El prisma

Miedo a debatir

José Luis Vidal Coy

Cuesta un mundo acordar si se hacen y cómo los debates electorales. Muchas veces se decide (la opinión del gobernante es determinante) hacer un solo debate en medio supuestamente neutral y con unas reglas casi impuestas por la autoridad. Quienes están en el poder son reticentes a confrontar ideas sin cortapisas y pretenden acotar al máximo el terreno. Los aspirantes prefieren ir a tumba abierta y exigen ser oídos y contestados. El resultado del miedo a debatir es la pobreza democrática y la falta de comparaciones libres. Dicen que la calidad de una democracia la mide su trato a las minorías. También la posibilidad de comparar ideas, argumentar, criticar y contradecir a quienes ejercen el poder. Por eso, cuantos más debates haya, mejor. ¿O, si no, qué es la libertad de expresión?

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