Tribuna Libre

La audacia de correr para atrás

Para reforzar el voto hostil, los socialistas cuentan con los procesos de investidura en las seis Comunidades Autónomas en las que el PP sólo puede gobernar si pacta con Vox

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez.

Francisco J. Bastida

El triunfo del PP en las pasadas elecciones autonómicas y locales es incuestionable desde el punto de vista numérico, pero no es tan arrollador como parece, y su gran mérito es absorber el voto de Ciudadanos. En las elecciones locales, únicas en este caso que se desarrollaron en toda España, el PP ha aumentado por sí mismo cien mil votos, si se descuentan los trasvasados de Ciudadanos. No es poco, pero tampoco espectacular. El que más éxito relativo ha tenido es Vox, que duplica el número de sufragios recibidos. La percepción del éxito del PP se magnifica por la desaparición de Ciudadanos y por el evidente descalabro de la izquierda; el PSOE ha perdido cuatrocientos mil votos y Unidas Podemos ha caído por el precipicio. 

Con la súbita decisión de convocar elecciones generales, Pedro Sánchez se ha subido de nuevo al alambre para que todos se fijen en él y así centrar la atención de sus potenciales votantes, porque piensa, no sin razón, que puede recuperar el apoyo perdido si combina el llamamiento al voto hostil (rechazo de plano a un gobierno PP con Vox) con el voto útil (que se pierde si se vota a grupos a izquierda del PSOE, incapaces de unirse).

Para reforzar el voto hostil, los socialistas cuentan con los procesos de investidura en las seis Comunidades Autónomas en las que el PP sólo puede gobernar si pacta con Vox. 

De esa manera, la campaña electoral se centrará en la responsabilidad de quienes con su abstención pueden propiciar que gobierne en España el PP con la ultraderecha, con el franquismo redivivo, que tanta aversión puede causar en los mayores de cincuenta años que se consideran de izquierdas. En el caso de Murcia, el candidato a presidir la Comunidad debe presentarlo la Presidencia del parlamento el 28 de junio como fecha límite. En el caso de Extremadura, antes del 3 de julio y, en el caso de Aragón, antes del 7 de julio, por lo que la elección debe realizarse muy pocos días después. En la Comunidad Valenciana la sesión de investidura ha de desarrollarse entre el 17 y el 21 de julio. En Cantabria y en Baleares es donde, estirando al límite los plazos, podría llegarse a un debate de investidura más allá del 23 de julio, pero quedaría en evidencia la maniobra de dilatar artificialmente los procesos de formación de gobierno para ocultar pactos que ya se han producido en Castilla y León. Seguramente el primer interesado en denunciar esta operación dilatoria en plena campaña electoral sea, además del PSOE, Vox. 

Para reforzar el voto útil, la inesperada disolución de Las Cortes ha cogido desprevenidos a Podemos y a la opción que pretende articular Yolanda Díaz en el metaverso político de la izquierda. Si no han sabido ir juntos en los pasados comicios, con la consiguiente debacle electoral, parecerá muy artificial que, de repente, se cobijen amigablemente bajo unas mismas siglas y dejen a un lado egos y pasta, porque en muchos casos el puesto en las listas no es cuestión de sensibilidad ideológica, ni siquiera de poder político, sino de subsistencia económica. En este momento de tanta polarización política, no es descartable que Pedro Sánchez redondee su jugada ofreciendo incluir en las listas socialistas a algunas figuras vinculadas a Unidas Podemos

 La convocatoria de elecciones generales es irreprochable en términos democráticos, aunque seguramente no es lo que más pesó en la audaz decisión de Sánchez de correr para atrás en busca del voto perdido. Con el viento en contra también se puede navegar, incluso sin hacer autocrítica. 

El mayor problema que se va a encontrar no es la ola que acaba de surfear con éxito el PP, porque puede que el partido de Feijóo haya tocado techo electoral. El gran inconveniente es la fecha elegida

El 23 de julio desalienta la movilización del voto, sea hostil o útil. 

Sólo un excepcional uso del voto por correo podría cumplir las expectativas puestas por Sánchez en estos comicios, aunque podría salirle el tiro por la culata. Si no fuese así y, contra pronóstico, ganase el PSOE, siempre quedará al más puro estilo Trump la denuncia de pucherazo electoral, como ya ha insinuado su aventajada alumna madrileña y su corte mediática.

Suscríbete para seguir leyendo