Murcia D. F.

La Murcia que nunca tendremos, en campaña

Alaska en la fiesta de presentación del festival SOS 4.8 en 2008.

Alaska en la fiesta de presentación del festival SOS 4.8 en 2008. / Juanjo Martín

Lola García

Lola García

Espectacular, sensacional... cantaba Alaska en su pegadiza canción que ha escuchado en distintas ocasiones la ciudadanía de Murcia, un municipio al que la artista ha acudido varias veces a deleitar a sus fans. El estribillo de esa composición podría ser el de la campaña electoral a la que está asistiendo el respetable cada día en la que no faltan las promesas y las apuestas de futuro en un mandato que puede dar muchos quebraderos de cabeza a aquel que ostente el bastón de mando (y no solo por los pactos poselectorales que haya que realizar).

Propuestas hay para todos los gustos. Desde la contratación de cientos de policías locales a la construcción de viviendas para jóvenes y no tan jóvenes y complejos maravillosos en la ciudad y en las pedanías. Todos se las prometen felices en esa Murcia que nunca tendremos porque los políticos que gobiernan en cuanto pasan las elecciones toman tierra y meten en un cajón la mayoría de sus promesas. Y no es una afirmación gratuita. 

Solo hay que observar todas aquellas cosas no cumplidas en un municipio que cuenta con un retraso que prácticamente ya es decimonónico. Los administradores de esta tierra podrían empezar por cumplir los planes de movilidad que hicieron y aprobaron, que llevaban un espaldarazo al transporte público, a la movilidad alternativa e incluso contemplaba caminos escolares seguros para que las familias puedan estar tranquilas cuando los menores van solos a los centros educativos. Esos mismos proyectos contemplaban otra serie de iniciativas que hubieran puesto a Murcia a velocidad de bólido, pero ya se sabe que aquí se promete mucho, pero se hace poco. 

El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Murcia, que se gestó hace más de veinte años y que está a punto de ser revisado por el Ayuntamiento, es un claro ejemplo de ello. Avances que ahora parecen ciencia ficción, como la ampliación del tranvía al Carmen, El Palmar, el Polígono Oeste y a varias pedanías, los minipolígonos industriales y los grandes parques metropolitanos ya fueron contemplados el siglo pasado en una hermosa utopía. Por nadie pase.

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