Las fuerzas del mal

Lluvia

Enrique Olcina

Enrique Olcina

En el ruido blanco de la lluvia cuando cae mansamente de noche transita un pentagrama de nocturno tranquilizador que invita a cerrar los ojos y pensar que estás en otro lugar distinto. Hay sitios donde la lluvia aburre, porque es un visitante que no acaba de irse nunca y aquí es como si llegara el tío simpático, y a veces fastidioso, con la visita ocasional llena de risas. La lluvia tranquila, llena de armonías que golpean el asfalto y apresuran los pasos de los caminantes, buscando un lugar seguro, avivan las voces y prometen el petricor, el olor a mojado de la tierra seca. Las lluvias aquí nunca serán suficientes si son mansas, pero serán siempre inoportunas si arrastran. Por ahora, desde donde les escribo, no parece nada de eso. No tendremos que abrazarnos ante la atronadora avenida como hacía Lana Turner con Richard Burton con turbante, haciendo de hindú con fond du teint en Las lluvias de Ranchipur.

Quizás sea oportuna esta lluvia, siempre es oportuna, para aclarar el aire y limpiarlo de malos humos. Tras la lluvia se puede esconder un buen poema. El poema, si desprende la venda de los ojos para mirar la luz del día aún en la noche más oscura, es poesía y la lluvia, en eso, en cierta manera, es poesía. Hace las sombras más ligeras y las luces más claras, porque ha traído al suelo todo el polvo suspendido que emborrona la mirada.

El frescor limpia el ánimo y las gafas con las que miramos la realidad, y tras el aguacero, incluso de noche, incluso con ruido, todo parece más vibrante y a la vez más mullido, más suave.

Así que esta vez descanso del trajín y del combate, me lo van a permitir. No les voy a dar la turra sobre los okupas que no han estorbado en cuatro años en Barcelona y que ahora parecen que son un problema nacional, o sobre los etarras, siete con delitos de sangre, que están en las listas de Bildu. Sobre la cantidad de pisos que vamos a tener, así de pronto, en alquiler o la visita de Sánchez a la Casa Blanca, o que Badajoz, según Feijoo, está en Andalucía. Vamos a dejar de lado la aparente intención del CEMOP de hacer carne El arte de la guerra y desanimar a que la izquierda se presente a la batalla en la Región o la intención de Mediaset de afear al ministerio de Trabajo sus buenas cifras y despedir a la plantilla de Sálvame para que Ana Rosa Quintana, esa excelente periodista y originalisima escritora pontifique, sobre la política que Tele 5 había dicho que no debía ocupar la parrilla de las tardes. No voy a hablar de nada de eso que la lluvia, cuando es tranquila, suave, es un espectáculo hermoso y nadie debería perdérselo

Que se limpie el aire y que veamos mejor nos va a venir muy bien, porque acabamos de comenzar la campaña de las autonómicas, que es como un circo de tres pistas y hay que ver bien los trucos de los malabaristas

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