La Feliz Gobernación

Ciudadanos se vende al PP

María José Ros se abraza a un simpatizante tras el escrutinio el pasado domingo. | NEO EKAI

María José Ros se abraza a un simpatizante tras el escrutinio el pasado domingo. | NEO EKAI / JAIME FERRÁN

Ángel Montiel

Ángel Montiel

Un partido político que no se presenta a las elecciones no tiene razón de ser. Podremos denominarlo think tank, asociación de excombatientes o plataforma de políticos en paro, y sus locales podrán ser utilizados para jugar al dominó o para ver Saber y Ganar en la sobremesa. Pero un partido político, si no concurre ante el electorado deja de serlo.

Ciudadanos ha dejado de ser un partido político al renunciar al 23J, justo cuando cuenta teóricamente con un espacio que ni regalado: el PSOE necesita minar en la izquierda para apropiarse del espacio que deja libre Podemos, y el PP está abocado a entenderse con Vox más allá de la derecha. Si en estas circunstancias no hay lugar para el centro es que los del centro deben ser muy torpes o será que son conscientes de que tienen al personal escaldado.

No será por falta de recursos. El partido cuenta con una sede en Madrid que semeja el Taj Mahal (me ha venido la imagen por la magnitud y lujo, pero, ahora que lo pienso, el inconsciente me lo debe haber dictado por tratarse de un templo funerario); las finanzas naranjas están a rebosar, como se ha comprobado en la campaña de Murcia y, dada su actual representación parlamentaria, de presentarse tendrían a su disposición acceso gratuito a los medios públicos, espacios equivalentes en los privados, y atril asegurado en los debates al mismo nivel que los partidos mayoritarios. ¿Quién en su sano juicio desperdiciaría esa oportunidad?

No es por falta de medios. No es por inexistencia de un espacio político. No es porque carezcan de una base de votos leal a pesar de todas las derivas en que han incurrido los dirigentes. ¿Qué tienen que decir a quienes se han tapado la nariz por los errores pasados y han seguido apostando por mantener una opción moderada contra los vientos de polarización que arrebatan a la derecha y a la izquierda?

La realidad indisimulada del golpe mortal de la dirección central de Cs a sus organizaciones territoriales (la de Murcia, sumisa, por el todo a dedo y por la financiación electoral recibida) y a sus simpatizantes (militantes ya no tienen, eso es cierto) es que han decidido entregar sus votos al PP a cambio de un plato de lentejas para Arrimadas y su grupillo. Gratis no hay nada. Han vendido el partido, y si gana Feijóo sabremos el precio.

Con un discurso calcado del PP (el antisanchismo) ¿quién los iba a diferenciar? No son un partido. Son una partida. 

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