De cine

Pedro Almodóvar en Fort Apache

Pedro Almodóvar junto a Jason Fernández, Anthony Vaccarello y Ethan Hawke en el Festival de Cannes

Pedro Almodóvar junto a Jason Fernández, Anthony Vaccarello y Ethan Hawke en el Festival de Cannes

Atravesamos un desierto cinematográfico. El problema no es nuevo. Pese a los graves síntomas, hoy me propongo no incidir en al apocalipsis de esta noble disciplina artística. Pongo por delante todas las veces que el cine ha sido enterrado y todas esas películas que, a día de hoy, siguen saliendo a la luz, y dejo a un lado la calidad de las mismas. Prometido. Conviene, eso sí, mantener la calma durante este tránsito por los infiernos de la creatividad. Por mucho que nos pese, ni el glamur de las pasarelas ni la fuerza de las ruedas de prensa podrán nunca sustituir el buen sabor que deja un puñado de obras nacidas para ser eternas. Todo lo contrario, existe un riesgo muy elevado de caer en ese terreno tan bochornoso de la vergüenza ajena.

En este contexto se ha personado Pedro Almodóvar. La pasada semana fue entrevistado por María Guerra en La script con motivo del estreno de Extraña forma de vida en el Festival de Cannes. Mientras sus admiradores hacemos cola en el sofá de casa para ver su última pieza, debemos consolarnos con este tipo de apariciones. En esta ocasión, el más internacional de nuestros directores deja varias sentencias de muerte para regar las sedientas tierras de los cinéfilos. 

«Nunca se ha mostrado a dos hombres deseándose en un western» sentencia Almodóvar muy al principio del programa. Seguro que los flashes de la prensa especializada, y no tan especializada, le han nublado la vista. Me cuesta creer que se haya olvidado de una película tan hermosa y significativa para el movimiento homosexual como es Brokeback Mountain. Por mucho que el manchego se pavonee de haber abierto un nuevo ‘armario’, lamento decir que este lleva casi 20 años acumulando polvo en las retinas de muchos espectadores.

Almodóvar afirma en otro punto de la entrevista que los históricos creadores de este ‘género’ nos han robado «la parte afectiva». Quiero interpretar que nuestro protagonista hace referencia exclusivamente a los temas de contenido homosexual en la dilatada filmografía del western. Es bien sabido que Pedro es un consumado cinéfilo y es impensable que no haya sido capaz de ver en John Wayne (uno de los ‘machos’ más citados en sus confesiones con María Guerra) a un gigante desolado frente a la tumba de su mujer en La legión invencible o a un hombre enamorándose de Maureen O’Hara en cada secuencia durante sus trabajos comunes. ‘La parte afectiva’ de la vida se ha mostrado desde siempre y desde muy diversas temáticas en el cine. 

Los grandes maestros de los sentimientos son, precisamente, aquellos que saben jugar con la sugerencia, que mostrando apenas un detalle transmiten la totalidad de una emoción. Y en esto, el western ha sido tan infalible como una de esas cargas del séptimo de caballería. 

Los agravios contra el oeste continúan en la boca de nuestro querido Pedro. También habla del papel de las mujeres y hasta de sus ‘canalillos’ en estas latitudes. Este comentario, más propio de un ardoroso manchego golpeado por el calor estival que de uno de los referentes de nuestra cultura, no puede tener un trasfondo más trivial. «Esas mujeres» que poblaron los westerns de belleza hicieron más por la igualdad que cualquier Yolanda Díaz de turno. Si uno se acerca a estas películas con los oídos bien abiertos y no ignora el escenario histórico, descubrirá a seres de carne y hueso plantando cara a las injusticias sucedidas en esa tierra hostil como el más valiente de los hombres. Para mi defensa hago entrega de los testimonios de Claire Trevor, Joan Crawford, Marlene Dietrich, Angie Dickinson o la ya mencionada Maureen O’Hara. 

Al final, tengo la impresión de que Pedro Almodóvar se ha atrincherado en Fort Apache y ha comenzado a disparar a indios y americanos sin calibrar la mirilla de su revolver. Sus balas siguen siendo más letales detrás de las cámaras, y en nada le beneficia creerse la trompeta de ningún regimiento.

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