El balcón de cristal
Hasta siempre Manolo
María Escudero Vera
Hay personas que pasan por el mundo y se van sin más cuando les llega el día, pero otras se ausentan solo físicamente, dejando su impronta marcada para siempre. Con la marcha este domingo de Manolo Martínez Pastor se nos ha ido uno de los grandes intelectuales que ha tenido Cartagena, pero se queda su obra prolija, marcada por su gran personalidad.
Releo uno de sus libros - Cinco de marzo de 1939- pertenece a la primera edición publicada en 1969, años más tarde en el 92 se volvería a editar por Agua. En este texto se hace un detallado análisis de los acontecimientos acaecidos en la fecha del título y el impacto que tuvieron en el transcurso de la historia. El autor deja escrito con claridad su creencia en que el respeto mutuo debe estar por encima de las diferencias ideológicas. Lo tiene claro, pasó una infancia marcada por la guerra civil, y aún a pesar de la corta edad que tenía cuando el bombardeo de las cuatro horas en el 36, lo recuerda perfectamente, recalca que son cosas que jamás se olvidan y que no deberían pasar.
Como defensor de la libertad y la justicia, se identificó con la izquierda, muy cercano al PCE y colaborador activo en la organización del partido socialista en los años de transición hacia la democracia. Le gustaba debatir, dialogar y someterlo todo al prisma de la valoración critica, siendo asiduo de Gran Bar en la Calle Mayor, lugar que acogía a la élite política cartagenera y a quienes mostraban interés por las cuestiones de la ciudad, allí se reunía gente de izquierda, derecha y centro. Como punto de encuentro de intereses comunes en pro del progreso del municipio, Manolo llegó a fundar y liderar una organización política, ‘Bloque democrático’, en la que proyectó ilusiones y ganas de hacer cosas por el bien común.
Su faceta de escritor no se limitó a la prosa, como se deduce de su libro, Poética interior ; también prestará atención a la pintura entre otros de sus manuscritos, en su artículo llamado -Vicente Ros-. Conocía bien al autor de los camarrupas, pues desde joven frecuentaba el estudio de Don Vicente, donde se hablaba de literatura, pintura y otros temas de animada tertulia. Le gustaba el teatro y la dirección de cine, facetas a las que también dedicó tiempo y por las que sentía una gran atracción.
Su ejercicio como jurista deja huella en el gremio, pudiendo mencionarse entre los casos que recordaba con satisfacción la defensa de la Muralla. Como puede verse, la obra de Manolo Martínez Pastor es variada y dilatada, configura un rico legado repleto de su característica intelectualidad, un acervo bibliográfico con el que no dejaremos de aprender.
Hasta siempre Manolo.
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