Tribuna Libre

Zihuatanejo

Miguel Sánchez López

Para los amantes del cine, la peli Cadena perpetua de Frank Darabont, basada en la novela de Stephen King Rita Hayworth y la redención de Shawshank, nos ha dejado frases para la historia. Como cuando Ellis Redding (Morgan Freeman), le dice a Andy Dufresne (Tim Robbins): «No hay nada malo con Brooks, solo está institucionalizado. Estos muros son curiosos, al principio uno los odia, luego se acostumbra a ellos. Entonces el tiempo pasa y termina dependiendo de ellos. Eso es estar institucionalizado».

En este caso, la trama se desarrolla en un ambiente carcelario. Pero la expresión «estar institucionalizado» se puede emplear para muchos ámbitos de la vida. Es estar tanto tiempo en un sitio o en una situación que ya no sabes hacer otra cosa, o te sientes extraño en otro medio. O como diría un castizo, como un pulpo en un garaje.

Eso, en cierto modo, pasa también en la política. Muchos políticos, demasiados, están institucionalizados. Fuera de esos muros invisibles que se levantan dentro de los partidos, o de los parlamentos, se sienten perdidos. Sus amistades se ciñen a las de los entornos de sus partidos. He conocido infinidad de políticos que no tienen amigos fuera de la política, y que sus capacidades para competir en la calle, están ciertamente diezmadas. Para esto el argot político tiene una frase muy explícita, y es que «fuera hace mucho frío».

Es curioso, y muchos políticos lo han experimentado en sus carnes, que cuando dejan de detentar el goloso e influyente puesto, «les deja de sonar el teléfono». Otra frase también bastante recurrente en el mundillo.

Es por eso, y esto es un lugar común, que en política, los mayores enemigos siempre están en el partido de uno. «No tengo enemigos aquí» le dice Andy Dufresne a Ellis Redding en una de las escenas de la película, «date tiempo» le contesta este. Y es que en política los de enfrente son el adversario, con el que se confronta una vez cada cuatro años, y con los que se suele debatir acaloradamente en la tribuna o en los medios, para tener enchufado al electorado, para después tomarte amigablemente un algo en la cafetería de la esquina. Pero con el que de verdad te la juegas, el que te puede clavar el puñal que nunca te clavaría el adversario, suele estar sentado a tu lado. 

Por eso Brooks (James Whitmore), en otra de las frases de calado de la peli nos dice, «Lo que quiero es volver donde las cosas tienen sentido. Donde no tenga miedo todo el tiempo», e incluso en un acto de desesperación intenta degollar con un cuchillo a un compañero para seguir entre aquellos muros de la prisión.

En muchos aspectos, la política es como una prisión, de muros dorados, eso si. Pero aunque muchos de los que están dentro de esos muros de marfil no lo crean, hay vida fuera. «Existe un lugar llamado Zihuatanejo», le dice Andy a Ellis, «Zihuatanejo está en Mexico, es un pequeño lugar del Océano Pacífico, ¿sabes lo que dicen los mejicanos del Océano Pacífico?, que no tiene memoria. Allí quiero vivir por el resto de mi vida. Un sitio cálido que no tenga memoria».

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