Los grandes partidos ya han respondido por nosotros a esa pregunta, asegurando que hay que acabar con la producción agrícola del Campo de Cartagena si queremos mantener vivo el ecosistema de nuestra laguna marítima. En ello están, claro, porque es más fácil señalar a un sector productivo que vota lo que vota, que exigir responsabilidades a los políticos que han destrozado el Mar Menor tras décadas de continua dejación. Es más fácil apuntar al inmigrante que siembra alcachofas que al alcalde que tiene las redes de saneamiento de su pueblo destrozadas y no las arregla. Es más cómodo culpar al pequeño propietario que a los responsables de las depuradoras que vierten nitratos y fósforo los 365 días del año. ¿Pueden compatibilizarse los usos agrícolas y la salud ecológica del Mar Menor? Con la actual clase política, desde luego que no.
