Apuntes al natural

'De amantes y literatura', por Enrique Nieto

Torneo de tenis Roland Garros

Torneo de tenis Roland Garros / YOAN VALAT

Enrique Nieto

Enrique Nieto

La tenía. Una mujer mayor, con el carro de la compra, a otra igual, en la puerta del mercado de Verónicas de Murcia ciudad, a la vez que llora y se seca los ojos con un pañuelo: «Era muy bueno… Tenía sus cosas… pero era muy bueno».

Ojo al tema. En Alemania han organizado una campaña de boicot a las fresas de Huelva debido a la información que se han conocido sobre las explotaciones cercanas a Doñana que el gobierno andaluz quiere legalizar. Los freseros han declarado que la campaña de recogida ya está acabada y que las fresas que no han llegado todavía a los vendedores son pocas y las tienen almacenadas los distribuidores, pero les preocupa que un mercado tan receptivo para su producto como es el alemán pudiera boicotearlo. A ver si con la ley de Doñana que están haciendo nueva vamos a perder el pan y el perro.

Hombres con formación cocinera. Un hombre a otro, en el mostrador de la pescadería: «Al mero hay que hacerle poco porque es exquisito de nacimiento. Quizás como mejor está es a la plancha con una raya de aceite crudo cuando se va a servir, o, como mucho, freír unos ajos y echárselos por encima». «Tomo nota», dice el comprador «pero hoy voy a hacerlo al horno con sus pataticas». A continuación, se presentan y el comprador dice que se llama Javier y yo le digo que me llamo Enrique.

Bella escena. Es un verdadero encanto ver grupos de señoras jubiladas en las terrazas de los bares desayunando. Observando sus menús, hay una clara tendencia a las tostadas de tomate y el café con leche sin cafeína y con la leche desnatada. Suelen ser tres o cuatro y charlan con gran viveza pasando del ‘yo le pongo una hoja de laurel’, a ‘esa serie me gusta mucho y me relaja un rato’, o ‘estoy volviendo a leer las novelas de García Pavón’. De verdad, se las ve felices, animadas, llenas de vida.

Series. Estoy viendo la serie La diplomática. Está bien. Es muy entretenida y tiene calidad. Como ya saben ha acabado la serie Succession y estoy dudando si ver el capítulo final a ver en qué queda la cosa. Lo cierto es que vi la primera y la segunda temporadas, pero en la tercera me harté de tanta ambición y tanta traición. No dudo que se trata de una gran serie muy bien interpretada y estupenda de realización, pero me cansé. Si veo el final se lo contaré a ustedes aquí por si les pasó lo mismo que a mí y no quieren molestarse.

Totalmente merecido. A Dionisia García le han dado el premio Nacional de la Crítica por su libro Clamor en la memoria. Es una gran poeta que realmente se lo merece, así que enhorabuena desde aquí. Con este premio queda demostrado que se puede vivir en Murcia, lejos de los cenáculos artísticos de Madrid o Barcelona, y destacar a nivel nacional o más allá, si se escribe tan bien y con tanta profundidad de pensamiento como lo ha hecho siempre esta señora.

Amenaza. Un amigo, excelente escritor y un gran conocedor de los entresijos de la literatura, me espeta: «Te voy a decir una cosa, pero te hago una advertencia: si me sacas en tu columna, te saco yo en la mía».

Bastante desagradable. No sé si estarán viendo ustedes el nuevo documental sobre Juan Carlos I que están poniendo en una plataforma (bueno, en SkyShowtime). Participa la tal Corinna, que cuenta su historia de años con el rey. Resulta que mientras él estaba enamoradísimo de ella, la mujer iba guardando documentos, fotos y todo tipo de pruebas de lo que él le confiaba. Tiene ocho cajas negras enormes llenas de esos documentos que, según ella, podrían ser gravísimos para la monarquía española. Se ve que con los 64 millones de euros que le sacó a su amante no tiene bastante y quiere sacarle algo más con esos papeles. Y él con una colección de amantes, a veces varias a la vez que la Corinna. El documental te deja un tremendo mal sabor de boca. Casi mejor no verlo.

Debe dosificarse. Vi el partido de Carlos Alcaraz contra Daniel Taro en Roland Garros. Está claro que nuestro muchacho está teniendo en cuenta lo que le dicen los que saben de tenis: debe ir administrando sus fuerzas con menos intensidad de lo que lo hace ahora. No puede jugar siempre yendo a por todas, retorciendo el cuerpo como si fuese un estropajo porque las lesiones lo acechan. Por lo visto, uno de los papeles más importantes del equipo que lo rodea consiste en frenarlo un poco cuando sale a la cancha porque va siempre como una moto.