Limón&Vinagre

Un voto por un tajín

Mustafá Aberchan, presidente de Coalición por Melilla.

Mustafá Aberchan, presidente de Coalición por Melilla. / F.G. Guerrero /EFE

Alfonso González Jerez

Nunca entenderé que el corrupto centre tanto la atención morbosa y la indignación moral y en cambio, sus admiradores, no. Si la corrupción política de este país florece es porque no le aflige ningún reproche rotundo entre los ciudadanos. La corrupción solo es relevante cuando afecta a los partidos y líderes por los que no voto. Y debe confesarse que, gracias a ese piadoso olvido, la gente sigue votando. Los dos partidos mayoritarios, el PSOE y el PP, arrastran un historial de corrupción prácticamente interminable, y si se buscan referencias de ambos casos puede consultarse La patria en la cartera, un libro puntillosamente desolador de Joaquim Bosch. Si el elector fuera un ciudadano justo y apremiante, un Robespierre incorruptible frente a la quiebra moral de su propio partido, hace años que los animalistas estarían gobernando este país.

Ahora, pocos días antes de la celebración de los comicios autonómicos y locales de 2023, se ha destapado una operación de compra de votos por parte de Coalición por Melilla, pero su presidente y fundador, Mustafá Aberchan, está inhabilitado por una sentencia ratificada por el Tribunal Supremo de 2021. También lo fue, por cierto, el exsecretario general del PSOE melillense, Dionisio Muñoz. ¿El motivo? Haber organizado una trama de compra de votos por correo para las elecciones al Senado de 2008. A la población musulmana de Melilla -entre la que CpM es la fuerza política más votada- la condena del bueno de Aberchan se la ha traído bastante al pairo. Pero no solo a ellos. El excepcional talento estratégico de Íñigo Errejón le llevó a invitar a Aberchan a integrarse en la llamada Red de Aliados de Más País en octubre de 2022. Y en febrero de 2023 suscriben el denominado Acuerdo del Turia, junto a Compromís, la Chunta Aragonesista, Adelante Andalucía, Verdes Equo y Proyecto Drago. Ahora Coalición por Melilla ha sido expulsada de tan grata compañía «de forma preventiva».

El bereber Aberchán ha demostrado a lo largo de treinta años una notable astucia política y una gran capacidad de adaptación. Es cierto que militó en las Juventudes Socialistas y alguno de sus hermanos llegó a ser concejal por el PSOE. De hecho CpM fue en sus orígenes, a principio de los 90, una suerte de escisión mahometana del PSOE, aunque desde entonces ha cambiado bastante. Es cierto, igualmente, que durante algún tiempo estuvo próximo a Izquierda Unida. De hecho, algunos cuadros de IU terminaron incorporándose a su organización, que proclama siempre su origen vecinal. Pero también ha trenzado acuerdos con el PSOE, con el PP, con Ciudadanos e, incluso, con Jesús Gil, que se instalaba en la corrupción como quien se mete en un jacuzzi. 

Solo ha podido ser presidente de Melilla un año, entre julio de 1999 y julio de 2000.

Español y marroquí

Siempre ha tenido un pretexto: mejorar las condiciones de vida de la población musulmana en Melilla, dentro de un proyecto de convivencia democrática en la plaza norteafricana. Siempre negó ser un líder promarroquí y nunca ha dejado de parecerlo. Nació una noche de luna llena en el barrio de Monte María Cristina y es español desde 1987 y marroquí -según la legislación de Rabat- para siempre, porque quien tiene la nacionalidad marroquí no puede renunciar a la misma. Para su fortuna profesional, porque gracias a una beca del Ministerio de Educación de Marruecos pudo estudiar Medicina en la Universidad de Granada. Se especializó en Cirugía Digestiva y abrió consulta en Melilla. Forma parte de la leyenda del CpM que Aberchan atendió gratuitamente a cientos de musulmanes melillenses en sus primeros años como médico, proporcionándoles información y contactos para buscar trabajo o encontrar una plaza escolar para sus hijos o esta o aquella subvención. Con todo su tufo de oportunismo, lo peor de su carrera política no son sus muchos y pésimos socios, sino la sombra de Marruecos. Para algunos siempre ha sido un agente político marroquí. Para otros, en cambio, Aberchan se ha limitado a practicar un realismo obligatorio: hay que tener buenas relaciones con las autoridades marroquíes. Y las tuvo, más que buenas, con Ilyas El Omari, presidente del Consejo Regional de Tánger, Tetuán y Alhucemas. Pero El Omari cayó en desgracia en 2019 y con él el líder de CpM, al que el Majzén consideró políticamente acabado. Eso no impide que periodistas y medios insistan una y otra vez en una vinculación oscura y canallesca entre Aberchan y el Gobierno de Rabat. Incluso que vean la mano de Marruecos en la compra de votos que ahora se investiga y en la que han sido detenidas 10 personas, entre las que figuran el yerno y el hermano del yerno de Aberchan, así como el número tres de la lista electoral. El siempre sonriente presidente de CpM guarda silencio. Debería recordar el viejo romance y aplicárselo enseguida: «Aberchan/ ay mi Arberchan,/ moro de la morería/ el día en que tu naciste/ grandes señales había/ la mar que estaba en calma/ la luna que estaba crecida/ moro que en tal signo nace/no debe decir mentira».  

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