxico todo el que asume un papel de juez ante las actividades o forma de vida de los demás. Personalmente, creo que asusta eso de enfrentarse a ejecutores que dictaminan sentencias mientras andan escondidos en una tenue madriguera carente de espejos, vanagloriándose en la cansina labor de opinar sobre cualquiera sin el mínimo decoro. 

A veces me gustaría poder medir el nivel de satisfacción de los que sólo señalan e inventan, los imagino rebosantes de frustración y no menos atormentados cuando su fin es el de imponer criterio u opinión sobre quien les apetezca. Es asedio, y da igual la información que tengamos o lo poco que conozcamos a la persona sobre la que se quiere volcar la inquina, juzgar gratuitamente sin que nadie nos pregunte, siempre será un error. Hace pocos días sufrí el arrojo en forma de dictamen que un ser, al que por principios no me da la gana de catalogar, y menos en este artículo que censura esa praxis, tenía sobre mí. Jamás entenderé cómo alguien puede decir que es político por vocación, no me creo que ser constantemente señalado y criticado vaya en el sueldo. Créanme que fue apabullante comprobar desde las perspectiva de señalada, la capacidad de fraude y el poco miedo al ridículo o a que le paren los pies que poseen algunos insensatos, pero lo peor de todo ha sido comprobar cómo un par de mentes obtusas y sin autocrítica son capaces de posicionarse en el bando de quien causa dolor gratuito simulando un burdo intento de chantaje emocional. Los nacionalismos pa’ quien los quiera a veces. 

Encontrar el escondite del respeto y las habilidades sociales de algunos sería una interesante tarea, de no ser porque su propuesta a esta candidatura es vacía, y la vida es demasiado corta como para no ser la mar de selectivo a la hora de un ten con ten. No vale la pena una mínima charla si el otro no sabe escuchar, decía Neil Young en una canción que es preferible quemarse a desvanecerse (Hey, Hey, my, my). Decían los Stones, en otra canción, que la guerra está a solo un disparo de distancia (Gimme Shelter). Por tanto, creo que una de las posturas más inteligentes es la de conseguir que las opiniones o comentarios del que no va a solucionar ni un tramo de tu vida, del que es un osado, te resbale por completo. Ahí reside la indiferencia que te aleja del drama, es el sutil arte de que nada te importe más de lo necesario, que no merme tu autoestima. Elegir nuestras batallas y librarlas bien lejos del que no esté dispuesto a luchar en nuestro equipo debe ser una auténtica satisfacción, salvo si el bochorno al que algunos se someten no colapsa esa afición vital, la política es estrategia y depende únicamente de las tragaderas que se tengan para pactar a cualquier precio o perdonar al que haya cruzado varias líneas rojas, pero ese ya es otro baile.  

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