Qué le pasa a la izquierda

Cainismo y cuarto poder, por Diego Jiménez

El pasado domingo, un tsunami conservador barrió la piel de toro, arrastrando a la izquierda. De tal magnitud que el presidente Sánchez tuvo que reaccionar convocando nuevas elecciones para intentar salvar el barco. La zozobra de la izquierda tiene causas evidentes: tensiones internas en el Gobierno y en el seno de los partidos que lo sustentan; luchas cainitas, personalismos y egos a la izquierda del PSOE, que llevan a subordinar el interés general al particular; incapacidad para desmontar los bulos y fake news de la derecha para dar a conocer los indudables logros sociales conseguidos…

Pero hay que destacar algo que a mí me parece fundamental: en un país donde los índices de lectura son los que son, la enorme influencia del Cuarto Poder, sobre todo en su versión televisiva, determina una manipulación de las conciencias que se dejan arrastrar por los cantos de sirena de una derecha que, en eso sí, muestra una habilidad especial, como en la reciente exhumación del cadáver de ETA.

La realidad no importa, por Patricio Hernández

Si importara la realidad la izquierda ganaría. Es infrecuente un balance tan positivo en tiempos tan hostiles. Pero «el ser humano no puede soportar demasiada realidad» (Eliot). Su capacidad para ignorar lo que no quiere saber es ilimitada. 

Vivimos en emocracias, en la política de las emociones. La derecha ha impuesto el marco emocional interpretativo, pero no es irreversible. 

La audacia de Sánchez («audacia fortuna iuvat») devuelve la pelota al campo. En la izquierda el lastre del viejo sectarismo aún pesa mucho. Dejemos de construir la propia bondad sobre la maldad ajena. Sólo la movilización del pueblo progresista puede mover el marco o se instalará el trumpismo/ayusismo. El electroshock de Sánchez puede ser el galvanizador. Se ha abierto una oportunidad. ¿Se sabrá aprovechar? «Porque las cosas son como son, las cosas no se quedarán como están» (Bertolt Brecht).

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