La Feliz Gobernación

'La bicicleta es para el verano'

La sala desde donde el PP de Miras siguió el recuento electoral del 28M.

La sala desde donde el PP de Miras siguió el recuento electoral del 28M.

Ángel Montiel

Ángel Montiel

El votante de Vox quiere que gobierne el PP, pero con parte sustancial del programa de Vox y que esto se visibilice mediante un pacto; si no fuera así, habría votado directamente al PP. Es de una lógica inapelable.

La inminencia de las elecciones generales obliga al PP a retrasar todo lo posible sus acuerdos con Vox para no convertirlos en munición electoral para la izquierda. Pero a su vez, si Vox no obtiene réditos de su posición de muleta para que gobierne la derecha, su base electoral lo abandonará en las generales, pues interpretará que no es fructífero respaldarlo.

PACTO PP-VOX. Es el juego del gato y del ratón. Pactar van a pactar por razones de necesidad mutua, pero el PP no quiere que parezca que lo hará, y Vox necesita confirmar que el pacto se producirá. La constitución de los Ayuntamientos y de la propia Asamblea Regional, que no tienen espera, dará noticia de su alcance. Las investiduras podrán resolverse de manera mecánica en segunda vuelta, pero después hay que gobernar. Gobernar en minoría sin pacto es apostar por la ingobernabilidad. Ejemplo: en el ayuntamiento de Murcia, aun con pacto de Gobierno con Cs, primero Ballesta y después Serrano sufrían constantes dificultades para sacar los asuntos adelante: ¿cómo habría sido si ni siquiera hubieran existido pactos?

Donde el PP lo ha visto primero es en Extremadura. La popular María Guardiola ha pasado en veinticuatro horas de asegurar que «hablaré con todos» a aceptar que su destino es negociar con Vox, obviando incluso la incomodidad que este reconocimiento pudiera suponer en este momento para Núñez Feijóo.

Los pactos PP-Vox se van a resolver de acuerdo a directrices nacionales, pero éstas no podrán ser tan estrictas como para, en favor de la coyuntura política de Feijóo, llevar a la inestabilidad permanente a muchos de los principales Ayuntamientos de la Región y a la propia Comunidad autónoma.

José Ángel Antelo, líder regional de Vox, lo dijo bien claro durante la campaña y fue corroborado por Santiago Abascal: «Quien crea que vamos a dar gratis nuestro poder al PP, que vote al PP para que luego no se sienta decepcionado». Y aunque en las campañas se dicen muchas cosas que después no se cumplen es del todo entendible que el PP se vea obligado a hacer concesiones a Vox, pues de otro modo la carta que éste representa en el mazo de la baraja política carecería de valor, y algún oxígeno tendrá que dar a sus votantes.

Es el juego del gato y del ratón. Pactar van a pactar por razones de necesidad mutua, pero el PP no quiere que parezca que lo hará, y Vox necesita confirmar que el pacto se producirá

¿Qué tipo de concesiones? En el partido de Antelo aseguran que ellos representan un tercio de la presencia de la derecha en el arco parlamentario, y en esa proporción están decididos a modelar su programa. Parecen dispuestos a dejar por el camino dos tercios de sus reivindicaciones básicas de acuerdo con la representación obtenida, lo que significa, pongamos por caso, que el verbo derogar en relación a la Ley del Mar Menor pasaría a conjugarse como modificar. Y así con todo, pero en cualquier caso a través de un pacto. De no producirse, programa máximo al canto.

Por supuesto, de entrada, no renuncian a formar parte del Gobierno: «La única manera de garantizar que los acuerdos con el PP se cumplen es mediante el modelo Castilla y León, porque ¿qué ha cumplido López Miras del pacto que firmamos con él tras las elecciones de 2019? Nada».

TODO Y NADA. Parece claro que toda negociación parte de una exigencia de máximos. Vox lo pide todo y el PP ofrece nada; es más, ni siquiera ofrece negociación, puesto que esta es la hora en que López Miras no se ha puesto en contacto con Antelo, y ya ha declarado que no va a hacer concesiones a Vox. Pero el tiempo vuela, y la constitución de los Ayuntamientos y de la Asamblea se acerca. «¿Tiene López Miras mayoría absoluta?», se preguntan retóricamente en Vox, y dan por supuesto que si pretende completarla tendrá que ser pasando por una negociación que habrá de empezar por exigencias elevadas.

Además, sin acuerdos con Vox, López Miras tendrá sobre él la espada de Damocles de la reforma de la Ley del Presidente en el punto en que puede reponerse la limitación de mandatos, de manera que no podría volver a presentarse a las elecciones. Ley por Ley, tampoco Vox, en ningún caso, le ayudará a reformar la norma electoral para recuperar las cinco circunscripciones y elevar del 3% al 5% el tope para obtener representación parlamentaria, fórmula con la que López Miras habría obtenido la mayoría absoluta el 28M al tirar al cesto miles de papeletas de las minorías y de los restos sobrantes en cada una de las áreas electorales. Vox es el único partido que queda vivo y con fuerza emergente de cuantos vinieron a corregir el bipartidismo, pero su estatus es volátil, de modo que no se va a colgar una piedra de los pies para favorecer a su costa la futura escapada del PP.

En la actual ejecutiva del PSOE González Veracruz tiene pocos amigos. No van a recurrir a ella para que se dé a entender que era la pieza que les faltaba

El amago insinuado por López Miras de que podría convocar nuevas elecciones si Vox intercepta su acción de Gobierno se complica en la actual situación, pues habría que ver cómo era recibido ese gesto tras la llamada sorpresa a las generales en verano. Overbooking de urnas. Y más si se percibe que la repetición electoral se debe al intento de evitar el cambio de la Ley del Presidente, una cuestión de interés personal.

En definitiva, muchos podrán considerar que no es deseable un pacto de Gobierno PP-Vox, pero no cabe duda de que es inevitable, ya que López Miras no tiene los 23 diputados que le permitirían volar solo, y Vox no ha obtenido nueve escaños, superando el doble de su representación anterior, para quedarse de espectador en los tendidos de la Asamblea. Y si lo que busca el presidente en funciones, dice, es estabilidad, sólo un pacto claro y transparente con el partido a su derecha se la proporcionará. Desentenderse aparentemente de esta circunstancia por conveniencia electoral de Feijóo no engaña a nadie, y cuantas más proclamas haga sobre su pretensión de no concertar con Vox más pronto se las tendrá que tragar. La estabilidad que se pretende sólo puede darse mediante un pacto. Y cuanto antes, mejor. El nuevo Gobierno tendrá dos ruedas.

PSOE, EN URGENCIAS. El PSOE, por su parte, tiene una urgencia sobre otra urgencia. Es urgente que se renueve, que se abra, que encuentre un liderazgo que vaya más allá de sus cuatro paredes, pero asunto tan principal ha de ser aplazado porque lo verdaderamente urgente ahora es confeccionar unas candidaturas convincentes para el Congreso y el Senado. Tic tac. La convocatoria a generales ha salvado, por un rato, la cabeza de Pepe Vélez.

Se rumorea, diría yo que por inercia, que ha llegado la hora de María González Veracruz a través de la candidatura al Congreso. No lo creo, a no ser que la imponga la dirección nacional. En la actual ejecutiva regional tiene pocos amigos. No van a recurrir a ella para que se dé a entender que era la pieza que les faltaba. González Veracruz no haría milagros, pero si mejorara resultados sobre los de las autonómicas quedaría retratada como la solución del PSRM, cosa que a quienes actualmente lo dirigen no les interesa que se perciba; si sus resultados fueran tan mediocres como los del 23J, la actual secetaria de Estado habría sido quemada en la hoguera que habrían emprendido otros, y el PSOE necesita tener gente en la reserva.

Alguien tiene que encabezar la lista de Sumar. ¿Sánchez Serna, Podemos? ¿Urralburu, Más Región? Son personalidades absolutamente incompatibles

Veracruz es una socialista disciplinada, y no ha perdido su legítima ambición política; no se puede dudar de que si la llaman responderá positivamente. Pero no la llamarán, al menos desde Princesa. La apuesta obvia de la dirección es Francisco Lucas, portavoz de la ejecutiva regional, sucesor ‘natural’ de Pepe Vélez en el esquema de poder actual.

El mal de muchos (la debacle del PSOE ha sido nacional), consuelo de otros no puede esgrimirse desde el PSOE murciano, porque la esperanza de los socialistas en las generales pende de que, si bien son muchas las Administraciones perdidas, no son tantos los votos evaporados. Menos en la Región de Murcia, donde han volado Ayuntamientos y votos. La ola ha impactado muy duramente, y cuando viene una, vienen más. Lo sorprendente es que se sorprendan: «No creíamos que el palo sería tan rotundo», dicen. Son los únicos que no lo creían, al parecer, pues deben estar sumergidos en una burbuja complaciente. La sorpresa, en realidad, es que el palo no haya sido aún más contundente.

El PSOE está tan averiado en la Región que necesita una sacudida fuerte, como cuando la pantalla de los viejos televisores emitía nieve y regresaba la emisión si dábamos una palmada seca en la superfice superior a costa de derribar el torero y la bailarina. Las elecciones generales confirmarán si hay mensajes sobre continuar con el trasto viejo o si se insinúa una voluntad de cambiar el aparato. Pero, en política, lo propio de los aparatos es la propia supervivencia. Una rendija de luz sería la recuperación de González Veracruz, pero con el riesgo de que la utilizaran para componer el dicho de «ni contigo ni sin ti».

PODEMOS POCO PUEDE. La Región de Murcia es el único lugar de España donde Podemos ha resistido. Podríamos decir incluso que donde únicamente existe, al menos institucionalmente. Y esto porque al tomar el mando de la izquierda en otros momentos, desplazando a IU, ha dejado a ésta sin plaza parlamentaria, pero ocupando su lugar testimonial tradicional. La llamada ‘unidad de la izquierda’ en la Región se antoja complicada, porque las piezas que la desunieron no es fácil que puedan volver a ser acopladas.

Veamos. Alguien tiene que encabezar la lista de Sumar. ¿Javier Sánchez Serna, secretario general de Podemos? ¿Óscar Urralburu, secretario general de Más Región? Son personalidades absolutamente incompatibles. Podría buscarse la tercera vía: mujer y de IU. Pero hay otras señales, muy visibles: Teresa Fuentes, de CC OO, y otra Teresa, Vicente, que fue promotora de la ILP para la personalidad jurídica del Mar Menor. Ambas son independientes, no afiliadas a las formaciones de izquierda, y han permanecido en el entorno de Yolanda Díaz en sus ‘actos de escucha’. Tienen el perfil perfecto para lo que la vicepresidenta del Gobierno define como personalidades libres, un ensayo que ya hizo IU cuando sustituyó al PCE, proyecto en el que entonces se integraron personas sin militancia previa en cualquiera de los grupos que se aglutinaron en torno a él. La mayoría de las ‘personalidades libres’ que uno conoce en esta Región de entre las que apoyaron en su día a Podemos están ahora en la línea Sumar.

El problema en Murcia para promover la ‘unidad de la izquierda’ es que tendrá que ser Díaz desde Madrid quien establezca la solución salomónica. Y Díaz es más proclive a Errejón (Más Región, Urralburu) que a Podemos. Seguro es que no por capricho, sino porque el éxito del proyecto Sumar depende de sumergir a Podemos sin sus actuales referencias visibles. La estigmatización del sanchismo procede precisamente de la tolerancia del presidente del Gobierno al dúo Montero/Belarra, más incluso que de sus pactos con Bildu o Ezquerra de Cataluña. De estos pactos no se ha derivado concesión alguna a las demandas propiamente independentistas de unos y otros; al contrario, la tensión secesionista ha decrecido y en Cataluña ha sido castigada electoralmente. Sin embargo, las políticas de Montero y Belarra han tiznado a la izquierda clásica de una cierta frivolidad adanista difícil de encajar en mentalidades tradicionales. Por esta razón, Díaz ha destacado sobre los demás en el bloque izquierdista de la coalición con el PSOE, pues ha sido pragmática, dialogante con todos los sectores y ha huido de ingeniosidades extravagantes, a la vez que ha impulsado avances sociales propios de lo que se identifica como izquierda. Además, es de las que no necesita reforzar su condición política poniéndose la palabra fascista en la boca para describir a cada instante a sus críticos o adversarios. Si Díaz acabara diseñando Sumar con los mimbres de Podemos habría recorrido un círculo para acabar en el mismo sitio. Por tanto, en Murcia a Podemos le corresponde dar un paso atrás, y a eso, es previsible, no estarán dispuestos. Podemos es ya sólo un aparato político, y los aparatos, ya se ha dicho antes, tienden a la supervivencia como tales. La diferencia con el del PSOE es que éste conserva una base de militancia.

La bicicleta PP/Vox en la Región, mientras tanto se atiende a las generales, es para el verano. Para antes del verano. El nuevo Gobierno regional tendrá dos ruedas, aunque una de ellas esté fuera de San Esteban.

Suscríbete para seguir leyendo